06:00  hrs. 6 de marzo de 2009

  

Boletín UNAM-DGCS-133

Ciudad Universitaria


Lilia Domínguez Villalobos

 

Pie de foto al final del boletín

 

 

A LA BAJA, LA FUERZA LABORAL FEMENINA EN MAQUILAS

 

·        Antes, esta industria estaba conformada en un 70 por ciento por mujeres, pero ahora la mitad de su planta es masculina, señalaron especialistas en la FE de la UNAM

·        Rara vez ocupan cargos directivos, y cuando lo hacen sus sueldos son menores a los de los varones

 

La industria maquiladora ha perdido 20 por ciento de mano de obra femenina; antes, ellas conformaban el 70 por ciento de la planta de empleados y hoy la mitad de los puestos son ocupados por hombres, señalaron profesoras de la Facultad de Economía (FE) de la UNAM, en la mesa La desigualdad de género, una mirada de las economistas.

 

Lo anterior demuestra que aún hay discriminación laboral en sectores como el agrícola, manufacturero y en cargos ejecutivos, apuntaron las catedráticas Lilia Domínguez Villalobos, Jennifer Ann Cooper Tory, María Antonieta Barrón Pérez y Nallely Pérez Barceló, quienes participaron en el ciclo Mujeres en Movimiento.

 

Las charlas, que forman parte de las conmemoraciones del Día Internacional de la Mujer, analizaron algunas de las condiciones y prejuicios que se han perpetuado y han agravado la desigualdad en la sociedad moderna.

 

La profesora Lilia Domínguez Villalobos y la coordinadora del Centro de Desarrollo Empresarial de la FE, Flor Brown Grossman, presentaron un estudio conjunto sobre la desigualdad salarial en la industria manufacturera y en la maquiladora.

 Desde los años 70, explicaron, la mano de obra femenina ha crecido en ese sector; sin embargo, son las empresas textiles la que se llevan el mayor porcentaje de participación de este género, aunque los índices han caído últimamente 20 por ciento.

 

Además, hicieron hincapié en que las mujeres ocupan puestos directivos en raras ocasiones, pues sólo 11 por ciento ha llegado a estos cargos en las manufactureras exportadoras, 14 por ciento en las de distribución local, y 21.8 en las maquilas.

 

En contraste, ellas representan el grueso de los obreros generales, con un 54 por ciento, mientras que en los establecimientos exportadores figuran en un 34 y en los importadores en 26 por ciento.

 

Domínguez apuntó que la distribución es desigual y, desafortunadamente, donde las empleadas se desenvuelven es en la categoría salarial más baja.

 

Asimismo, la académica refirió que, a quienes se desempeñan como ejecutivas, las empresas exportadoras les pagan 64 por ciento del monto que reciben los hombres por la misma función, las no exportadoras 71 por ciento, y las maquiladoras 86 por ciento. En cambio, tratándose de obreros no hay gran diferencia; de hecho, en las maquiladoras el sector femenino gana dos por ciento más que el masculino.

 

Por su parte, María Antonieta Barrón Pérez analizó la situación campesina. Apoyada en encuestas del Programa de Jornaleros Agrícolas, la especialista desmintió aquello de que en el ámbito rural no se percibe esta falta de equidad.

 

Los resultados que obtuvo a lo largo de su investigación arrojaron que no sólo el pago es menor entre las jornaleras, sino que además ellas han agravado esa disparidad pues, para obtener lo mismo que los niños y los viejos, cumplen con su cuota para después ayudar a los infantes.

 

Adicionalmente, Nallely Pérez Barceló habló sobre el Programa de Desarrollo Humano Oportunidades, que, en su opinión, reproduce las distinciones genéricas, porque adjudica una responsabilidad familiar desmedida a las madres, que se traduce en lapsos dobles y triples de trabajo.

 

Una política diseñada con un enfoque de equidad debiera considerar necesidades, carencias e intereses tanto de mujeres como de hombres y generar recursos que beneficien a ambos sexos. Su meta debe ser, señaló, la igualdad y la transformación de las relaciones para lograr un trato más justo.

 

Aún perviven mitos que interfieren en el adecuado diseño de estrategias públicas, como la sobrevaloración de las mujeres como encargadas de sus hijos, la idea de que ellas sólo pueden realizar ciertos trabajos y la notoria ausencia de proyectos que apoyen sus funciones. Lo que resta ahora es romper con esos prejuicios y construir una comunidad mucho más igualitaria, concluyó.

 

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Foto 01

Jennifer Cooper y Lilia Domínguez coincidieron en que la equidad de género muchas veces queda en palabras, pues la disparidad salarial entre hombres y mujeres es parte de la cotidianidad.

 

Foto 02

Flor Brown Grossman explicó que en las maquiladoras, las mujeres conforman el grueso de la mano de obra, pero rara vez tienen acceso a puestos directivos o de alta responsabilidad.