06:00 hrs. 20 de Enero de 2009

  

Boletín UNAM-DGCS-039

Ciudad Universitaria

 

Elda Alicia Alva Canto

Pie de foto al final del boletín

EN MÉXICO LOS NIÑOS HABLAN E INTERACTÚAN MÁS QUE LAS NIÑAS

 

 

En contra de la creencia popular, en México los niños hablan más que las niñas, tienen mayor riqueza de vocabulario e interactúan más, aseguró la encargada del Laboratorio de Infantes, Cognición y Lenguaje de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM, Elda Alicia Alva Canto.

 

Sin embargo, señaló la investigadora, las pequeñas poseen otro tipo de habilidades, como ser más cumplidas con sus obligaciones escolares y organizadas en su entorno.

 

Ambos factores se relacionan con el ambiente familiar, la educación en las escuelas y las expectativas que se tienen respecto a cada género dentro de las mismas.

 

De hecho, un estudio realizado por una universidad de Estados Unidos, reveló que ellos hablan nueve veces más que ellas en los salones de clase, y se les alienta para que lo hagan.

 

Alva Canto comentó que se sabe que los niños y niñas, hasta los seis años, producen un vocabulario de aproximadamente 10 mil 600 palabras; que los primogénitos tienen mejor lenguaje que el resto de sus hermanos, y que el padre tiene mayor impacto en el desarrollo de la locución del pequeño, tanto en las habilidades generales de la lingüística como en el léxico. Además, la académica de la División de Posgrado de la Facultad explicó que las madres trabajadoras tienen hijos con mejores habilidades verbales que las amas de casa.

 

No es cierta la creencia de que todo, incluso el buen uso del lenguaje, se aprende en las aulas, pues se ha observado que mientras los padres educados son proclives a apoyar a sus hijos en casa y enseñarles vocabulario, los adultos que no han estudiado utilizan la mayor parte de su léxico para darle instrucciones a los pequeños y no para comunicarse con ellos, indicó.

 

Estos resultados son parte de las investigaciones realizadas en el Laboratorio de Infantes de la FP, que tienen por objetivo estudiar la adquisición del lenguaje de forma sistemática y mediante paradigmas experimentales, como el Intermodal de Atención Preferencial, de Habituación-Deshabituación, Giro de Cabeza, Succión y Atención Preferencial Auditiva.

 

La catedrática detalló que éste es el primer laboratorio, a nivel nacional, que desarrolla un equipo que aborda el Paradigma Intermodal (con el que se explora el aprendizaje de la lengua de infantes de entre 12 y 36 meses de edad), y agregó que ahí se llevan a cabo investigaciones que contribuyen a identificar cómo los bebés aprenden a hablar, pues “tradicionalmente” se pensaba que lo hacían al pronunciar su primera palabra, “pero esto no es real”.

 

Aunque el campo de trabajo es más amplio, como dice Alberto Falcón Albarrán, estudiante de doctorado y colaborador del Laboratorio, quien señaló que en el centro no sólo se estudia cómo aprenden a hablar los pequeños, sino cómo razonan o conocen algunas cosas. “El lenguaje sirve para observar cómo piensan los bebés”.

 

Es precisamente en la observación donde radica el secreto de una mejor adquisición del lenguaje pues, como señala el también colaborador Omar Abad González Aguirre, por inadvertencia de los padres, en muchas ocasiones los infantes son tratados como tontos y no se les habla con propiedad, lo que tiene consecuencias, pues no se pone atención a las necesidades que manifiestan ni a los mensajes que transmiten.

 

En este sentido, Alva Canto explicó que la investigación que se realiza en el Laboratorio de Infantes se centra en el estudio de la adquisición de la lengua materna y su desarrollo durante los primeros años de vida. Actualmente, se tienen registrados a mil 900 niños en la base de datos, pero esta cantidad no resulta suficiente, pues para cada estudio se requieren entre 100 y 120 menores, expuso.

