15:00  hrs. 19 de junio de 2009

  

Boletín UNAM-DGCS-366

Ciudad Universitaria

 

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AUMENTA LA MUERTE DE ANFIBIOS POR EL DAÑO A SUS ECOSISTEMAS

 

 

De las aproximadamente seis mil 140 especies de anfibios que existen en el planeta, con 351 México ocupa el quinto lugar en diversidad; pero está en el segundo sitio respecto a variedades amenazadas, advirtió Margarita Garza Castro, investigadora de la Facultad de Ciencias (FC) de la UNAM.

 

Tanto en el país como en el resto del mundo, los anfibios —que agrupan a ranas, sapos, salamandras y cecilias— están en riesgo, porque al menos tres mil especies están en peligro de extinción, según datos de la Unión Mundial de la Naturaleza (UICN, por sus siglas en inglés).

 

En la teleaula de Universum, Museo de las Ciencias, la maestra en ciencias ofreció ante alumnos presenciales de la Universidad Veracruzana, y a distancia de la Facultad de Estudios Superiores Cuautitlán, la videoconferencia Diversidad de anfibios modernos, impartida dentro del ciclo de charlas en el Mes del Medio Ambiente.

 

Las principales amenazas para estos animales que habitan la Tierra hace casi 100 millones de años son: la destrucción de sus ecosistemas naturales, debido a la deforestación o el cambio del uso del suelo y la contaminación ambiental, que además de la atmósfera, daña el agua y el suelo, dos sitios que estas especies alternan como medio de vida, explicó la investigadora del Laboratorio de Vertebrados Terrestres de la FC.

 

Otros daños letales son la sequía, el cambio de patrones climáticos, la acidificación, el uso de fertilizantes químicos que producen malformaciones en su descendencia, y el ataque de hongos y bacterias que los asfixian al infectar su piel, órgano por el que respiran.

 

A todos estos factores adversos, se agrega la dificultad para que los anfibios se reproduzcan en cautiverio, estrategia que en otras especies permite detener la extinción.

 

Semejanzas y diferencias

 

La académica de la FC destacó, entre las características comunes de los anfibios, que en su ciclo de existencia comparten vida terrestre y acuática.

 

“Es común verlos en pantanos, cercanos a zonas de agua dulce o en bosques muy húmedos, pero su reproducción la realizan en cuerpos acuíferos”, detalló.

 

Aunque hay variables notables entre la fisonomía, los colores y los tamaños de los anfibios, todos tienen piel acuosa y pegajosa, fundamental para que respiren. Su epidermis se constituye de glándulas que aportan humedad y una sustancia antibactericida que los protege de patógenos externos.

 

Otra característica común es la presencia de párpados en sus ojos. “Son de diversos tamaños. Hay ranas con ojos enormes y cecilias en las que apenas se distinguen, pero todos tienen una visión a colores”, precisó.

 

Las tres órdenes de anfibios también tienen diferencias: las ranas y sapos (orden Anura) carecen de cola, respiran con pulmones, cuentan con cuatro extremidades y variaciones en las glándulas y el tipo de piel, en general húmeda y lisa.

 

Las salamandras (orden Caudata) tienen cuatro extremidades cortas y una cola prominente. Algunas no poseen pulmones y respiran por la piel.

 

Finalmente están las cecilias (orden Gymnophiona), que carecen de patas, sus ojos son reducidos porque viven enterradas en los pantanos, poseen un tentáculo sensorial para ubicar a sus presas, y tienen escamas dérmicas, como los reptiles.

 

La investigadora destacó que el declive de las poblaciones de anfibios ha ocasionado la extinción de algunas especies, y la disminución de individuos dentro de las poblaciones.

 

La afectación que el ser humano ha causado a estas especies ancestrales ha sido al modificar y destruir sus ecosistemas naturales, porque fuera de ellos no pueden sobrevivir.

 

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Foto 1 .

Margarita Garza indicó que un gran obstáculo para la preservación de los anfibios, es que éstos difícilmente se reproducen en cautiverio.