Boletín UNAM-DGCS-277
Ciudad Universitaria
Pie
de foto al final del boletín
“El arma más peligrosa
es la desinformación”, advirtió la académica de
Ante el contagio de la llamada influenza A H1N1, en mundo partes del
mundo se ha reaccionado con pánico, lo que se traduce en conductas desproporcionadas
que crean desconcierto y generan mitos y malentendidos.
Pero este fenómeno no
sólo se da en el exterior, como demuestra el hecho que, según
Aunque hay quienes creen que es mejor
extremar precauciones a obviarlas, la investigadora subrayó que esas conductas no
son más que juicios precipitados que confunden y desvían la atención de un
asunto medular en la prevención de la enfermedad: el virus se transmite de
persona a persona, y en ningún caso, del animal al humano.
Para desmentir a quienes sostienen que estos
animales domésticos están detrás de los procesos infecciosos en curso, la
especialista agregó que la población de puercos mexicana es sometida regularmente
a controles sanitarios sumamente estrictos y nada indica que sean ellos el
detonante de la pandemia actual.
“Nuestras piaras (manadas)
están sanas, los resultados serológicos no se han modificado y los aislamientos
virales son los mismos. Todo lo demás son afirmaciones sin sustento, y el peor
daño que se le puede hacer a la población es sugestionarla con especulaciones”,
aseveró.
Virus recombinante
En las últimas semanas,
se han reavivado prejuicios y mitos urbanos en torno a este animal, y el
responsable el adjetivo “porcino”, que habitualmente se coloca después de la
palabra influenza.
“De hecho, este
patógeno tiene peculiaridades humanas, porcinas y aviares”, características que
han desconcertado a la comunidad científica.
Para dar respuesta a esta
condición atípica, han comenzado a circular por internet muchos rumores sobre
este mal: algunos dicen que se trata de un experimento fallido, otros que es
una enfermedad de diseño y los más temerarios, señalan que es resultado de una
supuesta guerra biológica, imputaciones que la médica veterinaria descalificó
al aseverar que en realidad, detrás de todo esto, se encuentra “un
microorganismo que se mezcló con otros, un fenómeno perfectamente natural”.
Escorcia explicó que
aunque suene a ficción, en el entorno hay seres capaces de apropiarse de otras
formas de vida para reconstituirse y renovarse y reciben el nombre de “virus
recombinantes, partículas capaces de mezclar su información genética con la de
otros virus —e incluso de la célula que afecta—” para dar pie a algo totalmente
nuevo.
En el caso particular
del padecimiento actual, se trata de una cepa típica de influenza humana,
Este tipo de
microorganismos mutan con rapidez, añadió la especialista en infecciones
animales, lo que hace factible que los medicamentos que se aplican ahora para
tratar la enfermedad puedan no ser útiles en el futuro. Pese a este riesgo, las
medidas profilácticas sugeridas hasta ahora, como lavarse las manos o usar
tapabocas, “servirán contra este virus y los que vengan”.
El caso de China y el de
México
A finales de 2002, el
mundo se despertó con la noticia de que en China comenzaba a multiplicarse el
número de enfermos afectados con una neumonía atípica hasta entonces
desconocida.
Se trataba del Síndrome
Respiratorio Agudo y Grave (SARS, por sus siglas en inglés), un mal que sobrepasó
a las autoridades sanitarias, que poco pudieron hacer para contener el aumento
de brotes. Esta situación encendió focos rojos entre la comunidad científica,
porque debido a que en el país había mil 200 millones de habitantes, cualquier
epidemia podía ser devastadora.
“De hecho, por este indicador demográfico, en un principio al SARS se
le llamó influenza pandémica, aunque a fin de cuentas no lo
fue”, señaló la experta en gripe aviar, quien comparó aquella situación con
la que hoy atraviesa
“Eso explica el abultado número de infectados que tenemos, en
comparación con los reportados en EU y otras naciones, lo que de ninguna manera
significa que el virus sea más peligroso aquí que afuera”, apuntó. Las altas
cifras reportadas responden más a un asunto “matemático y de probabilidad” que a
otros factores, añadió.
Ya años antes, en pleno periodo de contingencia, los chinos se paseaban
por sus ciudades embozados con tapabocas azules, se ponían guantes quirúrgicos
para asirse del pasamanos del autobús y evitaban con desconfianza a cualquiera
que tuviera el mal tino de toser o estornudar en lugares públicos, tal y como
se hace hoy en el DF. Pese a las pasmosas similitudes, el virus oriental es muy
distinto al que por estos días recorre las calles de la capital.
“La principal diferencia es que aquél no se transmitía de humano a
humano como el A H1N1”, apuntó Escorcia.
A decir de diversos médicos, la experiencia china dejó preparado al
mundo para lidiar con situaciones de este tipo y reducir las pérdidas humanas
al mínimo. Por eso, la investigadora instó a la población a seguir las
recomendaciones formuladas por el Sistema Nacional de Salud.
Sin embargo, subrayó, todas estas medidas profilácticas y de prevención
resultarían insuficientes si carecieran del factor humano, por lo que confió en
que “la población de México sabrá ser solidaria como siempre”, y que esa
cualidad hará que el país salga de este trance.
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Foto 01.
Magdalena
Escorcia Martínez señaló que para resolver los problemas ocasionados por los
brotes de influenza en México, la comunidad necesita seguir las medidas
profilácticas sugeridas por las autoridades y buscar siempre información veraz.