Boletín UNAM-DGCS-134
Ciudad Universitaria
María Herlinda Suárez Zozaya |
Pie
de foto al final del boletín
A tres décadas del
surgimiento de Los Panchitos, académicos
de
Las pandillas, tanto
en México como en el resto el mundo, son asociaciones integradas por chicos que
anhelan pertenecer a una comunidad, apropiarse de un espacio e identificarse
con un gremio, algo que no encuentran en su entorno, subrayaron.
María Herlinda Suárez
Zozaya, del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias (CRIM) de
Por ello, entre más se
profundice la crisis económica, habrá menos sitios de inserción y los afectados
reclamarán territorios. Este agravamiento de la situación, opinó la experta, quizá
no se aprecie en la cantidad de tropeles que surjan, sino en el número de
integrantes que los conformarán.
La investigadora de
El sentimiento de
exclusión entre quienes no han alcanzado la madurez es grande, algo que los
lleva a agruparse, pues de otra forma se sentirían perdidos.
En ese sentido, el
integrante del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS),
Por ello, añadió, el
gobierno debe proponer una nueva estrategia de espacios y crear lugares
públicos para que los chavos se integren a la comunidad de una forma no
institucionalizada.
No se trata de
corporativizarlos o reclutarlos por algún partido político, sino de impulsar áreas
para la cultura, educación, empleo y redes de solidaridad que suplan las carencias
que los menores de 25 años enfrentan a diario en la escuela, la familia o el
trabajo.
Herlinda Suárez señaló
que las bandas en México, al igual que en todo el mundo, son asociaciones
formadas por individuos con necesidad de pertenencia, y agregó que ser parte de
un clan es un acto ritual, pues así se adoptan los usos y costumbres de un
círculo social reducido y exclusivo.
De Los Panchitos a los emos:
30 años de historia
En 1978 surgió una de
las cuadrillas más temida del país, Los
Panchitos. La sola mención de ese nombre era suficiente para sembrar
desconcierto y hasta pánico; pero no fue la única, también estaban Los Nazis, Los Sapos, Los Mocos y
otras que se hicieron famosas en la década de los 80.
Según se consigna en Juventud popular y bandas en
Sin embargo, con el
avance de los medios de comunicación, la modernización, la educación y otros
factores, esas hordas legendarias se apagaron hasta casi extinguirse. En la
actualidad, comentó el universitario, sobreviven sólo 10 ó 20, cuyos miembros se
siguen reuniendo.
Una de las
características principales de estos conjuntos, apuntó Castillo Berthier, eran
los nombres denigrantes que se daban a sí mismos: Los Sapos, Los Cerdos, Los Bastardos, Los Nazis, Los Picudos, una
forma de echarle en cara al mundo su condición social.
Éste no es un fenómeno
nuevo, explicó el académico, pues la historia de las tribus urbanas tiene 60 ó
70 años. La primera multitud de inconformes que acaparó la atención de los
medios de comunicación fueron Los Tarzanes,
conformada por tipos que usaban chamarras de cuero y se peinaban con vaselina.
Más tarde vinieron “los
pachucos”, gremio de inmigrantes con una forma de hablar, música y vestimenta que
mezclaban la idiosincrasia mexicana con el american
way of life estadounidense.
En los años 50,
aparecieron “los rebeldes sin causa”, émulos de James Dean que adoptaron un
estilo particular a partir del boom del
cine posterior a
En los 60, los
muchachos asumieron el mote de “hippies”. En los 70, la moda era pasar el
tiempo con “la flota”. Finalmente, en los 80, aparecieron los “chavos banda”, sujetos
que solían pintar las paredes y defender un territorio, detalló el investigador
del IIS.
Hoy, la aparición de
punketos, darketos, emos y demás tribus urbanas ha cambiado el panorama. “Antes,
los miembros de las bandas eran pobres y vivían en un barrio que definía su
identidad; hoy, los grupos se conforman por intereses mutuos como la música y el
desarrollo de propuestas culturales propias”, comentó.
En la transformación
de los chavos banda en “emos” se aprecia un proceso evolutivo, aseveró Castillo
Berthier, y explicó que el fenómeno de las pandillas ochenteras sólo se explica
en una sociedad que tenía un excedente de pobres, segmentados poblacionalmente y
sin medios de comunicación; aunque con el paso del tiempo, estas condiciones se
han modificado, concluyó.
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Foto 01
Foto 02.
Manifestaciones
como el grafiti son una manera de reclamar posesión y dominio sobre un
territorio.
Galería: