12:30  hrs. 12 de julio de 2009

  

Boletín UNAM-DGCS-414

Ciudad Universitaria

 

Rosario Pérez Espejo

 

Pie de foto al final del boletín

 

 

AGUA DE RIEGO AGRÍCOLA, CONTAMINADA POR FERTILIZANTES QUÍMICOS Y EXCRETAS ANIMALES

 

·        Hay polución en los mantos acuíferos porque los deshechos no fueron tratados adecuadamente, explicó Rosario Pérez Espejo del Instituto de Investigaciones Económicas

·        Muchas partículas arrancadas del suelo y arrastradas al agua en términos de masa total, constituyen la mayor fuente de contaminación, indicó la académica de la UNAM

 

El líquido de riego que se emplea en la agricultura contiene residuos de fertilizantes químicos, insecticidas, herbicidas, funguicidas y excretas animales que no fueron tratados adecuadamente, planteó la investigadora del Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc), Rosario Pérez Espejo.

 

Estos poluentes, conocidos como descargas no puntuales, llegan a los cuerpos de agua superficial y subterránea mediante procesos de escurrimiento, lixiviación, filtración y de posición atmosférica.

 

Análisis específicos en masas acuíferas ligadas a la producción campesina han demostrado que tanto mantos freáticos como arroyos pueden contener componentes de agroquímicos persistentes. “El problema es que no se sabe cuándo se emplearon ni quién fue el responsable de hacerlo”, indicó la investigadora universitaria.

 

Este fenómeno repercute en la salud porque el líquido de reuso de otras actividades puede ser consumido por personas y genera pérdida de diversidad en los cuerpos de agua.

“Su contaminación es una realidad relacionada con el deterioro del aire y el modo en que se administra el recurso”, señaló Pérez Espejo.

 

Cuando se riega o llueve sobre un predio en el que se emplearon fertilizantes químicos, fungicidas o herbicidas, estas sustancias se filtran a los mantos freáticos, arroyos, lagos o mares, explicó la especialista en economía agrícola.

 

“Al tomar muestras de cualquier río es fácil darse cuenta que el líquido contiene pesticidas, materia orgánica a punto de morir y un exceso de nitrógeno; lo complicado es determinar quién es el responsable de esto, porque podría ser cualquiera”; ni siquiera los cauces ubicados en lugares remotos están libres de este fenómeno, porque después de varios análisis se ha detectado la presencia de desechos químicos, metales pesados e incluso residuos radiactivos.

 

La especialista explicó que muchas partículas arrancadas del suelo y arrastradas por los flujos, junto con otros materiales en suspensión en términos de masa total, son la mayor fuente de corrupción acuosa, y agregó que la principal actividad de contaminación de los mantos superficiales es la agricultura.

 

“Mucha gente desecha químicos y fertilizantes en caudales cercanos. Una solución al problema es disminuir al máximo el uso de estos productos en tierras planas o cercanas a laderas”, propuso. Además, los ganaderos podrían aminorar la polución si pusieran atención al escurrimiento e infiltración de desechos animales en las granjas y evitaran el pastoreo en terrenos inclinados hacia abrevaderos.

 

Lo más preocupante, apuntó la doctora en Ciencias de la Salud y Producción Animal, es que las aguas negras y los desperdicios industriales casi nunca son tratados. La mayoría de estos residuos son descargados en corrientes cercanas o en lagunas de desechos, donde el aire, la luz solar y los microorganismos degradan los componentes, matan a algunas bacterias y permiten la sedimentación de los sólidos; esto previene, hasta cierto grado, el deterioro de zonas aledañas, pero ensucia gran cantidad de líquido que se trasminará al manto freático

 

Estos depósitos constituyen una fuente importante de agua para consumo y riego agrícola. Sin embargo, una vez que han estado en contacto con sustancias nocivas, su contaminación puede considerarse permanente, concluyó la académica universitaria.

 

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Análisis específicos han demostrado que tanto mantos freáticos como arroyos pueden contener componentes de agroquímicos persistentes, señaló la investigadora del IIEc, Rosario Pérez Espejo.