Boletín UNAM-DGCS-421
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ANALIZAN EN
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La reutilización del líquido en la agricultura
podría contaminar alimentos que se ingieren crudos, dijo la investigadora del
Instituto de Ecología, Ana Cecilia Espinosa García
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En agua subterránea destinada al consumo humano
no han detectado virus entéricos, pero sí en las residuales tratadas y crudas
En el mundo, el
reciclaje de agua es cada vez más frecuente y eleva el riesgo de consumir agentes patógenos contenidos
en el líquido. Por ello, integrantes del Laboratorio de Ecología Química del
Instituto de Ecología (IE) de
La
investigadora de
Los virus entéricos se replican en el intestino del infectado y se
transmiten vía fecal-oral; sobreviven al ambiente ácido del estómago, a las
condiciones del intestino delgado y a diversas enzimas, y también resisten las
condiciones del medio ambiente. Provocan enfermedades como hepatitis A y E,
gastrointestinales e incluso enfermedades del sistema nervioso central como
poliomielitis.
Espinosa García indicó que, desde hace años, analizan estos patógenos
en aguas de diferente tipo como la subterránea que se destina al consumo humano
y superficial, para actividades recreativas o riego, y de plantas de
tratamiento, que se utiliza para irrigación.
Además, trabajan en el estudio de virus entéricos, que pueden
permanecer en los vegetales y en las áreas verdes que la gente utiliza para esparcimiento.
Se busca determinar qué tanto permanecen en esas superficies y si el contacto
con ellas implica un riesgo para la salud, dijo.
Hasta el momento, las investigaciones
en agua subterránea han revelado que no está contaminada con esos agentes; sin
embargo, las residuales tratadas y crudas, sí; los resultados han sido publicados
en revistas internacionales como Water Research y Environmental
Health.
También se ha detectado que
en zonas como Xochimilco puede presentarse una estacionalidad de los virus,
porque en temporada fría (noviembre a febrero) se localizan con mayor
frecuencia que en la de calor (abril y mayo).
La población enferma los desecha al ambiente y a las aguas residuales,
donde pueden permanecer por periodos prolongados. Se han realizado evaluaciones
sobre el tiempo que podrían estar en el líquido y se ha encontrado que, por
ejemplo, el rotavirus en agua superficial de Xochimilco permanece activo hasta
siete meses, comentó Espinosa.
En tanto, el astrovirus (causantes de gastroenteritis) tiene un periodo menor,
pero también permanecen activos por varios meses.
La posibilidad que tienen de subsistir hace que el riesgo de infección
se incremente. Además, no es necesario cuantificarlos para considerarlos un riesgo,
su sola presencia basta, porque la infección se podría producir con sólo 10
partículas virales que ingresen al cuerpo humano, apuntó.
Los estudios de los universitarios también determinaron que, por lo general,
en el agua no hay grandes concentraciones de virus entéricos, porque cuando las
heces fecales caen a un medio acuoso se diluyen.
En un gramo de excremento puede haber 108 ó 109
partículas virales, pero una vez que entran en contacto con el líquido se disuelven,
por lo que en ambientes manejados o un tanto naturales, se podrían encontrar
cantidades de 103 ó 104.
Respecto a verduras y pastos, la universitaria refirió que no han
encontrado esos patógenos, pues aunque el agua residual tratada contiene el virus,
el tiempo que transcurre entre la irrigación y la cosecha puede ser benéfico
para que los agentes se inactiven e, incluso, se degraden sin provocar infección.
Cuando esos organismos permanecen en la superficie de los vegetales son
proclives a diversos factores ambientales; si están en las hojas expuestas es
factible que la luz ultravioleta del sol suprima su actividad, pero si están en
las interiores, como las de la lechuga, podrían permanecer semanas.
Con las investigaciones, resaltó Espinosa García, se pretende conocer qué
agentes circulan y “utilizan” el agua y los vegetales como matriz ambiental, que
favorecería su transmisión; además, evaluar qué tipo de virus y cuáles subtipos
están presentes entre la población mexicana.
“Ello daría la posibilidad de conocer a qué nos enfrentamos y plantear
alternativas para reducir el riesgo de enfermedad en la población”, concluyó.
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Foto 01.
Ana Cecilia
Espinosa García y otros integrantes del Instituto de Ecología de