15:45  hrs. 27 de Abril de 2009

  

Boletín UNAM-DGCS-249

Ciudad Universitaria

 

Pie de foto al final del boletín

 

INDAGAN, A TRAVÉS DE LA HELIÓSFERA, EL PASADO DEL SOL

 

 

Cada segundo, el Sol lanza al cosmos un millón de toneladas de viento solar, que se concentra en la heliósfera, una región o “burbuja” espacial a la que se han acercado sondas para captar información inédita sobre los componentes y el ciclo energético de la estrella.

 

Con esos datos, el investigador del Departamento de Ciencias Espaciales del Instituto de Geofísica (IGf) de la UNAM, estudia los componentes atómicos que tuvo el astro en el pasado, así como los períodos energéticos que permiten conocer su comportamiento actual.

 

En la Tercera charla académica, en el auditorio Ricardo Monges de esa entidad, el físico detalló que dentro de esa burbuja se encuentran alineados los planetas del sistema solar.

 

 

En la conferencia La heliósfera, explicó que ésta es una burbuja dinámica de aire que oscila y cambia de tamaño; está bajo la influencia del viento solar, un plasma altamente energético, que da lugar al campo magnético interplanetario.

 

Ese viento está compuesto en un 73 por ciento de hidrógeno y un 25 por ciento de helio, además de algunas impurezas. Sus partículas son básicamente iones (átomos con carga eléctrica positiva o negativa) que proceden de la atmósfera solar y que sirven a los científicos para “tomarle el pulso” al Sol.

 

“Por él se conocen los componentes de la estrella; sus ciclos energéticos, que suceden aproximadamente cada 11 años, y su edad, que es de unos cinco mil millones de años, más o menos la mitad de su vida, señaló.

 

Además, produce explosiones energéticas denominadas “tormentas solares”, causadas por las manchas solares y otros fenómenos atmosféricos del astro.

 

Las detonaciones preocupan a los científicos, porque pueden someter a grandes dosis de radicación y afectar el funcionamiento de las sondas espaciales y de los satélites de comunicaciones que orbitan el cosmos, indicó.

 

De forma natural, las partículas de viento solar que son atrapadas en el campo magnético terrestre se agrupan en “cinturones de Van Allen”, que pueden provocar las llamativas auroras australes y boreales cuando chocan con la atmósfera, cerca de los polos geográficos del planeta.

 

Naves espaciales y rayos cósmicos

Para su investigación, Caballero López tiene acceso a datos de las misiones interplanetarias Voyager 1 y 2 de la Agencia Aeroespacial de Estados Unidos (NASA).

 

Con los datos de ambas sondas, el doctor en física espacial por la Universidad Estatal Lomonosov de Moscú, estudia los campos y partículas del medio interestelar y de la heliopausa, una zona límite entre el área de influencia del Sol y el espacio exterior.

“A partir de esos datos se hacen inferencias y labor de física teórica, hasta lograr proyecciones del Sol en el pasado”, señaló.

 

También estudia los rayos cósmicos, que provienen de todos los sitios del cosmos y son 85 por ciento protones, 12 por ciento helio y el resto núcleos pesados y electrones provenientes, en su mayoría, de nuestra galaxia.

 

“Tan sólo uno de ellos tiene un millón de veces más energía de la que puede proporcionar cualquier acelerador, y en sus choques generan 200 mil millones de partículas en la atmósfera terrestre”, ejemplificó el físico.

 

El Observatorio Pierre Auger, recién inaugurado en Argentina, y en el que participan investigadores de la UNAM, cubre un área de tres mil kilómetros cuadrados con mil 600 detectores de rayos cósmicos, que también brindan información sobre la composición del Sol primitivo y permiten su investigación”, finalizó.

 

--oOo—

 

Foto 01.                                                                                                                                                       

 

Rogelio Caballero, investigador del IGf de la UNAM, estudia los componentes atómicos que tuvo el Sol en el pasado, así como los periodos energéticos que permiten conocer su comportamiento actual.

 

 

Foto 02

 

La heliósfera es una burbuja dinámica de aire que oscila y cambia de tamaño; está bajo la influencia del viento solar, un plasma altamente energético, que da lugar al campo magnético interplanetario.