06:00 hrs. 12 de Febrero de 2009

  

Boletín UNAM-DGCS-086

Ciudad Universitaria

 

 

 

Alejandro Pizarroso

 

Pie de foto al final del boletín

 

 

 LA PROPAGANDA DE GUERRA ES UN “ARMA” DECISIVA  EN EL ENFRENTAMIENTO ENTRE GRUPOS

 

 

En conflictos como la Guerra del Golfo, Somalia o, más recientemente, Irak, el manejo de la comunicación se ha convertido en un elemento esencial y de carácter estratégico. Lo que usualmente se entiende por propaganda bélica no es otra cosa que un arma más, a veces decisiva, en el enfrentamiento entre dos grupos, aseguró Alejandro Pizarroso Quintero.

 

El académico de la Universidad Complutense de Madrid expuso que antes bastaba con agitar un “trapo de colores”, o bandera, para iniciar un conflicto armado; sin embargo, hoy se requiere un fuerte “trabajo” de convencimiento a la población, porque quienes están al frente de una sociedad son dirigentes democráticos sometidos a elecciones. Se trata de una labor de “retaguardia” en pleno combate, donde el horizonte electoral determina el manejo de la opinión pública, opinó.

 

En la conferencia Guerras y propaganda: el legado de Bush, dictada en el Centro Interdisciplinario de Ciencias y Humanidades de la UNAM, añadió que este tipo de divulgación consiste en “convencer a alguien de algo”, pero si este “algo” es favorable o desfavorable, lo decide cada quien según su moral.

 

Este tipo de acondicionamiento es útil para el sector en el poder y consiste en formar conciencia, establecer valores y maneras de reaccionar para que sea suficiente decir que la patria está en peligro para iniciar un conflicto.

 

La educación patriótica, la vinculación positiva con las fuerzas armadas y el respeto institucional a los gobiernos son mecanismos que sólo precisan de una buena campaña, basada en las condiciones, usos e ideas particulares de cada sociedad, para que cuando llegue el momento de apoyar una conflagración o atacar, la gente dé su aval, refirió el experto.

 

La propaganda es el conjunto de métodos y medios para impulsar a individuos y grupos a asumir actitudes prefiguradas y comportamientos determinados. La realidad efectiva muestra cómo ella, ya sea ideológica o comercial, permea la actividad de nuestro tiempo, de manera implícita o explícita.

 

El académico consideró que, en la medida en que se disponga de suficiente dinero, se puede convencer a “casi cualquier grupo social de casi cualquier cosa”, sobre la base de un consenso previo.

 

Es un hecho sabido que cuando los gobiernos desean operar militarmente en conflictos periféricos siempre enfrentan la oposición de la opinión pública, que es pacifista. La dinastía Bush, y en general las grandes potencias, han demostrado que para lograr sus propósitos persuasivos resulta altamente efectivo dotarse de legitimidad ante el exterior y, para eso, se requiere mucha propaganda.

 

De ese modo, nos seguirán “vendiendo” distintas guerra o ejercicios de violencia, tanto de tipo periférico donde interviene EU y sus aliados como locales.

 

Pizarroso Quintero mencionó que cualquier país bajo amenaza de Estados Unidos no sabe en qué día se producirá el ataque, pero sí la hora: a las seis de la tarde de Nueva York, “para entrar directo en el telediario”.

 

Así ocurrió con el desembarco en Somalia, en Mogadiscio (1993), o con el ataque a Irak, pues ambos sucesos fueron pensados para salir en los informativos de la televisión.

 

Bush padre preparó el ataque a Somalia, al que definió como una “intervención humanitaria”, y calculó que con eso iba a ganar la reelección en noviembre de 1992; no obstante, por razones militares se retrasó la invasión, que tuvo lugar cuando ya había perdido la presidencia de EU frente a Bill Clinton.

 

Cuando George W. Bush accedió a la presidencia de la Unión Americana, él y su equipo ya pensaban en la guerra contra Irak, pero no tenían pretexto. Entonces, Al-Qaeda, grupo al que los estadounidenses habían apoyado contra los soviéticos, ejecutó un atentado perfecto: nunca con tan poco dinero se hizo tanto daño.

 

Así, se decidió el orden de los ataques, primero Afganistán y luego Irak, aunque para justificar la invasión a este último país se tuvieron que falsificar historias: la existencia de armas de destrucción masiva. “Esos recursos funcionan todavía hoy. Incluso después de que el mismo Bush declaró ante el Congreso que no había tal armamento, 60 por ciento de los estadounidenses sospecha que sí lo hubo. Los efectos de la propaganda fueron muy certeros”.

 

Por último, Alejandro Pizarroso Quintero aclaró que se emplea erróneamente el término “desinformación” como sinónimo de estar mal informado, cuando en realidad se refiere a la difusión de información deliberadamente falsa, lo que resulta eficaz.

 

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Foto 01.

 

El catedrático español Alejandro Pizarroso Quintero opina que, con las estrategias y recursos adecuados, es posible persuadir a todo un pueblo de prácticamente cualquier cosa.