Boletín UNAM-DGCS-717
Ciudad Universitaria
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final del boletín
HABRÍA UNA
PROFUNDA ORFANDAD INTELECTUAL Y ANALÍTICA SIN CARLOS FUENTES: JOSÉ NARRO
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La importancia de su
obra en la cultura nacional y en la literatura universal es extraordinaria,
consideró el rector de
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Fuentes recordó que
en 1951 tuvo un encuentro renovado con esta metrópoli, llegó a
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Para el escritor,
México ha sido su pasión y su obsesión, opinó el ex rector Juan Ramón de
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Las letras, las artes, el cine, el teatro, el
ensayo, el relato, o el propio análisis sociopolítico no serían los mismos sin
las aportaciones de Carlos Fuentes; “habría una profunda orfandad, estética e
intelectual, analítica y descriptiva, emotiva y reflexiva”, aseguró el rector
de
Por ello, la importancia de la obra de Carlos
Fuentes en la cultura nacional y en la literatura universal es extraordinaria,
reconoció al clausurar el Congreso Internacional La región más transparente: 50 años después, organizado por
Con su creación literaria, añadió, se aprende y
se disfruta, se sueña y se emociona, se aprecia el pasado, se entiende el hoy,
y se vislumbra el porvenir. En Fuentes, se conjugan el intelectual y el
artista, el hombre culto y el científico de la condición humana, de la
individual y la colectiva.
Acompañado por el escritor y su esposa
“Sus personajes y parlamentos, sus argumentos y
sus propuestas son esenciales para comprendernos mejor. Las musas de Carlos
Fuentes han hecho realidad el prodigio de la magia”, aseveró en
El rector sostuvo que ahora que los principios
parecen extraviarse, que la política no sólo no resuelve, sino se complica, y
que los rezagos ancestrales abruman, se debe reconocer a quienes, por méritos
propios, destacan en el concierto universal, para tomar fuerza de su ejemplo,
como el escritor y su obra.
Lo felicitó por el éxito alcanzado, el
reconocimiento obtenido, y los tiempos que ha vivido; pero en especial “por la
oportunidad de permitirnos disfrutar lo esencial, lo humano, y recordarnos todo
el tiempo que el hombre y la mujer requieren de elementos materiales, de ánimos
espirituales, cosas y bienes; pero también de letras, razones y motivos”.
Al hacer uso de la palabra, el escritor Carlos
Fuentes recordó que en 1951, tuvo un encuentro renovado con esta metrópoli, “mi
fervorosa y traicionera amante, dueña de todos los placeres y todas las
amarguras. Llegue a
En su ponencia La novela de la ciudad y la ciudad en la novela, dijo que
Al referirse a las “fuentes de Fuentes”, es
decir, a su formación personal y literaria, subrayó que la constante a lo largo
de los años ha sido la necesidad de adaptación, esencial para un hijo de diplomáticos,
y la de ver al mundo para entenderlo y ser entendido.
En un discurso lleno de anécdotas divertidas,
rememoró que aprendió la literatura sentado en las rodillas de Alfonso Reyes.
“Mi padre era secretario de la embajada de México, en Río de Janeiro, cuando
don Alfonso encabezaba la misión”. Después en la primaria, en la capital
norteamericana, a los cinco años, y sin hablar inglés, tuvo una profesora que
tomaba en serio dar al alumno un panorama amplio de la cultura. “Nos condujo
por los caminos de la literatura y de la historia, de la aritmética y de la
ciencia básica, de la expresión artística y de la disciplina moral”.
Fuentes recordó que su padre encauzó sus
primeras lecturas, la de todos los niños: Andersen y los hermanos Grimm,
Salgari y sus novelas de piratas, como El
corsario Negro o Sandokan;
Edmundo de Amicis y su Corazón, diario de
un niño, además de Dumas, Twain o Verne.
Ya en Santiago de Chile, en escuelas inglesas,
un profesor de español, exiliado de
Animado por otro maestro, en aquella nación
sudamericana publicó su primer texto Estampas
mexicanas, que apareció en la revista del Instituto Nacional de Chile. Con
su compañero Roberto Torretti Edwards, a quien está unido por una fraternidad
juvenil, decidió escribir una novela, cuyo manuscrito desapareció.
Luego de una estancia en Buenos Aires, regresó a
No puede haber novelista sin abuela, dijo
Fuentes. Con la paterna aprendió a leer periódicos y a recorrer ruinas, como
Teotihuacan, Tenayuca o Tula, que prepararon su imaginación literaria. Con la
otra, la materna, narradora nata, iba al cine.
Aprendió muy joven que no había temas nuevos,
sino nuevas maneras de tratar los temas de siempre: la familia y la sociedad,
el hogar, los padres e hijos, la permanencia, la resistencia, el abandono y la
fidelidad, el amor y sus infinitas variedades, la renovación del mundo gracias
a la muerte, y la sucesión de las generaciones.
Luego de escribir sus primeros cuentos, que
sometió al concurso del Colegio Francés Morelos, y ganó, determinó su propio
destino, en la ciudad más transparente, región de su juventud, mágica, que
exige a cambio de sus placeres, la entrega de la vida.
Fuentes
y México
México ha sido la pasión de Carlos Fuentes,
precisamente por eso, también ha sido su obsesión, consideró el ex rector de
Fuentes es México desde Los días enmascarados, hasta La
voluntad y la fortuna”, dijo. Pero también es internacional. “A través de
él, de sus cuentos, novelas y ensayos, sus lectores hemos sido, somos también
más universales”, señaló al dictar la conferencia magistral México en Fuentes, Fuentes en México.
No obstante, recalcó, lo más impresionante de
Carlos Fuentes es su libertad, el rigor con que la ejerce, y la autenticidad
con que la vive; ha ejercido su oficio con autonomía, “nos ha sorprendido una y
otra vez con esa forma tan singular con la que intenta explicarse, y
explicarnos, a través del lenguaje, mucho de lo que somos, de lo que
quisiéramos ser, y de lo que no queremos ser”.
No en vano, apuntó, Octavio Paz lo consideró un
combatiente en las fronteras del lenguaje, y un explorador de sus límites; es
decir, su exaltación corporal de la palabra va más allá de los límites
habituales de la creación y la crítica, aseguró.
Ante todo, el autor de La muerte de Artemio Cruz es un humanista, vocación que se
enriquece en sus experiencias formativas, se amplía en su entorno familiar, y
se consolida en sus vivencias universitarias; sus relatos están salpicados de
anécdotas, y evocaciones cargadas de afecto y gratitud hacia sus maestros y
condiscípulos, acotó.
“Ha construido para nosotros un México real e
imaginario, en el que todos podemos ser sus personajes, porque todos tenemos un
poco de ellos; hombres comunes, héroes y villanos”. A fin de cuentas, “todos
sus lectores somos un poco de Carlos Fuentes”, concluyó.
En los cinco días que duró el Congreso,
participaron más de 100 especialistas de México, Alemania, Argentina, Ecuador,
Estados Unidos, España, Francia, Inglaterra e Italia. En 22 mesas, además de
actos paralelos realizados en
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Por la
importancia de la obra de Carlos Fuentes en la cultura nacional y en la
literatura universal, la UNAM organizó el Congreso Internacional La región más transparente: 50 años después.