06:00  hrs. 17 de julio de 2009

  

Boletín UNAM-DGCS-424

Ciudad Universitaria

 

Fernando García García

 

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LA NIEBLA, POSIBLE FUENTE DE AGUA POTABLE

 

  • Atrapada en mallas y almacenada en canaletas, se usa en varios países como recurso hídrico, afirmó Fernando García García, del CCA de la UNAM
  • El investigador indaga la composición microfísica de esa masa de vapor, formada por miles de gotas de agua de diversos tamaños
  • Para su estudio, el experto en física de nubes utiliza tres espectrómetros y una camioneta con los que atraviesa zonas de niebla en Teziutlán, Puebla

 

La niebla es más que un obstáculo a la visibilidad cuando se viaja por carretera. No obstante, este tipo de masa de vapor cercana al suelo podría ser una fuente de agua potable, y por ello, se ensaya su captura en varios países, afirmó el investigador del Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA) de la UNAM, Fernando García García.

 

Ese proceso se realiza con un tipo de estructuras llamadas “atrapaniebla”, mallas plásticas puestas hacia el viento en las que chocan esas nubes y dejan escurrir las gotas hacia unas canaletas donde se acumula para almacenamiento, explicó.

 

Con este método es posible captar agua para abastecer a pequeñas comunidades rurales que padecen sequía, y realizar tareas de reforestación.

 

“Las trampas para niebla han sido utilizadas por muchos años en Chile, Guatemala, Ecuador, Nepal, algunos países de África y la isla de Tenerife”, detalló el especialista en física de nubes

 

En Chile, abundó, se captó el agua de niebla en el desierto de Atacama (el más seco del planeta), en un proyecto conjunto desarrollado por la Pontificia Universidad Católica de esa nación y el Servicio Meteorológico de Canadá, donde García realizó estudios de maestría y doctorado antes de ingresar como investigador a la UNAM.

 

“Desgraciadamente, luego de 10 años, el proyecto chileno fracasó por problemas sociales, cuando se transfirió a una comunidad local para su uso”, recordó.

 

El investigador de Meteorología General del CCA, señaló que por las condiciones geográficas y climáticas en México es más adecuada la captación de agua de lluvia porque permite la recuperación de mayores volúmenes del líquido y el abastecimiento a poblaciones más grandes.

 

Para quienes estudian la física de las nubes incluida la niebla, es importante conocer la microfísica de estas formaciones, qué partículas la constituyen, la estructura de sus gotas, cómo se distribuyen por tamaños, cuantas hay por unidad de volumen de aire y cómo ocurren las interacciones microfísicas de los componentes de la atmósfera con la formación de precipitación y de esa masa de vapor, especificó.

 

Atravesando la niebla

Para su estudio, García y sus colaboradores de la Sección de Física de Nubes del CCA, utilizan tres espectrómetros ópticos con los que atraviesan la niebla a bordo de una camioneta que él mismo conduce en las carreteras de Teziutlán, Puebla, la zona más neblinosa del país, con 280 días al año de esas formaciones y una visibilidad que, a veces, llega a 15 metros de distancia.

 

“Para realizar esta investigación se adaptaron tres espectrómetros, diseñados originalmente para utilizarse en aviones que cruzan las nubes mientras los equipos captan datos. Como no tenemos acceso a un avión, se logró que los equipos funcionen a la velocidad de una camioneta –60 kilómetros por hora– y se estudió la niebla que está cercana a la superficie”, detalló.

En las carreteras de Teziutlán, en medio de la Sierra Madre Oriental, entre Puebla y Veracruz, los científicos hacen un muestreo de esas masas de vapor con los espectrómetros de gotas. “Con estos equipos se puede determinar el tamaño y la concentración de las gotas que conforman la nube y cubren un espectro amplio entre neblina densa y lluvia”, abundó.

 

Los tres espectrómetros detallan la microfísica de la niebla: uno mide gotas pequeñas con un diámetro de 2 a 60 micras (una micra equivale a la millonésima parte de un metro); otro detecta gotitas de 20 a 400 micras, y el tercero, gotas grandes propias de la precipitación o lluvia, de 200 a cuatro mil micras (equivalentes a cuatro milímetros).

 

Fernando García y su grupo detectaron que la distribución de gotas de niebla no es homogénea, que las más abundantes son de 30 a 40 micras, y que cada nube está formada de cientos de miles de ellas. “En el caso de la niebla, que es una nube con baja concentración de agua, existen entre 50 y 100 gotitas en un centímetro cúbico”, señaló.

 

Los universitarios investigan las partículas que forman las gotitas que, a su vez, componen la niebla, y buscan una aplicación como la posibilidad de atraparlas de forma artificial y utilizarlas como un recurso hídrico.

 

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Foto 01.

 

Fernando García García, del CCA de la UNAM, investiga las partículas que forman las gotitas que, a su vez, componen la niebla, y busca la posibilidad de atraparlas y utilizarlas como un recurso hídrico.