06:00  hrs. 3 de julio de 2009

  

Boletín UNAM-DGCS-397

Ciudad Universitaria

 

 

Julieta Ramos-Elorduy

 

 

LOS INSECTOS, RECURSO MEDICINAL

 

 

Los insectos son un recurso tradicional de la medicina mexicana y por siglos han sido utilizados por las comunidades indígenas para curar diversas enfermedades como cáncer, tos, quemaduras, infecciones, reumatismos e incluso impotencia sexual.

 

Aunque en las urbes suelen ser exterminados, sus cualidades curativas son más valoradas cada día, porque se ha comprobado que en su organismo almacenan principios activos que obtienen de las plantas y flores con las que se alimentan.

 

El hecho de ser usados como remedio es sorprendente, porque la gente suele referirse a ellos de manera despectiva o se busca su extinción; sin embargo, muchos de ellos contienen sustancias que alivian ciertos malestares, aseguró la investigadora del Instituto de Biología (IB) de la UNAM, Julieta Ramos-Elorduy.

 

Al alimentarse los insectos almacenan o "secuestran" propiedades de la flora, lo que los transforma en "concentradores" de principios activos vegetales o compuestos biodinámicos.

 

Una especie despreciada

Aunque constituyen el grupo dominante sobre la tierra (4/5 partes del reino animal), los estudios en etnozoología son escasos. “No nos hemos adentrado al mundo insectil y, por el contrario, lo hemos combatido”, aseguró.

 

A la fecha, se han reportado diversas especies de insectos medicinales: 210 en México, 149 en China, 48 en Brasil, seis en Cuba, y en la India aún no están determinados. Ocasionalmente, se han registrado en países como Suecia, Francia, Alemania, Argentina, Panamá, Egipto, Japón, Estados Unidos, Perú, Madagascar y la región de África del Norte, entre otros.

 

La mayoría pertenece al medio ambiente terrestre; de ellos, el 95.2 por ciento es recurrente para aliviar padecimientos internos.

 

Se han aplicado en 352 afecciones respiratorias, renales, hepáticas, estomacales, intestinales, parasitarias, pulmonares, bronquiales, del bazo, pancreáticas, del aparato reproductor, renales, dermatológicas, endocrinas, inmunológicas y del oído.

 

Los remedios indígenas tienen principios semejantes a los homeopáticos y naturistas. “Se debe considerar que antes no se contaba con medicina social o doctores, y los individuos se alimentaban y curaban con los recursos del lugar. A base de error y prueba fueron conociendo sabores y efectos que ocasionaban”, indicó.

 

Solos o mezclados

Ya sean enteros, molidos, en emplastos, infusiones o tostados son indispensables en la medicina indígena o tradicional. Generalmente solos, pero también se pueden mezclar con hierbas e incluso con lodo.

 

En el área rural, la miel de abeja se aplica en quemaduras o heridas para evitar infecciones, porque contiene sustancias de tipo antibiótico e inhibinas que evitan la proliferación de bacterias y hongos.

 

La miel que genera la especie Melipona beecheii (una abeja sin aguijón) se utiliza para las parturientas cuando acaban de dar a luz; también para las cataratas; proporciona energía y cura la tos de los niños, abundó la especialista.

 

“Las personas están acostumbradas a ir cada mes por un piquete de abeja, sobre todo en épocas de frío y humedad, cuando se reactivan los síntomas del reumatismos y los dolores de prótesis”. El pinchazo de avispa, acotó, se aplica para histeria, menopausia y síntomas neurológicos.

 

También son empleados los gusanos de la tierra llamados Tlalomitl para la impotencia sexual, y algunas personas ingieren a las abejas vivas con la misma finalidad.

 

Algunas larvas de moscas comen microorganismos y secretan antibióticos o sustancias cicatrizantes; algunos insectos brindan frescura a la piel, mientras que la miel contrarresta la resequedad, dijo.

 

Los grillos, cucarachas y abejorros son aprovechados para el dolor o inflamación de la garganta; es probable que algunos posean sustancias broncodilatadoras, así como antibióticos y vitaminas que ayudan al aparato respiratorio.

 

Para los cálculos en la vejiga, se aplica la “teoría de la semejanza”, en la que los femorales de la pata trasera de los tetigónidos (chapulines, esperanzas, grillos) tienen la forma de una vejiga; probablemente posean sustancias que provocan diuresis. Bajo la misma hipótesis, el gusano blanco sirve contra la impotencia sexual.

 

Las cucarachas son utilizadas contra el cáncer, malestares estomacales, tos y regeneración física. Los jumiles y las chinches sagradas de Taxco combaten el bocio porque contienen abundante yodo, además de sustancias analgésicas y anestésicas. Mientras, las chinches del género Thasus actúan contra la tosferina.

 

El piquete de hormiga se aplica cuando está deprimido el sistema inmunológico, en caso de artritis o enfermedades en los huesos. Las mandíbulas de la especie Atta se usan como grapas para curar heridas porque tienen sustancias antibióticas en sus glándulas.

 

Algunos escarabajos en estado de larva contienen bacterias que ayudan a la flora intestinal. Los pinacates o escarabajos tenebriónidos se hierven y curan la tos de los niños.

 

En África, hay épocas en que la población sólo se alimenta de chapulines porque consideran que, por su alto contenido vitamínico, contrarrestan las hambrunas.

 

La grasa de las mariposas generalmente se aplica en las cuarteaduras de los pies y labios, y el excremento de la especie Bombyx mori contrarresta la fiebre y ayuda contra la avitaminosis.

 

Con la entrada de la medicina social a las áreas rurales, este hábito ha empezado a disminuir porque los jóvenes prefieren los nuevos fármacos; no obstante, en zonas conurbadas la gente recurre cada día más a este tipo de remedios naturales, concluyó.

 

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Foto 01

 

Sean enteros, molidos, en emplastos, infusiones o tostados, los insectos son indispensables en la medicina indígena o tradicional. Generalmente, solos pero también se pueden mezclar con hierbas e incluso con lodo.

 

Foto 02.

 

Aunque los insectos constituyen el grupo dominante sobre la tierra, los estudios en etnozoología son escasos, aseguró la investigadora del Instituto de Biología de la UNAM, Julieta Ramos-Elorduy.