06:00  hrs. 5 de junio de 2009

  

Boletín UNAM-DGCS-338

Ciudad Universitaria


Mireya Imaz

Pie de foto al final del boletín

 

REBASAMOS UMBRALES AMBIENTALES IRREVERSIBLES

 

 

“Los humanos nos creemos los seres más importantes y hemos abusado del planeta, como si fuésemos capaces de reparar todo el daño que hemos causado; sin embargo, el calentamiento global y la extinción de especies nos demuestran lo contrario”, aseguró Mireya Imaz Gispert, coordinadora del Programa Universitario del Medio Ambiente (PUMA) de la UNAM. “En nuestro paso por la Tierra no nos hemos detenido a mirar a las demás especies ni hemos respetando sus espacios”.

 

Como civilización, modificamos ecosistemas para construir zonas agrícolas y urbanas, es decir, cubrimos las necesidades poblacionales de manera irracional, y no nos hemos planteado seriamente incógnitas que día con día se vuelven más urgentes, como, “¿por qué y cómo llegamos a este punto de deterioro global?” y “¿hasta dónde resistirá el planeta?, expuso.

 

Por ello, el Día Mundial del Medio Ambiente nos invita a reflexionar sobre estos asuntos, y dependerá de cada quien qué tan profunda sea esta toma de conciencia, porque quien se limita a festejar y sembrar árboles en esa fecha, no se percata de que se requieren acciones de mucha mayor trascendencia.

 

“Al considerar cuál es el estado real del medio ambiente nacional, parece que hay muy poco que celebrar este 5 de junio. Nuestro país y el mundo en general, padecen una crisis ambiental global de grandes proporciones”, aseveró.

 

La especialista señaló que la humanidad está a un paso de adentrarse en umbrales que, al ser traspasados, no le permitirán recuperar el equilibrio perdido, sobre todo porque ignora la magnitud de las repercusiones. Ejemplo de esto es la pérdida de la biodiversidad, que evidencia que el hombre ha alterado su entorno a tal grado que ya rebasó cualquier punto de retorno.

 

“Lo que aún no sabemos es qué pasará cuando empiecen a registrarse extinciones generalizadas ni el modo en que se comportarán los ecosistemas, cómo cambiará el ambiente ni si otras especies ocuparán los nichos que dejaron aquellas variedades que desaparecieron”.

 

En la lucha contra estos problemas ambientales, la educación es esencial, y mientras mejor formación se tenga será más fácil proponer soluciones y enmendar el complicado panorama creado por el hombre, argumentó. “Debemos rescatar la sabiduría ancestral de nuestros antepasados, quienes sabían que había formas más amigables de relacionarse con el medio ambiente”, comentó.

 

“Ni discursos ni acciones acotadas bastan, es preciso reinventarnos a través de la educación, porque ésta es el motor más importante y nos da la certeza de que sí se puede pensar en otro mundo”.

 

Imaz Gispert opinó que pocas veces, como ahora, la humanidad había pensado en sí y en su papel a futuro; cada generación veía sólo por ella misma, pero hoy ha comenzado a plantearse escenarios a 50 y 60 años. 

 

Por ello, la UNAM trabaja en esta materia de manera constante e imparte cursos, talleres y seminarios, es decir, trata de capacitar a la gente. Al respecto, Imaz recordó que en los próximos meses se abrirá un diplomado dirigido a tomadores de decisiones que promoverá la generación y aplicación de políticas ambientales públicas.

 

Para concluir, la coordinadora del PUMA resaltó que el pendiente más grave que enfrenta México es la pérdida de los suelos a nivel nacional, “tenemos un gran deterioro en estas áreas”.

 

Éste es un proceso difícil de revertir, pero aún se puede hacer algo al respecto. Este tipo de rescates resultan costosos y como nación deberíamos invertir en este aspecto, planificar nuestra forma de expandirnos y evitar los ordenamientos urbanos, concluyó.

 

Conservación de especies

 

Mientras, la especialista del Instituto de Biología (IB), Yolanda Hortelano Moncada, indicó que para promover la conservación se debe conocer lo que se posee y en qué cantidades, principalmente cuando se trata de especies animales. También es importante saber cómo se relacionan estas variedades con otras y entre sí, y ubicar las características del hábitat en que se desarrollan.

 

“Lo ideal sería estar al tanto de toda la diversidad del país y a todos los niveles; en la medida en que tengamos un inventario más amplio, podremos contribuir a la conservación”, apuntó.

 

En esta tarea, el IB juega un papel importante, porque alberga las colecciones más grandes de animales y plantas de México (“son una suerte de bibliotecas de la vida”, dijo). En estos muestrarios se conservan especies disecadas y vivas, estas últimas en el Jardín Botánico.

 

Estos compendios sirven para realizar investigaciones y cruzar datos entre instituciones, porque lo que se busca es difundir la gran variedad de especies que se posee (o poseía) México a nivel mundial.

 

Cada vez es más común que nuestra fauna endémica esté bajo amenaza o extinta. Hoy en día, tenemos 66 variedades en riesgo y muchas más en la categoría de “especies extirpadas”, es decir, próximas a su desaparición, como el búfalo, la nutria marina y de río, el tapir, el borrego cimarrón, la foca monje del caribe y el manatí, por mencionar algunas.

 

Por todo esto, para que la conservación funcione hay tres elementos que deben ser atendidos: se deben tener zonas protegidas, resguardar las especies en riesgo y aprovechar todo recurso natural de manera sustentable.

 

Finalmente, indicó que el Día Mundial del Medio Ambiente debe promover la protección de especies en peligro de extinción. “Es necesario que todos contribuyamos con nuestro granito de arena para conservar las especies nativas de México”.

 

 

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Foto 01.

Gran parte de la fauna endémica de México está en peligro de extinción.