06:00  hrs. 20 de Febrero de 2009

  

Boletín UNAM-DGCS-105

Ciudad Universitaria

 

Irma Rosas Pérez

Pie de foto al final del boletín

PARTICIPA LA UNAM EN LA CONSERVACIÓN DE UNO DE LOS ECOSISTEMAS MÁS IMPORTANTES DEL MUNDO

 

  • Seis entidades universitarias, en colaboración con Pemex- Petroquímica, construyen el Parque Ecológico Jaguaroundi
  • La zona ecológica es la primera reserva privada del país; el objetivo del proyecto es conservar la biodiversidad, reforestar e impulsar la educación ambiental
  • La selva intertropical es uno de los conjuntos vegetales más eficientes para eliminar el CO2 de la atmósfera, destacó Irma Rosas Pérez, investigadora del CCA

 

Con el fin de conservar la selva intertropical, uno de los ecosistemas con mayor captura de carbono en el mundo, seis entidades de la UNAM, en colaboración con Pemex-Petroquímica, rehabilitan el Parque Ecológico Jaguaroundi.

 

El terreno de casi mil hectáreas es la primera reserva privada del país y ahí se desarrollarán acciones enfocadas a la conservación de la biodiversidad, la reforestación en áreas perturbadas y la educación ambiental. Además, se están construyendo instalaciones, que se ubicarán en un perímetro de 2.5 hectáreas, donde se recibirá al público en general y se espera estén listas a finales de año.

 

Ubicada en la región de Coatzacoalcos, en las últimas dos décadas la zona ha cobrado importancia por los ingresos económicos que generan los complejos petroquímicos Pajaritos y La Cangrejera. Sin embargo, esta actividad productiva ha provocado daños severos al ambiente.

Para revertir el impacto ecológico que genera esta industria y disminuir los efectos del cambio climático, los expertos señalan que es deseable generar entornos vegetales eficientes y fijadores de carbono, pues éstos eliminan el CO2 presente en la atmósfera.

 

“Todas las áreas verdes fijan el dióxido a través de la fotosíntesis, temperatura y agua; por ello, se deben recuperar estos parajes y no permitir el cambio de uso de suelo, la deforestación y la urbanización”, destacó la investigadora del Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA), Irma Rosas Pérez.

 

Al rescate de la selva

De entre todos los ecosistemas, las selvas tropicales húmedas son de las que mejor funcionan como almacenes de carbono, esponjas de captura y provisión de agua, y freno a la erosión, además que son hogar de numerosas plantas y animales.

 

Para rescatar el manchón de jungla coatzacoalquense y revertir el deterioro ambiental de la región, la UNAM se sumó al proyecto Conservación, Reforestación, Captura de Carbono y Paseo Ecológico Jaguaroundi, realizado con financiamiento de Pemex-Petroquímica y liderado por el Programa Universitario de Medio Ambiente (PUMA), que coordinó a seis dependencias universitarias.

 

El sexteto de entidades estuvo integrado por: el Instituto de Ecología (IE), el Instituto de Geología (IGL), el Instituto de Investigaciones Sociales (IIS), el Instituto de Biología (IB), el CCA y el Centro de Investigaciones en Ecosistemas (Cieco).

 

Para Pemex-Petroquímica, el objetivo del trabajo es compensar el impacto que su presencia ha causado en la zona y reconocer la deuda histórica que la dependencia tiene con la naturaleza. Fue así como la paraestatal, bajo la guía de la UNAM, se dio a la tarea de crear un área de conservación en un predio de casi mil hectáreas.

 

Desde 2002, Jaguaroundi se convirtió en el primer espacio ecológico en ser decretado Reserva Privada por la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP), de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat).

 

Esto significa que el lugar se volvió un espacio bajo resguardo por voluntad de la paraestatal, pues por tratarse de un terreno de su propiedad, dispuso que normaran lineamientos que garanticen el buen uso del ecosistema, aseguró Irma Rosas.