 

Alva Canto, quien también es presidenta de la Sociedad Mexicana de Psicología, aclaró que los estudios no siempre se realizan dentro de las instalaciones universitarias, sino en hospitales, escuelas y centros de educación básica, pues se trabaja con niños de edades que van de los 0 meses a los 12 años.

 

María Luisa Hernández Reyes, otra de las integrantes del Laboratorio, detalló que cada pequeño reacciona de manera distinta ante las pruebas; algunos son atentos y otros distraídos, pero todo eso nos dice si lo que se efectúa está bien o si se necesita modificar algunos métodos. “Los niños han mostrado respuestas favorables a la serie de investigaciones que se hacen, y toda reacción ayuda”.

 

Al hablar de la importancia que tiene la labor realizada en la Facultad, el colaborador Miguel Ángel Baca Jiménez manifestó que, en México, el trabajo sobre el desarrollo del lenguaje en infantes no se ha promovido y la mayoría de los estudios que llegan al país se realiza en el extranjero, con infantes de nacionalidades y características diferentes a las de los niños latinos.

 

Por ello, con este tipo de proyectos, México aporta una base de datos que contribuirá a una mejor comprensión del desarrollo que tienen los bebés mexicanos en esta materia, concluyó.

 

Por otra parte, Alberto Falcón y Cynthia César dijeron estar sorprendidos por la respuesta que han tenido los padres ante este tipo de estudios, pues incluso en universidades como Harvard y Oxford, en las que tienen lugar actividades similares, éstos no han mostrado la misma respuesta. “Los papás mexicanos son más participativos”.

 

Hernández Reyes expresó que el proceso para que los infantes tomen parte en los estudios es simple: se agenda una cita entre alguno de los padres, el hijo y uno de los experimentadores, no sin antes explicarle a los progenitores en qué consiste su participación y aclarar que el bebé permanecerá con ellos todo el tiempo. La visita al Laboratorio dura aproximadamente 45 minutos.

Se realiza una entrevista breve que consiste en responder un cuestionario sobre el vocabulario del infante y otro sobre la situación social y datos generales del pequeño, información que se maneja de forma confidencial.

Posteriormente, el familiar, el menor y el responsable, se trasladan a la cabina de experimentación, donde se realizará el proceso, que puede enfocarse en tópicos como: categorización perceptual en infantes; efecto de tipicidad en la categorización de palabras; comprensión del género gramatical de los sustantivos; uso de claves fonológicas, y generalización de palabras nuevas en eventos de movimiento, entre otros. Al concluir los ejercicios, el experimentador analiza resultados y los agrega a la base de datos para incorporarlos en las investigaciones en curso.

Los datos obtenidos a lo largo de los años han servido para la elaboración de publicaciones como un diccionario graduado para escolares y los títulos Cómo usan los niños las palabras, La producción del lenguaje de niños mexicanos. Un estudio transversal de niños de cinco a 12 años y Del universo de los sonidos a la palabra.

 

Por todo esto, Alva Canto asegura que el centro a su cargo ha cumplido con la encomienda con la que nació en el año 2000: romper paradigmas y comenzar a descifrar qué es lo que los niños saben antes de pronunciar su primera palabra, indispensable para saber qué es lo que el niño entiende y qué no.

 

La labor continúa, pues como señala la también estudiante de doctorado e integrante del Laboratorio de Infantes, Cynthia César de la Cruz: “Aquí no se espera a que los niños den las respuestas, no se aguarda a que empiecen a hablar para hacer investigaciones. Por el contrario, se intenta imaginar el mundo que ve el bebé cuando nace para tratar de organizar la información que recibe y que usará para comunicarse”. Los pequeños, aclaró, no deben adaptarse a las necesidades de los investigadores, sino “nosotros a ellos”.

 

 

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Foto 01

 

Las investigaciones que tienen lugar en el Laboratorio de Infantes buscan entender cuáles son los procesos que hacen posible la adquisición del lenguaje.

 

Foto 02.

 

El equipo, encabezado por la doctora Elda Alicia Alva Canto, está integrado por estudiantes  de licenciatura, maestría y doctorado de la Facultad de Psicología.