06:00 hrs. 11 de mayo de 2009

  

Boletín UNAM-DGCS-285

Ciudad Universitaria

 

 

 

 

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CADA VEZ LLUEVE MENOS EN EL VALLE DE MÉXICO

 

 

En el Valle de México cada vez llueve menos porque las temporadas cíclicas de lluvia, que se presentaban entre finales de abril y octubre, se han recorrido a mediados de mayo por la creciente urbanización de la capital del país, explicó Ernesto Jáuregui Ostos, investigador del Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA) de la UNAM.

 

“La sustitución de los suelos naturales con árboles por calles deforestadas, pavimentadas y rodeadas de edificios, es un factor local que ha ocasionado una reducción del ciclo anual de precipitaciones pluviales, aunque es apenas uno de los tres factores que participan en el fenómeno”, señaló el especialista en climatología urbana.

 

Los otros dos agentes que explican que haya menos lluvias en esta ciudad son de índole global.

 

“Uno es el predominio de las corrientes del oeste, que se caracterizan por aire seco y descendente sobre los vientos alisios, que son húmedos y producen convección, un fenómeno fundamental para la formación de nubes, precipitaciones y ciclones”, añadió.

 

El tercer elemento es el calentamiento global, que ha ocasionado una alteración de los patrones cíclicos de la atmósfera en todo el planeta y ha favorecido un incremento general de la temperatura, acotó.

 

“La combinación de estos tres factores hace cada vez más compleja la predicción del clima, un área de estudio que tiene como principal característica la variabilidad”, añadió Jáuregui.

 

Menos humedad y más calor

 

Además de la reducción de lluvias, la creciente urbanización del Valle de México induce cambios ambientales, como el aumento de la temperatura y el deterioro de la calidad del aire.

 

“Esas alteraciones a escala local contribuyen, junto con la deforestación, al cambio global del clima. A partir de la segunda mitad del siglo XX, estas modificaciones son en promedio del orden de 0.52 grados Celsius por década de aumento de temperatura”, explicó Jáuregui.

 

Como consecuencia de este calentamiento en la Ciudad de México, declinó la humedad relativa del aire, mientras se quintuplicó la frecuencia de los aguaceros intensos.

 

“Es decir, hay menos lluvias, pero las que se registran son precipitaciones fuertes que ocasionan encharcamientos en la ciudad”, aseveró.

 

 

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