06:00  hrs. 12 de Noviembre de 2008

  

Boletín UNAM-DGCS-712

Ciudad Universitaria

 

 

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LOS AGUJEROS NEGROS NO TRAGAN TODO

 

·        Existe radiación electromagnética a longitudes de onda tan grandes, que no es capaz de entrar en ellos, dijo el investigador del Instituto de Astronomía de la UNAM, Sergio Mendoza Ramos

·        No son tan oscuros como se dice, pues emiten radiación electromagnética, señaló

·        Cuando la masa de una estrella es de 20 a 30 masas solares, al final de su vida el núcleo se comprime en un punto denominado agujero negro, una singularidad en el espacio-tiempo

 

Los llamados agujeros negros no tragan todo. Existe radiación electromagnética a longitudes de onda tan grandes, que no es capaz de entrar a ellos, afirmó Sergio Mendoza Ramos, investigador del Instituto de Astronomía de la UNAM.

 

Si alguien que mide 1.80 metros de alto intentara pasar por una puerta de un metro, “esencialmente rebota. Así, una longitud de onda menor que el tamaño del agujero puede ser absorbida, de lo contrario, es rechazada y no hay manera de hacerla entrar”, explicó.

 

Además, expuso, los hoyos no son tan negros como se dice, pues emiten radiación electromagnética; son los objetos macroscópicos más sencillos del universo y están descritos por su masa, carga y nivel de rotación.

 

En la conferencia ¿Agujeros negros que no tragan luz?, organizada en al auditorio Paris Pishmish de la propia entidad, el físico de la UNAM, con estudios de posgrado en el Churchill College de la Universidad de Cambridge, expuso que existen diferentes tipos de hoyos.

 

El comportamiento de las estrellas

Una estrella es un objeto gaseoso, cuya temperatura es tan elevada, que genera reacciones termonucleares en su interior; el tamaño va de una centésima de masa solar, hasta 100 veces más grande. En tanto, sus radios pueden ser de un milésimo, hasta cientos de veces mayores. Unas son muy frías, de 10-3 grados Kelvin, o muy calientes, de hasta 105 Kelvin.

 

En la vida de estos cuerpos celestes, existen reacciones nucleares importantes, como la fusión del hidrógeno para convertirse en helio, o la conversión del carbono en nitrógeno, y después en oxígeno.

 

La de mayor masa conocida es Melnik 42, ubicada en la Nube Grande de Magallanes, con extensión de 60 a 100 masas solares, y una luminosidad de un millón de veces del Sol, precisó el experto.

 

En tanto, las estrellas pequeñas no tienen fusión nuclear de hidrógeno en su interior, y son similares a Júpiter; reciben el nombre de enanas, marrón, o café.

 

Otras son como el astro rey y crecen hasta convertirse en gigantes rojas y, al final de su vida, las capas superficiales de gas son expulsadas hacia el medio interestelar, y brillan como nebulosas planetarias. Generalmente, en el núcleo dejan como remanente una estrella compacta que se denomina enana blanca.

 

Luego están las mayores, que por su masa tienen más fuerza gravitacional. La temperatura en su interior es más elevada, lo que explicará sus reacciones termonucleares se lleven a cabo a un paso más veloz que las pequeñas.

 

La vida de estos soles termina con una explosión; “llega un momento en que las reacciones termonucleares que se generan al interior requieren energía, en vez de darla; a eso se le llama reacción endotérmica”, explicó el especialista.

 

Entonces, se colapsan hasta que la densidad es tan alta, que los núcleos atómicos se tocan y rebotan en un estallido supernova, registrado en nuestra galaxia sólo una o dos veces por siglo, acotó.

 

Después de ese suceso, persiste una estrella de neutrones compacta, de unos 10 kilómetros de radio, pero que supera por tres o cuatro veces el peso del Sol; ese es el material más denso conocido en el universo, del orden de 1010 kilogramos por metro cúbico, equivalente al Monte Everest comprimido en un cubo de azúcar.

 

Pero si la cantidad de materia de la estrella supera las 20 ó 30 masas solares, el núcleo no puede mantenerse y se comprime en un punto al que se denomina agujero negro, una “singularidad” en el espacio-tiempo.

 

Los agujeros negros

La luz es atraída por la fuerza gravitacional; es fenómeno no observable en la Tierra, pues aquí no es lo suficientemente fuerte para jalarla.

 

Pero si la masa del planeta fuera mucho mayor, o su radio excesivamente compacto, la luz si “caería”. Entonces el mundo sería un objeto oscuro, del que ni siquiera la luz podría escapar.

 

“Los agujeros negros pueden ser de unas cuantas masas solares, pero también los hay supermasivos, como los que se forman en el centro de galaxias como la nuestra”, indicó Mendoza Ramos.

 

También existen hoyos de masas intermedias, y otros que se produjeron en los primeros instantes de la creación del universo, pues había ciertas irregularidades de material cósmico, que indujeron a colapsos gravitacionales fuertes de los que pudieron surgir.

 

No hay manera de ver los agujeros negros porque son oscuros; para detectarlos se usa la acreción o atracción gravitacional de gas hacia ellos, pues cuando éste se calienta demasiado, sufre inestabilidad térmica y emite radiación electromagnética. Así, la gravitación es la mejor manera de convertir la masa en energía, concluyó.

 

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Si la masa de la Tierra fuera mayor, o su radio más compacto, la luz sería atraída y el mundo sería un objeto oscuro, del que ni siquiera la luz podría escapar, explicó Sergio Mendoza, del Instituto de Astronomía de la UNAM.

 

 

Foto 02.

 

Los agujeros negros son los objetos macroscópicos más sencillos del universo, explicó Sergio Mendoza en la conferencia ¿Agujeros negros que no tragan luz?, en el Instituto de Astronomía de la UNAM.