06:00  hrs. 16 de julio de 2009

  

Boletín UNAM-DGCS-423

Ciudad Universitaria

 

María Elena Sáenz Faulhaber

 

Pie de foto al final del boletín

 

 

PRESENTAN NIÑOS Y ADOLESCENTES DEL CAMPO, RETRASO DE CRECIMIENTO Y MADURACIÓN

 

·         Es una respuesta biológica para tratar de desarrollarse al máximo, expuso María Elena Sáenz Faulhaber, del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM

·         El retraso detectado es de hasta un año y medio, un patrón normal y no patológico

 

Investigadores de la UNAM han registrado un ligero retraso en el crecimiento y maduración de niños y adolescentes mexicanos que viven en el campo.

 

María Elena Sáenz Faulhaber, del Instituto de Investigaciones Antropológicas (IIA) de la UNAM determinó que, por ser menos maduros, estos chicos alargan ligeramente su periodo de crecimiento como una respuesta biológica para tratar de desarrollarse lo más posible; aún así, en su adultez alcanzan una estatura menor que los jóvenes de las ciudades.

 

Se trata de niños que habitan en el medio rural, muchos de ellos con problemas de alimentación o sanidad, y con una carga genética indígena mayor que los menores que crecen en las urbes. Estos factores, expuso la científica, provoca que niños y adolescentes registren dimensiones corporales menores y vean afectada su maduración.

 

No se trata de un retraso significativo, sino de uno que puede ser de hasta un año y medio, lo que entra en un patrón normal, no patológico, que no modifica de forma permanente el crecimiento de los menores, aclaró.

 

Maduración ósea

Sáenz Faulhaber explicó que la maduración ósea es uno de los indicadores biológicos de desarrollo de un individuo, desde el nacimiento hasta la adultez. Hay varias formas de medirla, una es hacer una valoración a través de una radiografía de la mano izquierda, la menos afectada por carga de trabajo o ejercicio, además de ser una parte del cuerpo que puede alejarse del resto para tomar una placa y protegerla de la radiación.

 

Se observa el desarrollo de cada hueso, y a través de una puntuación, se determina la edad ósea o biológica, que a veces no tiene relación directa con la cronológica, porque hay maduradores tempranos, otros tardíos, y los que maduran de acuerdo con sus años de vida.

 

Por ello, explicó, hay adolescentes de 13 años con comportamientos infantiles y una estatura baja, y otros que casi han alcanzado su estatura final, con cambio de voz y caracteres sexuales secundarios desarrollados. Ninguno de ellos, reiteró la universitaria, es considerado como individuo patológico y todos entran en la gama de la variabilidad normal de crecimiento y maduración.

 

En ese proceso tiene que ver la genética, pero no sólo la heredada de los padres, sino la del grupo biológico al que se pertenece, y también se encuentran diferencias entre los jóvenes de Estados Unidos o de la India, ejemplificó.

 

También interviene el entorno; “si hay condiciones sanitarias adversas y desnutrición, habrá un retraso, como ocurre con los chicos del medio rural en México”. El individuo deja de crecer cuando se ha alcanzado una maduración ósea completa: Entonces, la estatura llega a su límite y los caracteres sexuales secundarios son biológicamente maduros.

 

Estudios para registrar el crecimiento

Para analizar el crecimiento en una población se realizan diferentes estudios. En los longitudinales, se observa a los mismos individuos en un periodo determinado, que puede ser del nacimiento a los cinco años, de los seis a los nueve, desde el nacimiento a la etapa adulta, o en fechas fijas, que generalmente son el cumpleaños y seis meses después.

 

En los transversales, se observa a diferentes grupos de edad; son análisis más rápidos y económicos, pero se requiere un mayor número de individuos.

 

Las investigaciones de Johanna Faulhaber, a mediados del siglo pasado, han sido continuadas por María Elena Sáenz. Por ello, se cuenta con radiografías de la mano izquierda que han hecho posible determinar la maduración y edad ósea de diferentes poblaciones en territorio nacional.

 

También se han comparado con otros países, y se sabe que los adolescentes mexicanos pertenecientes al estrato socioeconómico medio, sobre todo las mujeres, maduran más temprano que las inglesas, porque la edad de menarquia (primera hemorragia menstrual) es anterior, como ocurre en otros países de América Latina.

 

Los estudios se han realizado en la Ciudad de México, en Michoacán, Chiapas, Oaxaca y en el municipio de Nezahualcóyotl y en niños de poblados pequeños que no son representativos ni de sus entidades ni son normas nacionales. Se trata de un monitoreo que ha incluido a mestizos y jóvenes que habitan en el campo, pero no a indígenas.

 

Los estudios sobre crecimiento infantil se han efectuado, dijo la investigadora, para ser aplicados a distintas áreas del conocimiento, como la pediatría, diseño de mobiliario escolar y de ropa, y registro del estado de salud de la población.

 

Actualmente, la investigadora del IIA revisa los estudios antropométricos hechos con anterioridad para determinar cómo se presenta el problema de sobrepeso y obesidad en los menores.

 

Hasta ahora, ha encontrado que los adolescentes mexicanos de los años 80 eran similares a los de otras poblaciones, como la europea y estadounidense; entonces pocos jóvenes presentaban sobrepeso u obesidad. Los datos son importantes para saber cómo se ha modificado la tendencia y las causas que han contribuido a ese cambio, que podría estar afectando su maduración y crecimiento, finalizó.

 

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En la década de los 80, los adolescentes mexicanos eran similares, en maduración y crecimiento, a los de otras poblaciones como la europea y estadounidense, señaló María Elena Sáenz Faulhaber, del IIA de la UNAM.