06:00  hrs. 9 de Octubre de 2008

  

Boletín UNAM-DGCS-636

Ciudad Universitaria

 

 

Alejandro Córdoba Aguilar

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CATASTRÓFICA PARA LOS ECOSISTEMAS, LA DESAPARICIÓN DE LAS LIBÉLULAS

 

·        Cumplen importantes funciones ecológicas: la principal, ser depredadoras de otros insectos como mosquitos y moscas

·        Alejandro Córdoba Aguilar, del Laboratorio de Conducta de Artrópodos del Instituto de Ecología de la UNAM, explicó que contribuyen a la estabilidad de las redes tróficas

·        Se trata de unos de los organismos más antiguos. Su diseño morfológico y aerodinámico es ancestral y su sistema de vuelo primitivo

 

La destrucción de su hábitat y el calentamiento global podrían llevar a la desaparición de las libélulas, lo que sería catastrófico para los ecosistemas, advirtió Alejandro Córdoba Aguilar.

 

El integrante del Laboratorio de Conducta de Artrópodos del Instituto de Ecología (IE) de la UNAM, explicó que las libélulas cumplen importantes funciones ecológicas: la principal, ser depredadoras de insectos pequeños como mosquitos y moscas, lo que ayuda a regular la población de este tipo de fauna. Además, al alimentarse de otros “bichos”, devuelven nutrimentos (vía excrementos) al hábitat y contribuyen a la estabilidad de las redes tróficas.

 

El científico señaló que hay alrededor de siete mil especies de libélulas en todo el mundo y 600 en México. Se trata de un grupo diverso que habita en los trópicos; el grueso se localiza en entidades como Chiapas, Veracruz y la península de Yucatán.

 

Su hábitat es de dos tipos: ríos o arroyos que llevan agua corriente, con mucha oxigenación, y sitios estancados como lagos, lagunas, charcos o presas, apuntó el universitario.

 

Mientras su vida comprende dos fases: una acuática y otra terrestre. Las hembras ponen los huevos en lugares con agua, donde eclosionan. Las larvas se desarrollan en el líquido y, una vez que se completa el ciclo –que va de un mes a dos o tres años–, se transforman en adultos con alas, cuya única función es comer y reproducirse.

 

Se trata de unos de los organismos más antiguos. Su diseño morfológico y aerodinámico es ancestral y su sistema de vuelo primitivo; de hecho, la evolución del ascenso de los insectos surgió en las libélulas y ellas lo perfeccionaron.

 

“Las libélulas han dado información sobre por qué planean los insectos y, aparentemente, la razón se relaciona con actos reproductivos; era una forma de que machos y hembras pudieran aparearse.”

 

Pero las libélulas no sólo son primitivas en su manera de tomar vuelo, sino en su forma de copular. Los machos tienen los órganos que producen espermatozoides en una zona alejada del pene. “Éste no es más que un receptáculo temporal para que los machos los transfieran a las hembras. Esta ubicación de los órganos reproductivos es ancestral, similar a la de escorpiones o algunos crustáceos”.

 

Córdoba Aguilar expuso que la pérdida de ambientes y, sobre todo, de sitios con aguas limpias, ha mermado la población de libélulas. “Algunas especies se adaptan a ambientes relativamente sucios, pero no es el caso de la mayoría”.

 

Otro punto en contra es el cambio climático. El incremento global de las temperaturas hace que esos insectos perciban erróneamente que es verano cuando no lo es; esto los lleva a emerger del agua antes de tiempo, cuando no hay suficiente alimento.

 

El científico ha trabajado con comunidades de libélulas en Tehuixtla, Morelos. En ese, sitio se ha descubierto que estos insectos se están adaptando para no enfrentar a los patógenos o para hacerlo de manera exitosa.

 

Así, hay especies que han desfasado su vida a otros periodos, de tal forma que no se encuentran con lo que los perjudica; otros, fortalecen su sistema inmune y crean procesos enzimáticos particulares de “gran calidad” en ciertos momentos del año.

 

“Queremos saber cómo se adaptan esos animales a sus patógenos a lo largo del año, y las diferentes estrategias para enfrentarlos”, aseveró Córdova Aguilar.

 

En la Estación de Biología de Los Tuxtlas, a cargo de la UNAM, el enfoque de la investigación es de conservación: se busca determinar cuáles son los requerimientos de esas especies para mantenerse en los hábitats, así como los factores que las afectan, como la tala.

 

De igual modo, desde la perspectiva de la reproducción, se pretende entender cómo es que los machos compiten por las hembras y qué atributos tienen los que se reproducen mejor.

 

Al respecto, Córdoba y sus colaboradores han encontrado que los sitios perturbados tienen efectos negativos en la reproducción de estos insectos y que los machos exhiben adaptaciones para competir con sus rivales. Por ejemplo, usan recursos para volar lo más posible y defender su territorio, aunque la capacidad de su sistema inmune disminuye.

 

Por último, se analizan las colecciones del Instituto de Biología de la UNAM para determinar cuáles especies son las más primitivas y cuáles las más recientes al tratar de asociar sus características morfológicas, abundó el experto.

 

En cuanto a su conducta, las libélulas se dividen en dos grandes grupos: las territoriales y las que no lo son. En el primer caso, los machos defienden espacios donde las hembras llegan a aparearse y, en el segundo, no les afecta que un posible rival vulnere su espacio.

 

Tales sistemas han influido en patrones de tamaño particular. En las especies territoriales, los machos son más grandes que las hembras, al contrario de lo que se observa en las variedades no territoriales.

 

También se ha encontrado que un grupo de millones de libélulas llega en invierno desde Canadá, Estados Unidos o Alaska (donde pasa el verano) a zonas tropicales como Veracruz y la Península de Yucatán. Para soportar ese largo viaje, ambos sexos son de gran tamaño (alrededor de ocho centímetros de largo por 10 de envergadura de las alas) y durante el recorrido se aparean.

 

En el libro Dragonflies & Damselflies, editado por el investigador y publicado recientemente por Oxford University Press, se abordan los temas de ecología y evolución usando a las libélulas como sujeto de trabajo. Los capítulos, 19 en total, se refieren a las relaciones de los patógenos con sus hospederos.

 

En el texto, colaboraron destacados especialistas de diferentes disciplinas y de todo el mundo, quienes abordan preguntas relacionadas con la evolución fisiológica, vuelo, dimorfismo en tamaño e, incluso, cuestiones prácticas como el uso de esos insectos como indicadores de perturbación de un sitio.

 

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Foto 01.

 

La evolución del vuelo de los insectos surgió en las libélulas y ellas lo perfeccionaron, señaló Alejandro Córdoba, del Laboratorio de Conducta de Antrópodos, del Instituto de Ecología de la UNAM.