 

La investigación efectuada para crear el parque se enfocó en la captura de carbono y en el diagnóstico de la flora y fauna, abundó la especialista.

 

Los vegetales capturan el CO2

Para optimizar la captura de carbono atmosférico, la propuesta de los investigadores fue reforestar, pues 80 por ciento de la zona se encuentra alterada por el hombre. Por ello, por primera vez se mide la captura de CO2 antes y después de recuperar la biomasa perdida.

 

Los territorios dañados varían de acuerdo a su localización, pues además de las petroquímicas, existen dos ejidos que llevan por nombre Cangrejera I y Cangrejera II.

 

Se trata de áreas afectadas porque los campesinos de la región cambiaron el uso de suelo para alimentar a su ganado, lo que ha implicado tala, incendios y que los animales arrasen con la vegetación.

 

Para enmendar esta circunstancia se sembraron, de forma experimental, 53 especies de plántulas; el reto consistió en encontrar el equilibrio exacto entre el sitio elegido y las variedades a cultivar. “Si se pretende que germine un organismo no adaptado a condiciones extremas como las del sur de México, el trabajo es vano”, destacó Martín Ricker, investigador del IB y responsable académico del proyecto.

 

Asimismo, comentó que se realizó un inventario de la diversidad botánica del lugar. Se colectaron cerca de 316 especies de 88 familias vegetales; sin embargo, faltaron especímenes por clasificar, pues el estudio comprendió sólo 70 de las 961 hectáreas del predio, aunque se espera abarcar la totalidad del terreno.

 

A partir de las observaciones realizadas, se determinó que este manchón de jungla alberga a un amplio espectro del reino vegetal, que incluye selva perennifolia, mediana y baja subperennifolia, así como flora encinar, palmar, popal, tular y de pastizal.

 

Una vez realizada la caracterización, siguió la reforestación experimental, pues el conocimiento de las plantas que resistieron condiciones ambientales adversas, permite “modificar, reforestar y preservar un área como ésta”, señaló el investigador.

 

Un almacén natural de carbono

Además, con un catálogo de la diversidad de la zona permitió comprender mejor cómo funciona la captura de carbono, un proceso de vital importancia porque disminuye los niveles de CO2 de la atmósfera, señaló René Martínez Bravo, académico del Cieco.

 

“Los vegetales son los encargados de tomar el dióxido de carbono y fijarlo mediante la fotosíntesis y formar estructuras (hojas, ramas, tallos) que permitan su crecimiento y mantenimiento”, enfatizó. Así, para determinar la masa de carbono que se genera a profundidad, se efectuó un muestreo del volumen del estrato arbóreo, arbústico, herbal y de pastizal, y se tomaron muestras de suelo.

 

A partir de los resultados obtenidos, se determinó que la vegetación presentaba niveles variables del elemento químico: los pastizales promediaron 60 tonC/ha; la selva y los acahuales maduros arrojaron un contenido de 180, y los acahuales jóvenes registraron 90 toneladas por hectárea.

 

Martínez Bravo refirió que las cifras registradas son la sumatoria del carbono contenido en biomasa y suelo, generado a partir de 105 mil 517 toneladas de material vegetal.

 

Para dar una idea de la cantidad de carbono almacenado en el parque, éste equivale a 167 millones 487 mil 302 litros de gasolina, explicó el investigador.  La meta a 50 años es transformar la zona de acahuales y pastizales en selva, lo que aumentará la capacidad de captura a 134 mil 578 toneladas.

 

Por ello, añadió “se está recuperando un área que había dejado de ser un ‘sumidero de carbono’, lo que se traducirá en beneficios ecológicos de conservación, económicos y sociales”.

 

El Protocolo de Kioto reconoce el papel de los bosques para mitigar el CO2 y otros gases de efecto invernadero y con esta iniciativa, México se une a los esfuerzos globales por alcanzar un desarrollo sustentable de los recursos forestales.

