06:00  hrs. 15 de julio de 2009

  

Boletín UNAM-DGCS-420

Ciudad Universitaria

 

Mario Chávez

 

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CIENTÍFICOS DE LA UNAM SE VALEN DEL SUPERCÓMPUTO PARA MODELAR SISMOS EXTREMOS

 

·         El investigador del Instituto de Ingeniería, Mario Chávez González, obtuvo arquetipos de propagación de esos fenómenos

  • Reprodujo los temblores del 19 de septiembre de 1985, en México; el de Colima-Jalisco del 9 de octubre de 1995, y el de Sichuán, China, del 12 de mayo de 2008
  • Creó posibles escenarios de los movimientos del terreno en el DF, ante la esperada ocurrencia de sismos extremos de Ms 8.5, con epicentro en costas de Guerrero

 

Un equipo internacional encabezado por el investigador del Instituto de Ingeniería (II) de la UNAM, Mario Chávez González, se valió del supercómputo para obtener modelos realistas de la propagación de sismos extremos (de magnitudes Richter, Ms, cercanos o mayores a ocho), que permiten calcular el peligro ante esos fenómenos naturales.

 

También representó los movimientos del 19 de septiembre de 1985, en México (Ms 8.1); el de Colima-Jalisco del 9 de octubre de 1995 (Ms 7.6), y el de Sichuán, China del 12 de mayo de 2008 (Ms 7.9), que constituyen un reto numérico y computacional, porque requieren grandes recursos en términos de memoria RAM, almacenaje de datos y uso intensivo de cómputo de alto rendimiento que implica miles de procesadores.

 

 

Los temblores son fenómenos complejos que varían tanto en el tiempo como en el espacio, y los modelos matemáticos computacionales desarrollados por Chávez y colaboradores consideran elementos como la fuente sísmica (sitio donde ocurre el contacto y desplazamiento entre dos placas tectónicas), y la generación de ondas sísmicas que pueden propagarse por cientos o miles de kilómetros.

 

El científico explicó que se toman en cuenta las características de la corteza terrestre o estructura geológica de las zonas donde se generan (“zona epicentral”) y viajan (la trayectoria), y parámetros como el peso de los materiales, las toneladas por metro cúbico a determinadas profundidades y sus espesores.

 

Se utilizan también las velocidades de transmisión de las ondas sísmicas P y S (primarias y secundarias), y el volumen de la corteza terrestre donde éstas se dispersan, que generalmente involucran cientos de kilómetros en cada una de las tres dimensiones consideradas.

 

Con esos y otros datos se han obtenido los llamados sismogramas sintéticos, que resultan acertados comparados con los registrados en sismógrafos durante la ocurrencia de temblores, como los mencionados previamente.

 

De hecho, así fue posible obtener, por primera, vez imágenes en tres dimensiones de los patrones de propagación de velocidades sintéticas de las ondas sísmicas de baja frecuencia correspondientes al sismo de 1985, cuyo epicentro se localizó en las costas de Michoacán.

 

El científico indicó que ahora se cuenta con una “película” que va del segundo cero al 200 del movimiento telúrico de 1985, correspondiente a un volumen de 500 km (paralelos a la costa) por 600 km (perpendiculares a la costa) y 125 kilómetros de profundidad. Se observa el trayecto de las ondas desde la zona epicentral hasta el DF, con longitudes de hasta varias decenas de kilómetros.

 

Lo anterior permitió confirmar que las ondas superficiales generadas por ese terremoto fueron responsables de los daños en la infraestructura de la Ciudad de México en gran medida, junto con las amplificaciones originadas por las propiedades dinámicas de sus suelos compresibles, característicos de zonas que antes fueron lacustres.

 

La importancia de esos modelos matemáticos computacionales radica en que esos eventos pueden provocar la pérdida de muchas vidas y de miles de millones de dólares, expuso el científico universitario.

 

Pero no sólo se han obtenido arquetipos de movimientos telúricos pasados, sino posibles escenarios de uno de magnitud 8.5 con epicentro en las costas de Guerrero y propagación al Distrito Federal.

 

En 1985, Chávez comentó que “se observó una aceleración máxima espectral de aproximadamente  1G  (o 981 centímetros por segundo al cuadrado)”. Uno de Ms 8.5  liberaría una fuerza equivalente a 31.55 millones de toneladas de TNT, superior al de 1985, cuando se desató una energía similar a seis millones 270 mil toneladas del explosivo.

 

Los resultados de 100 escenarios analizados, que incorporan las incertidumbres en las características de la ruptura de la fuente sísmica y las propiedades dinámicas de los suelos compresibles de la Ciudad de México, señalan que el coeficiente sísmico apropiado para la zona en cuestión debería ser del orden de 1.3 G.

 

Para formular esos cálculos, Chávez utilizó supercomputadoras. Una de ellas, la Kan Balam de la UNAM, con mil 368 procesadores.

 

Como parte del proyecto Scientific Computing Advanced Training (SCAT), financiado por la Comunidad Europea y que apoya a universitarios tanto de América Latina como del Viejo Mundo (e incluye al Daresbury Laboratory, en el Reino Unido), fue posible usar la supercomputadora HECToR, que tiene 11 mil 328 procesadores y está en la Universidad de Edimburgo.

 

De forma más reciente, se iniciaron pruebas exploratorias exitosas con el código de diferencias finitas alternadas para propagar ondas sísmicas en tres dimensiones, desarrollado y optimizado por Chávez González, Eduardo Cabrera, Mike Ashworth y David Emerson, en una de las supercomputadoras más poderosas del mundo, la del Oak Ridge National Laboratory, en Estados Unidos, que cuenta con 150 mil procesadores, aunque en las pruebas mencionadas se utilizaron sólo 40 mil.

 

Para establecer posibles escenarios se emplearon 100 sismogramas sintéticos, aunque la meta es contar con miles, y ése es el siguiente paso, adelantó el integrante del II.

 

Los modelos matemáticos computacionales permiten estudiar la física del problema y observar cómo se rompe la fuente y se propagan las ondas. “Estas herramientas permiten un estudio a fondo del fenómeno”, añadió.

 

Además, agregó Chávez González, “es importante insistir en el potencial del cómputo de alto rendimiento en este tipo de estudios, que analizan cientos o miles de escenarios de fenómenos complejos, por lo que sería deseable que la UNAM adquiriera próximamente una supercomputadora con un mínimo de 10 mil procesadores, porque la Kan Balam ya está saturada”.

 

Las investigaciones de Mario Chávez fueron presentadas en 2008, durante un Congreso Mundial de Ingeniería Sísmica y otro de Supercómputo, celebrados en Pekín y Dublín, respectivamente, así como en la reunión anual de invierno de la American Geophysical Union. Los resultados fueron dados a conocer en la revista Capability Computing, del Reino Unido, donde una contribución con resultados sobre el sismo de 1985 fue el artículo de portada.

 

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Foto 01.

 

Mario Chávez González, del Instituto de Ingeniería, explicó que para modelar sismos se utilizan supercomputadoras conformadas por miles de procesadores.

 

Foto 02

 

Con modelos matemáticos se han obtenido posibles escenarios de un temblor de gran magnitud en la Ciudad de México.