06:00 hrs. 6 de abril de 2009

  

Boletín UNAM-DGCS-201

Ciudad Universitaria

 

José de Jesús González Núñez 1

José de Jesús González Núñez 2

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SE INCREMENTA EL MASOQUISMO EN EL PAÍS

 

 

El masoquismo ha aumentado en el país, principalmente en la Ciudad de México, porque cada día es mayor la desvinculación emocional y la educación es más agresiva y confrontativa, algo que obstruye el desarrollo de niños y adolescentes, y deriva en esa perversión, destacó el académico de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM, José de Jesús González Núñez.

 

Quienes presentan esta patología son individuos que fueron rechazados en la infancia por las figuras paternas, con antecedentes de maltrato físico o mental. Al llegar a la adolescencia reproducen el patrón de manera activa.

 

También, tuvieron una detención en su desarrollo, es decir, se produjo un cruce con el proceso psicológico y el medio ambiente, lo que provocó tensión. Usualmente, en esta circunstancia la conducta se subordina a lo que es normal, porque el ser humano pasa por esa situación. En alguna etapa de la infancia, los padres regañaron o hicieron sentir dolor al pequeño, de forma deliberada o no, dijo.

 

Desde la niñez, pueden presentar síntomas que indican que desarrollarán esta patología como lacerar animales o plantas, romper o lanzar objetos, y tienden a ser golpeados en la escuela o a sufrir accidentes.

 

Los masoquistas se quedan fijos en su mundo interno y regresan a etapas anteriores. “Es como un niño en un estuche de adolescente, adulto o anciano; es una sexualidad infantil”, explicó.

 

Las perversiones detienen el desarrollo y son fijaciones, regresiones o insubordinaciones de la evolución de la libido en las etapas oral, anal, fálica y genital; a la par del instinto o los impulsos parciales, que son la erotización normal de otros órganos y sentidos.

 

La influencia y expresión de estos impulsos parciales se viven en toda la existencia, pero se desenvuelven subordinados a las zonas erógenas predominantes (oral, anal, fálica, genital). Si no se sujetan a ellas, pasan a ser un fin en sí mismo y sustituyen al orgasmo, y se convierten en parafilias.

 

El masoquismo es un trastorno que ha adoptado distintos nombres. Primero, se denominó perversión, pero se consideró un término agresivo y peyorativo, y ahora se le denomina variante sexual o parafilia. Se caracteriza porque cuando se realiza una actividad carnal se tiene la necesidad imperiosa de sentir dolor y sufrimiento físico o psicológico.

 

El reto de quienes lo padecen es satisfacer la necesidad de amar y ser amado; el fin es sufrir para ser queridos mediante el dolor y la humillación a través de latigazos, palabras soeces, pellizcos, golpes, nalgadas, piquetes e insultos, entre otros. Si no existe un acto masoquista en la relación no hay orgasmo, explicó.

 

También se caracteriza por conductas perentorias, porque no se miden los riesgos. Aparentemente sienten placer, pero no logran la saciedad y envidian a los neuróticos o “normales”, pues suponen que ellos sí tienen deleite.

 

Logran un goce, pero es doloroso. “Los neuróticos suponen que el perverso se deleita, pero no es así; es un niño en un estuche de adulto y padece esa conducta porque lo daña física y emocionalmente”, aseguró.

 

Para que una conducta pueda ser considerada masoquista, se necesita a otra persona para que genere dolor denominado sádico; el sadismo es una anormalidad sexual que consiste en dañar a alguien más para obtener placer; caracterizada por el egoísmo o el narcisismo.

 

También se significa por haber padecido maltrato en la infancia, pero en lugar de sometimiento, le gusta el control, como si fuera un acto de venganza por las desavenencias de la infancia.

 

El masoquismo es más frecuente entre mujeres y se caracteriza por el sometimiento emocional. En cambio, los hombres suelen ser sádicos, pero en un aspecto físico. No obstante, en casi todas las relaciones se establece cierto grado de sadomasoquismo, porque una parte sufre más que la otra por los desacuerdos, dijo.

 

El académico de la FP, aseguró que una de las fórmulas para contrarrestar el masoquismo es lograr que el individuo se vincule emocional o afectivamente, y de no hacerlo, procrea una sensación de aislamiento, narcisismo y egoísmo.

 

“El problema radica en que no se cree en las relaciones afectivas duraderas y los niños no conviven con sus progenitores, lo que obstruye el desarrollo, concluyó.

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Foto 01.

 

El reto de quienes padecen masoquismo es satisfacer la necesidad de amar y ser amado; el fin es sufrir para ser queridos con dolor y humillación, señaló José de Jesús González, de la FP de la UNAM.

 

 

Foto 02

 

Una de las fórmulas para contrarrestar el masoquismo es que, desde la infancia, el individuo se vincule emocionalmente para no procrear aislamiento, narcisismo y egoísmo.