Boletín UNAM-DGCS-016
Ciudad
Universitaria
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final del boletín
ESTUDIAN EN
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Su
movilidad en el organismo puede hacerse mayor o menor, mediante el uso de una
determinada frecuencia en el gradiente de la presión
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Los
resultados de la investigación, realizada en
La circulación de fluidos en el organismo –biofluidos–
puede hacerse mayor o menor, mediante el uso de una determinada frecuencia en
el gradiente de presión. Al imponer localmente
pulsos de cierta repetición en la red de vasos sanguíneos alrededor de un
tumor, se podría reducir el aporte de sangre oxigenada, que impediría su reproducción.
Investigaciones realizadas por un equipo de
La imposición de frecuencias tiene un efecto similar al de reducir o
aumentar la viscosidad de un fluido, lo que hace que su movilidad sea mejor y
más rápida, o más lenta.
Su incremento no podría instrumentarse cerca del corazón, pues se
correría el riesgo de un paro cardiaco; pero quizá sería útil en trombos
ubicados en las piernas, dijo Corvera Poiré.
En procesos
naturales, explicó, los fluidos viscoelásticos no transitan a un gradiente de
presión constante. En el sistema circulatorio, la sangre fluye a la frecuencia
que el corazón le impone y, cuando se tose, el moco se mueve en los bronquios a
la velocidad que establece la tos.
En estado saludable, cuando se respiran partículas de polvo se tose dos
y tres veces por segundo para expulsarlas; a esa frecuencia, el moco se
desplaza con mayor facilidad en los bronquios, puntualizó.
Sin embargo, en pacientes con bronquitis crónica la viscosidad aumenta,
y para sacar las flemas la frecuencia necesaria tendría que ser 10 veces mayor:
entre 20 y 30 veces por segundo, algo imposible, pues se correría el riesgo de
ahogamiento; por ello, se les extrae el moco con una máquina, aseguró.
Como parte de este proyecto, Corvera Poiré
desarrolla un modelo físico-matemático de crecimiento para una estructura
ramificada por la que circula un fluido, para entender cómo es afectada la
formación de nuevos vasos sanguíneos (angiogénesis)
por factores hidrodinámicos y químicos, y por la estructura del medio.
Si se entienden los mecanismos –no genéticos–
que determinan la estructura de una red de vasos, se podrían proponer métodos
para controlar sus características (el ancho de los capilares, el grado de
ramificación y de conexión) y, eventualmente, métodos para disminuir su crecimiento
alrededor de un tumor, consideró la investigadora.
“Un tumor segrega una sustancia que debilita las paredes de las
arterias vecinas y propicia que se cree una red de vasos desde las arterias más
cercanas; así, se alimenta de sangre oxigenada y puede reproducirse”, añadió.
Asimismo, se podría promover
el crecimiento de una red para auxiliar a la revascularización de un tejido
que, accidental o deliberadamente (como en el caso de cirugías), haya sido
cortado.
La microfluídica
La microfluídica estudia los fluidos a microescalas y representa la posibilidad de entender sus
procesos de transporte en sistemas tan pequeños como vasos sanguíneos, células
y sistemas miniaturizados de tecnología moderna.
También permite diseñar dispositivos a pequeña escala, con los que se podrían
economizar reactivos y hacer procesos en paralelo.
La tendencia tecnológica aplicada a la medicina es el desarrollo de un
laboratorio en un chip; así, una gota
de sangre fluiría por canales micrométricos, y en cada uno de ellos se podrían
hacer pruebas simultáneas, con diferentes sueros y reactivos, en pocos minutos.
Además, la difusión de partículas pequeñas es más rápida, y son más
susceptibles de ser separadas, sin necesidad de filtros materiales; por ello,
en la actualidad se desarrollan dispositivos para realizar análisis in situ en cirugías.
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Foto 01.
Al imponer
localmente pulsos de cierta frecuencia en el gradiente de presión, se podría
lograr que la sangre fluya a menor o mayor velocidad, explicó Eugenia Corvera Poiré, de