14:15  hrs. 29 de mayo de 2009

  

Boletín UNAM-DGCS-324

Ciudad Universitaria

 

 

 

Ana María Carrillo Fraga

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MÉXICO HA PERDIDO AUTOSUFICIENCIA PARA HACER DIAGNÓSTICOS Y VACUNAS

 

  • La epidemia de influenza mostró que el Estado desmanteló áreas de investigación fundamentales para responder a contingencias, dijo la historiadora de la Facultad de Medicina de la UNAM, Ana María Carrillo Farga
  • La también socióloga del Departamento de Salud Pública de la FM, urgió a retomar un rol en prevención médica y a mejorar los servicios públicos de salud

 

México ha perdido autosuficiencia para hacer vacunas y ha desmantelado buena parte de la infraestructura sanitaria que, en la primera mitad del siglo XX, era capaz de responder de forma eficiente a contingencias como las que representa un contagio generalizado, afirmó la historiadora y socióloga de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM, Ana María Carrillo Farga.

 

La especialista en historia de las epidemias, consideró que la alerta por la influenza A H1N1, puso de manifiesto que varias instituciones de tradición en el desarrollo de diagnósticos y vacunas han sido desmanteladas, mientras otras fueron disminuidas ante la presencia de empresas trasnacionales.

 

“En esta contingencia hizo falta capacidad del Estado para hacer diagnósticos y quedó claro que el desarrollo de vacunas propias se ha reducido desde los años 80”, consideró.

 

“Actualmente, las instituciones mexicanas productoras de medicamentos y de vacunas tienen una presencia mínima ante el poder de trasnacionales que desarrollan diversos tipos de fármacos en todo el mundo”, señaló en entrevista.

 

La investigadora del Departamento de Salud Pública de la FM, recordó que en 1804 se estableció en la Nueva España el primer Centro de Vacuna, que se encargó desde entonces de la inoculación contra la viruela, llevada a varios lugares del mundo por la Real Expedición de la Vacuna.

 

Evoca a Eduardo Liceaga

Ana María Carrillo evocó la figura del médico porfirista Eduardo Liceaga, quien estuvo al frente del Consejo Superior de Salubridad y realizó campañas sanitarias como la emprendida contra la peste en 1902-1903; entonces se inmunizó a la población en riesgo con vacunas producidas en México.

 

Pero el uso de la vacunación como un recurso eficiente y generalizado para prevenir enfermedades se interrumpió a causa de la lucha armada en 1910, relató la especialista. Tras el triunfo de la Revolución, acotó, siguió el fomento de entidades como el Instituto Bacteriológico Nacional, que antecedió al Instituto de Higiene.

 

“En estos sitios, los científicos mexicanos tenían una colaboración cercana con sus pares europeos de Alemania y Francia, entre ellos, académicos del Instituto Pasteur de París, que actualmente mantiene su liderazgo en investigación de temas como el VIH-Sida”, señaló.

 

Ahora, el país importa las vacunas antirrábica, BCG y antisarampión, que se producían en la nación desde 1888, y los años 30 y 80 del siglo XX, respectivamente. En esa época había recursos humanos y tecnológicos, así como capacidad para producir, controlar, almacenar y distribuir biológicos en cantidad, calidad y oportunidad requerida. Había autosuficiencia y se exportaban las inoculaciones a 15 países.

 

En la última década, dijo, se redujeron los apoyos económicos a la investigación en ese rubro y se priorizó la contratación de empresas extranjeras que desarrollan medicinas y vacunas.

 

“Actualmente, la nación ha perdido autosuficiencia en ese plano. En 1999 se creó el Laboratorio de Biológicos y Reactivos de México (Birmex), una empresa federal de la que dependen el Instituto Nacional de Higiene y el Instituto Nacional de Virología; produce sólo vacunas contra la poliomielitis y td (toxoide diftérico y tetánico), y además venden productos de empresas privadas”, señaló.

 

Unir ciencia y políticas públicas

La historiadora recordó que en las semanas de contingencia varias voces de científicos mexicanos precisaron qué aportaciones podían ofrecer ante la epidemia.

 

“Escuchamos a virólogos, epidemiólogos, expertos en genética y otros especialistas de la UNAM, del Cinvestav del IPN, y de la UAM, entre otras universidades públicas, decir en los medios de comunicación lo que se puede hacer en el país con su planta científica; pero falta mayor articulación para conjuntar investigaciones y apoyo económico para configurar políticas”, consideró.

 

El Estado debe retomar su papel en la prevención de la salud, además de mejorar los servicios públicos para fortalecer a la nación ante una situación de emergencia como la vivida, concluyó.

 

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Foto 01.

 

La alerta por la influenza evidenció que varias instituciones de tradición en el desarrollo de diagnósticos y vacunas han sido desmanteladas, dijo Ana María Carrillo Farga, de la FM de la UNAM.