06:00  hrs. 8 de Octubre de 2008

  

Boletín UNAM-DGCS-634

Ciudad Universitaria

 

Fernando Berrojalbiz

 

Pie de foto al final del boletín

 

 

 

 

EL ARTE RUPESTRE MEXICANO, EN RIESGO POR EL VANDALISMO

 

·        Pinturas que datan de mil años, se han perdido por el saqueo y los graffitis, alertó Fernando Berrojalbiz, del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM

·        Juegan un papel trascendente para completar la visión de la historia nacional, pero aún así, su estudio se ha dejado de lado, dijo

 

En México, testimonios de arte rupestre que se habían conservado por más de mil años, han sufrido deterioro en las últimas décadas por actos vandálicos, afirmó el investigador del Instituto de Investigaciones Estéticas (IIE) de la UNAM, en Oaxaca, Fernando Berrojalbiz Cenigaonaindia.

 

La gente picotea las pinturas, las saca en bloques y las grafitea, a tal grado que en algunos casos ya no se pueden recuperar. Por ello, es necesario que se conozca su trascendencia, pues dice mucho del pasado de México, sostuvo el académico.

 

El arte rupestre, dijo, permite conocer detalles de culturas prehispánicas, coloniales y recientes. “Juega un papel fundamental para completar la visión que se tiene de la historia nacional, pero a pesar de su valor, su estudio se ha dejado de lado; es necesario que autoridades, instituciones e investigadores le den la importancia que merece”.

 

Graffiti ¿arte rupestre?

El arte rupestre, explicó Berrojalbiz Cenigaonaindia, está integrado por las expresiones realizadas en paredes de roca naturales, sin preparación, ya sean escarpes, acantilados e incluso en piedras sobre una superficie horizontal. Puede ubicarse en el interior de cuevas, en paredes abiertas o en bloques al aire libre.

 

Es una de las primeras expresiones del hombre y, quizá, el inicio del arte. Al parecer, ese comienzo se asienta en África, hace 70 mil u 80 mil años, cuando aparecieron las primeras expresiones simbólicas hasta ahora conocidas.

 

Incluso, agregó el experto, se sigue haciendo hasta la actualidad; sería pertinente “preguntar hasta qué punto un graffiti puede considerarse arte rupestre”.

 

Para mucha gente, expuso, las pinturas milenarias se asocian con cazadores y recolectores, un modo de vida primitivo, pero no es así, pues casi todas las sociedades las utilizaron; por ejemplo, en Mesoamérica, las civilizaciones que se consideran con más altos conocimientos, como los mayas, se expresaron con glifos y escritura plasmados en cuevas.

 

Las técnicas utilizadas son principalmente dos: la pintura y el grabado. La primera, se realizaba con pigmentos minerales o de origen orgánico, que tenían como aglutinantes a las savias de cactáceas como el nopal, o raíces de plantas.

 

El grabado, en tanto, es el resultado de una incisión con un objeto punzante sobre la roca, o del picoteado para formar el motivo, refirió el investigador, doctorado en el IIE.

 

Los dos componentes en el arte rupestre son expresiones abstractas o geométricas, naturalistas o figurativas; se trata de la representación de figuras humanas, animales, o elementos del cielo, como el Sol y la Luna.

 

En México, uno de los elementos más recurrentes son las serpientes, y cuadrúpedos, como venados, además de plantas como el maíz. Sin embargo, reconoció, se requiere de un estudio detallado y estadístico para conocerlo a fondo.

 

Arte común en el México prehispánico

La conservación de estas expresiones artísticas, abundó Fernando Berrojalbiz, depende de muchas variables, como las condiciones naturales. “Un sitio sellado, sin filtraciones ni registro de temblores, es idóneo; pero seguramente muchas obras han desaparecido por causas naturales, por agua, hielo, o el intemperismo”.

 

En México, se desconoce con exactitud el número de lugares que cuentan con tal riqueza, pero se cuentan por miles, y muchos están por descubrirse. En Baja California se le ha dado mayor importancia, aunque en todas las entidades de la República hay muestras, como en Durango y Oaxaca, aseguró.

 

Como parte del proyecto Hervideros, encabezado por Marie Areti Hers, también investigadora del IIE, se intentó el entendimiento integral de las culturas que se desarrollaron en Durango y la chalchihuiteña, de tradición mesoamericana, fue la más importante.

 

Ahí, en el Valle del Alto Río Ramos, al norte de la región, el universitario descubrió que la concepción del espacio era diferente a la actual; ahí, el arte rupestre fue trascendental en la construcción del paisaje cultural y social.

 

También se hallaron evidencias de los tepehuanes, indígenas que encontraron los españoles a su llegada al estado; antes de los hallazgos, el conocimiento de ese grupo era sólo mediante fuentes documentales.

 

A 80 kilómetros al sur del valle, el investigador localizó una cueva con paredes decoradas; sus motivos –más de 300–, representan jinetes, caballos o recuas de mulas. Había indicios del pensamiento de ese grupo, la influencia hispana, la evangelización, comercio, ganadería. Es el primer testimonio, escrito por ellos mismos, en la primera mitad del siglo XVII.

 

Oaxaca y su riqueza cultural

El académico estudiará el arte rupestre de Oaxaca, donde se refleja la visión de las comunidades en el proceso de conquista y evangelización. Se piensa que tuvieron un papel pasivo, pero esas paredes cuentan lo contrario, pues fueron protagónicos en el desarrollo cultural y en la asimilación de los sucesos, dijo.

Así, especialistas del IIE y del Instituto de Matemáticas trabajarán en Ixtaltepec para analizar la escritura, nombres calendáricos y numerales; con ello, se espera determinar el conocimiento que tenían los habitantes del Istmo de Tehuantepec en esas áreas.

 

El contacto con grupos indígenas actuales, posibles descendientes de aquellas tribus, ayudará en la interpretación y técnica de las pinturas, concluyó Fernando Berrojalbiz.

 

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Foto 01

 

El arte rupestre es una de las primeras expresiones del arte y, quizá, el inicio de éste, señaló Fernando Berrojalbiz, investigador del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM.

 

 

Foto 02.

 

Arte rupestre zapoteco de estilo códice, en el sitio Ba Cuana, en la región del Istmo de Tehuantepec, Oaxaca.