12:30  hrs. 2 de marzo de 2009

  

Boletín UNAM-DGCS-126

Ciudad Universitaria

 

 


Ruud M.Buijs

Pie de foto al final del boletín

 

LA ALTERACIÓN DEL RELOJ BIOLÓGICO Y EL ESTILO DE VIDA PODRÍAN OCASIONAR SÍNDROME METABÓLICO

 

 

·        Trabajar o estar muy activo durante gran parte de la noche y, además, ingerir alimentos cuando se debiera estar descansando, podría contribuir a la obesidad y a padecimientos asociados, como la diabetes y la hipertensión

·        Ruud Buijs, del IIBm, explicó que como consecuencia de los cambios en los horarios de alimentación, el ambiente metabólico interno del cuerpo –conducido por el cerebro–, se vuelve arrítmico

·        Comer en abundancia por la noche conduce a una respuesta endócrina anormal, precisó el especialista

 

 

El estilo de vida que provoca en algunas personas trabajar o estar activas durante gran parte de la noche y, además, ingerir alimentos cuando debieran estar descansando, podría contribuir a la obesidad y a padecimientos asociados como la diabetes y la hipertensión conocidos, en su conjunto, como síndrome metabólico.

 

Así lo revelan estudios de Ruud M. Buijs, integrante del Instituto de Investigaciones Biomédicas (IIBm) de la UNAM, quien explicó que a consecuencia de los cambios en los horarios de alimentación, el metabolismo –conducido por el cerebro– se vuelve arrítmico, es decir, el reloj biológico se altera.

 

Éste último se sitúa en el llamado núcleo supraquiasmático, en el hipotálamo cerebral; se encarga de organizar la fisiología las 24 horas del día, regula la secreción de hormonas y la actividad del sistema nervioso autónomo, explicó el científico.

 

El reloj varía las concentraciones de glucosa, pues en la noche no se necesita gran cantidad; a lo largo del sueño el nivel es el más bajo. No obstante, incluso antes de que el despertador suene, el reloj biológico incrementa los niveles de glucosa y de cortisol, a modo de prepararse para el periodo de actividad.

 

Pero toda la fisiología cambia cuando no se escucha al reloj biológico y se vive de noche. "Suena raro que la gente que duerme menos sea más susceptible de padecer el síndrome metabólico, porque se pensaría que son personas más activas". Sin embargo, probablemente comen más en la noche y el cuerpo no está preparado para esa condición, apuntó.

 

Experimentos con ratas realizados por Buijs han demostrado que cuando se les alimentan en el día (que es su periodo de inactividad, de descanso) engordan más, y no sólo eso, las que cambian el tiempo de actividad son más susceptibles a enfermedades, especialmente del sistema inmune.

 

Lo mismo podría ocurrir con los humanos, pues al comer de noche se provocan trastornos en la fisiología: los altos niveles de glucosa son peligrosos y el organismo necesita disminuirlos; entonces, envía los carbohidratos que no requiere al tejido graso, donde comienzan a acumularse.

 

Comer en abundancia en periodos nocturnos conduce a una respuesta endócrina anormal, precisó el especialista, quien ha dado a conocer este trabajo en publicaciones como Diabetes, Endocrinology y Neuroendocrinology Briefings, de la British Society for Neuroendocrinology.

 

Como un efecto posterior al cambio en la fisiología, también se transforma la actividad del sistema nervioso autónomo y se produce un desequilibrio que con el tiempo derivará en hipertensión.

 

En personas que fallecen luego de una larga historia de hipertensión, se han encontrado evidencias de que su reloj biológico experimentó una severa disminución y no preparaba al enfermo para su vida diaria; la explicación podría residir en que esa reducción se debió a la retroalimentación de una alta presión sanguínea al núcleo supraquiasmático, explicó Buijs.

 

Asimismo, el investigador holandés ha demostrado que en el hipotálamo y en el núcleo supraquiasmático, existen neuronas especializadas que controlan en forma diferenciada las señales de salida al sistema nervioso autónomo, y que los órganos intra-abdominales, en particular la grasa visceral, el hígado y el páncreas, reciben señales de control de las células cerebrales.

 

El estilo de vida, caracterizado por múltiples comidas y un aumento de la actividad nocturna, podría provocar que el cerebro, en especial el núcleo mencionado, no detecten las señales temporales internas generadas por el cuerpo ante el estado anabólico (noche) y catabólico (día).

 

La evidencia de que la congruencia de esas señales es importante para el reloj biológico se obtuvo de roedores, a los que se les practicó una vagotomía (corte del nervio vago). Con este procedimiento, se interrumpe la comunicación del hígado y el cerebro, y la ingestión de comida aumenta en la fase de reposo, lo que conduce al incremento de peso y al desarrollo de resistencia a la insulina en el músculo.

 

De tal modo, la hipótesis del ex subdirector del Netherlands Institute for Brain Research, es que un desequilibrio en el sistema autónomo induce, en parte, el síndrome metabólico.

 

Otro argumento que soporta la teoría del también doctor en biología por la Universidad de Amsterdam, es que los pacientes con el síndrome metabólico que tienen más actividad en el día, como caminar o correr, disminuyen sus niveles de glucosa y de presión alta.

 

"Con el ejercicio se consume energía, lo que es detectado por el cerebro; se facilita el flujo sanguíneo y la pérdida de tejido adiposo, lo que deriva en presión arterial baja y una mejora de la sensibilidad del músculo a la insulina”, puntualizó.

 

Otra alternativa para mejorar la salud es intervenir directamente en el reloj biológico (núcleo supraquiasmático) para “resincronizarlo”. La hormona "de noche" llamada melatonina, es un factor determinante en la transmisión de señales de tiempo, que influye de manera importante en el supraquiasmático y en los receptores de ese núcleo.

 

En pacientes hipertensos, un suplemento de esa hormona resincroniza el núcleo y restaura la variación diurna en la presión arterial. En ratas induce la pérdida de tejido adiposo visceral y mejora el síndrome metabólico.

 

En los humanos aún debe confirmarse si la resincronización, que permite el restablecimiento de los ritmos de balance energético, propiciará la supresión de dicho síndrome, concluyó Ruud Buijs.

 

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Foto 01

 

Ruud M. Buijs, del IIBm de la UNAM, señaló que los cambios en los horarios de alimentación contribuyen a que el metabolismo se vuelva arrítmico.