06:00  hrs. 21 de Noviembre de 2008

  

Boletín UNAM-DGCS-730

Ciudad Universitaria

 

 

 

José Valdés Galicia

Pie de fotos al final del boletín

 

 

RELACIONAN RAYOS CÓSMICOS ULTRAENERGÉTICOS, CON NÚCLEOS ACTIVOS DE GALAXIAS

 

·        Fueron descubiertos hace casi un siglo, pero se desconocía su origen, dijo José Francisco Valdés Galicia, director del IGf de la UNAM

·        Esa entidad , junto con el Instituto de Ciencias Nucleares, participan en un proyecto internacional que reúne a alrededor de 300 científicos de 70 instituciones, en 17 países

·        El hallazgo inaugura una nueva rama de la ciencia: la astronomía de partículas

 

Los rayos cósmicos son las partículas más energéticas del universo, y aunque fueron descubiertos hace casi un siglo, se desconocía su origen; no obstante hoy, de acuerdo a estudios realizados en el Observatorio Pierre Auger, en Argentina, con participación de científicos de la UNAM, se ha demostrado que su fuente podrían ser los núcleos de galaxias activas (AGN’s por sus siglas en inglés), afirmó José Francisco Valdés Galicia, director del Instituto de Geofísica de esta casa de estudios.

 

Académicos del Instituto de Geofísica (IGf), y del Instituto de Ciencias Nucleares, participan en este proyecto internacional, que reúne a cerca de 300 científicos de 70 instituciones, en 17 países. Este hallazgo, dijo Valdés Galicia, inaugura una nueva rama de la ciencia: la astronomía de partículas.

 

El descubrimiento logró la portada de la revista Science, y fue considerado el más importante en el área de la física en 2007; además fue el tercero más relevante de todos los hallazgos científicos de ese año.

En el seminario El origen de los rayos cósmicos ultraenergéticos, aproximaciones a una respuesta largamente esperada, el científico explicó que son núcleos de átomos ordinarios, despojados de sus electrones, totalmente ionizados.

 

Se sabe, abundó, que son protones y partículas alfa (núcleos de helio), hasta en más de 90 por ciento; aunque también se han encontrado núcleos de plomo. “Pero más allá de 1016 electron volts (eV, unidad equivalente a la energía cinética que adquiere un electrón al ser acelerado por una diferencia de potencial en el vacío de un voltio), se desconoce su composición y procedencia”.

 

En al auditorio Tlayolotl del IGf, expuso que el principal problema para descifrar el origen de los rayos cósmicos ultraenergéticos (RCUE), es la existencia de campos magnéticos, que ocupan todo el universo.

 

Partículas sin carga, como los neutrinos, no son afectadas; pero la mayoría de los rayos cósmicos son partículas cargadas, que ante la existencia de campos electromagnéticos, empiezan a girar y las irregularidades de éstos, provocan procesos difusivos que impiden determinar su origen.

 

Hay partículas aún más energéticas, 1020 eV, equivalente a una pelota de tenis a 160 kilómetros por hora –aunque la masa de esa bola y la de un protón es como comparar una gota de agua con tres mil veces el líquido de todos los océanos de la Tierra–. “Que una partícula tan ínfima, subatómica, tenga tal energía, plantea una incógnita fundamental”, puntualizó.

 

El Gran Colisionador de Hadrones (LHC, por sus siglas en inglés), la máquina más potente creada por el hombre, ubicada en la frontera entre Suiza y Francia, está tres órdenes de magnitud por debajo de la energía que producen los rayos cósmicos; estos son, con mucho, las partículas más energéticas del universo.

 

Las de energías más altas son poco, o nada, desviadas por campos magnéticos, así que alcanzan a la Tierra y se puede saber de dónde vienen. No obstante, abundó el científico, se tiene el problema de su escasez: una partícula por kilómetro cuadrado por siglo, es decir, en un detector con esa extensión “se tendrían que esperar 100 años para captar una de ellas”.

 

De ahí que se requieran observatorios enormes, capaces de muestrear chubascos de partículas, y con la electrónica lo suficientemente rápida, se sabrá de dónde vinieron.

 

Al cruzar la alta atmósfera, los RCUE provocan el fenómeno de fluorescencia, al excitar moléculas de nitrógeno. La luz que produce la desexcitación es como un foco de cinco watts a 20 kilómetros de altura; se requieren instrumentos muy sensibles para captarla, señaló.

 

Para medir las propiedades de los RCUE con la suficiente precisión y estadística, y resolver qué son, de dónde vienen, e imaginar cómo son acelerados y transportados hacia el planeta, se construyó el Observatorio Pierre Auger, el más grande del mundo.

 

Está ubicado en Malargüe, provincia de Mendoza, Argentina. Mide tres mil kilómetros cuadrados; cuenta con mil 600 tanques de agua de 3.6 metros de diámetro, separados un kilómetro y medio, y cuatro espejos de fluorescencia (también llamados ojos de mosca), explicó.

 

Para cumplir con su objetivo, desde el principio se planeó como híbrido, es decir, con dos tipos de instrumentos o fuentes de información: espejos de fluorescencia y una red de tanques de agua. Una partícula que viene por el aire, al penetrar en el agua, cambia el índice de refracción y puede volverse superlumínica; a la señal que emite se le llama luz Cherenkov, y con ella se puede determinar cuánta energía depositó en el tanque. Así, se puede dilucidar la energía original y el tipo de partícula.

 

Luego de recolectar datos por más de tres años, los científicos encontraron que las fuentes de partículas de alta energía no se distribuyen de manera uniforme en todo el cielo; en lugar de ello, los resultados vinculan el origen de esos rayos misteriosos con las galaxias cercanas, que poseen núcleos activos; así ocurrió en 22 de 27 eventos. Se cree, además, que los RCUE deben ser protones y núcleos de elementos más pesados, añadió.

 

Ahora se requiere otro observatorio en el hemisferio norte, para completar el mapa del cielo, “pues hay una región rica en AGN's que no se ve”. Al respecto, ya hacen los preparativos en Colorado, Estados Unidos, para albergar el nuevo experimento, que tendrá una extensión de 10 mil kilómetros cuadrados, concluyó el experto.

 

 

 

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Foto 01.

 

El director del IGf de la UNAM, José Francisco Valdés, explicó que los rayos cósmicos ultraenergéticos producen luz en la atmósfera, equivalentes a un foco de cinco watts, a 20 kilómetros de altura; se requiere de instrumentos muy sensibles para captarla.

 

 

Foto 02

 

Para medir las propiedades de los RCUE con suficiente precisión y saber qué son, de dónde vienen, y cómo son acelerados y transportados al planeta, se construyó el Observatorio Pierre Auger, el más grande del mundo, dijo José Francisco Valdés.