 

Una selva joven

Al ser reforestada, la selva debe permanecer joven, condición que favorecerá la conservación del carbono en las estructuras vegetales. Por ello, es preciso efectuar un registro que permita saber qué árboles, al rebasar cierta edad, deberán ser cortados, aseveró Irma Rosas.

 

Al respecto, la académica comentó que tan sólo pensar en la tala provoca angustia, pues se cree que esto daña al ecosistema, pero si se lleva a cabo un mapeo que registre el estado físico y cronológico de la flora, se tendrá un control absoluto de la región y se podrán diseñar estrategias de sustentabilidad.

 

Martínez Bravo sugirió que una vez eliminados los organismos viejos de la biomasa, las ventajas no sólo serían a nivel ambiental, sino social, pues la madera resultante sería utilizada para la manufactura de utensilios, artesanías o construcción de casas.

 

Fauna silvestre en medio de complejos petroquímicos

En cuanto a fauna, se registraron 117 especies de pájaros, 15 de murciélagos, seis de roedores, una de conejo, dos de monos, tres de tlacuaches, dos de carnívoros, 24 de reptiles, 17 de anfibios y 134 de insectos.

 

Del total de variedades catalogadas, cuatro están en peligro de extinción (el oso hormiguero, el ocelote, el mono araña y el mono aullador), tres en protección especial (el puercoespín tropical, el jaguaroundi y la nutria), y 19 son considerados animales amenazados. Además, se detectó la presencia de un elevado número de aves migratorias continentales.

 

El Parque Jaguaroundi debe su nombre a un felino que habita en la región y convertido en emblema de la integración ecológica de la selva. Su nombre científico es Herpailurus yaguaroundi y es un ágil trepador, del tamaño de un gato doméstico, que suele cazar en la mañana y en la tarde. Se alimenta de aves y mamíferos pequeños; posee un cuerpo alargado y delgado con piernas cortas; es de color gris pardo, negro o rojo, y vive alrededor de 15 años.

 

Fomentar una cultura de conservación

Como resultado de la investigación, y con el objetivo de fomentar una cultura de conservación ambiental, se prevé que el parque abra sus puertas al público a finales de 2009 o principios de 2010. Para ello, se han comenzado a levantar instalaciones en un perímetro de 2.5 hectáreas que, por el momento, es hasta donde se planea que la gente tenga acceso.

 

Tendrá un sendero de exploración de cuatro kilómetros que podrá ser recorrido a pie o en bicicleta; además, se construirá un taller de usos múltiples, invernaderos para investigación y un auditorio al aire libre. También, se edificará un muelle para actividades de canotaje, pesca o  excursión; se colocará un vivero y se organizarán recorridos para que los visitantes entren en contacto directo con la biodiversidad del lugar.

 

Esta reserva ecológica es un ejemplo del potencial que tienen los parches de vegetación natural para preservar la riqueza biológica regional, fortalecer la cultura ambiental y diseñar modelos de conservación.

 

Para dar a conocer los avances de esta iniciativa y sus proyecciones a futuro, la UNAM editó el libro El Parque Ecológico Jaguaroundi, que describe las diferentes etapas de la investigación realizada.

 

Para concluir, Irma Rosas enfatizó que se debe de recuperar el uso original del suelo, no debe de permitirse más la deforestación ni la urbanización.

 

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Foto 01 

 

Irma Rosas, del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM, aseguró que el Parque Ecológico Jaguaroundi revertirá el daño causado por el hombre en la selva veracruzana.

 

 

Foto 02

 

El investigador Martín Ricker, del IB, aseguró que es imperativo conocer a detalle la biodiversidad de la región si se desea que la reforestación de Jaguaroundi sea efectiva.

 

 

Foto 03.

 

En el parque Jaguaroundi, primer espacio ecológico decretado Reserva Privada, se han registrado 117 especies de pájaros, 15 de murciélagos, 24 de reptiles y 134 de insectos, entre otras.