12:30  hrs. 8 de marzo de 2009

  

Boletín UNAM-DGCS-136

Ciudad Universitaria

 

 

Pie de foto al final del boletín

 

 

EL COEFICIENTE DE INVENTIVA EN MÉXICO, DE 0.5 POR CIENTO

 

 

El coeficiente de inventiva de Japón, que incluye el número de solicitudes de patente por habitante es de 30 por ciento, mientras que el de México es de apenas 0.5 por ciento, informó en la UNAM, Mauricio Pérez Martínez, especialista del Instituto Mexicano de la Propiedad Intelectual (IMPI).

 

En la Facultad de Estudios Superiores Cuautitlán (FESC), afirmó que en el país pocos se interesan por registrar sus creaciones porque desconocen las ventajas de hacerlo, como la obtención de regalías por el licenciamiento a trasnacionales.

 

En la actualidad, países como Corea del Sur han mejorado su desarrollo tecnológico y encuentran en las patentes un punto de oportunidad que genera más inversiones y la posibilidad de fortalecerse económicamente.

 

En México, el 97 por ciento de las pequeñas y medianas empresas (Pymes) mueren antes de los dos años; se debe instruir para que cuenten con más elementos de subsistencia en el mercado, aumenten su competitividad y aprendan a distinguirse, indicó.

 

En el curso Investigación, búsqueda y solicitud de registro de patente, organizado por la secretaría de Planeación de este centro multidisciplinario, Pérez Martínez aseveró que la legislación en materia de propiedad intelectual permite a los titulares de los derechos importantes beneficios de comercialización.

 

Las empresas o individuos que hayan desarrollado un producto o realizado una innovación tecnológica que satisfaga una demanda –explicó– verán premiado su esfuerzo al trasformar esa creación en una propiedad tangible y factible de ser explotada.

 

En virtud de ello, de manera exclusiva el titular de una patente podrá usar, fabricar y avalar cualquier uso del objeto protegido por un tiempo determinado, al permitir a terceros conocer la nueva tecnología y, con base en ella, desarrollar nuevos artículos y procedimientos. Patentar genera protección y garantiza ganancias en caso de vender la idea, cuyos derechos sólo pueden ser fuente de lucro si existe una licencia de por medio.

 

Para explicar el asunto, Pérez Martínez dijo que la propiedad intelectual se divide en dos categorías: la relacionada con ingenios, patentes, marcas, trazos y esquemas industriales, así como con denominaciones de origen, y las referentes al autor, es decir, a los derechos de artistas, intérpretes, ejecutantes y productores de fonogramas, entre otros.

 

Estos frutos del intelecto y la iniciativa tienen en común que son derivados del conocimiento humano y que pueden ser plasmados en un cuadro, libro o una nueva variedad vegetal, entre otros medios.

 

El representante del IMPI destacó que la competitividad es un aspecto ligado a este rubro. “Hoy se viven tiempos difíciles, y si antes era complicado sacar adelante una empresa, ahora lo es más; sin embargo, eso no debe ser una limitante para generar nuevos proyectos o echar a andar negocios. Ser diferente en un medio donde las ofertas son similares es clave para subsistir”, concluyó.

 

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Foto 01.

 

En el curso Investigación, búsqueda y solicitud de registro de patente, Mauricio Pérez Martínez explicó que la propiedad intelectual transforma los proyectos e iniciativas en bienes tangibles.