Boletín UNAM-DGCS-791
Ciudad
Universitaria
ESTUDIAN
ACADÉMICOS DE
·
El Laboratorio de Paleoetnobotánica y Paleoambiente busca determinar los
microelementos botánicos, presentes en muestras de tierra
·
Los teotihuacanos utilizaban ese material de las milpas para rellenar el
interior de la cimentación
·
Para esa cultura, la construcción de edificios de culto religioso, era
quizá más importante que la preservación de parcelas destinadas a la
alimentación, señaló
Académicos de
El integrante del
Laboratorio de Paleoetnobotánica y Paleoambiente del Instituto de
Investigaciones Antropológicas (IIA),
Uno de los objetivos
principales, es determinar los materiales botánicos presentes en las diversas
etapas constructivas de la pirámide y de las estructuras anteriores subyacentes
que se fueron integrando con los años, pues a simple vista sólo se ve la parte
última del edificio. En la exploración, se hallaron entierros humanos y de
animales, asociados a la edificación.
Al Laboratorio le
corresponde estudiar los materiales botánicos, donde se encontraron entornos
mortuorios, polen de maíz vinculado a elementos de culto, “lo que significa que
a sus muertos les ofrendaban esos granos, lo que tenía valor simbólico y
cultural”, abundó el especialista.
Con los estudios
polínicos, se determinó que entre los materiales que los teotihuacanos
utilizaron en el interior de
Ibarra recordó que
Teotihuacan fue la primera metrópoli de la cuenca de México, que tenía la
capacidad de albergar hasta 200 mil personas, y para su época de mayor
esplendor era una ciudad impresionante.
Mucho se ha especulado
del motivo por el que fue abandonada. Se ha dicho que agotaron su entorno
natural, por erosión, o abuso de recursos naturales; ante el colapso, tuvieron
que irse. “Lo cierto es que para ellos, en la época de edificación de la
pirámide de
En la construcción de
los edificios monumentales, se utilizaban elementos como piedra, ceniza
volcánica, u otros sin importancia, o improductivos, como grava o gravilla;
pero incluir zonas de cultivo, señala que la religiosidad era un punto
importante, puntualizó.
Los integrantes del
Laboratorio también han trabajado en otras zonas arqueológicas, como
Un laboratorio de polen
“El grano fosilizado
ya no es polen como tal, sino una huella o impresión. En cambio, el polen
arqueológico puede conservarse en condiciones óptimas hasta 10 mil años, y para
la mayoría de las culturas mesoamericanas constituye un rango bastante bueno”.
La labor de los
especialistas es estudiar restos paleobotánicos en excavaciones, donde toman
muestras de tierra y sedimentos. Buscan estructuras, áreas de actividad,
habitaciones o sitios antiguos que fueron ocupados por culturas prehispánicas.
Después de colectar
las muestras en
Su morfología hace
posible identificar al grupo o familia de plantas al que pertenece. Si acaso no
está bien preservado por deformaciones, erosiones o ataques de microorganismos,
el laboratorio cuenta con una colección de polen de referencia.
Se trata de materiales
de plantas modernas, recolectadas en los sitios de excavación o sus
alrededores. Cuando hay dudas de la ubicación taxonómica, se recurre a ella
para equipararlo correctamente, concluyó el especialista.
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Foto 01.
El polen perdura
largo tiempo y proporciona información sobre la flora o paleoflora de un lugar,
lo que revelará usos y costumbres, señaló