Boletín UNAM-DGCS-557
Ciudad
Universitaria
AUMENTA EL CÁNCER
INFANTIL EN MÉXICO, POR FALTA DE MEDICINA PREVENTIVA
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Es la segunda causa de mortandad en niños,
sólo superada por los accidentes, dijo el miembro del Comité Académico de
Oncología de
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El 80 por ciento de los pequeños supera la enfermedad, pero 40 por
ciento tendrá que afrontar secuelas como infertilidad, alopecia y reincidencia
de otro tipo de carcinoma
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El cáncer infantil en
México es la segunda causa de mortandad en niños, sólo después de los
accidentes, pues no existen programas de salud que incluyan
“una cultura de la medicina preventiva”, aseguró el miembro del Comité
Académico de Oncología de
La tendencia es un
incremento excesivo de pacientes con distintos carcinomas. En el caso del retinoblastoma
(tumor en el ojo), la falta de alimentación y cuidados de la salud, son las
principales razones que evitan una detección temprana y, por ese motivo, es
considerada una enfermedad de la pobreza.
El tratamiento de
pequeños con este tipo de afecciones implica varios inconvenientes de su
curación, como el costo de medicamentos, las infecciones y la ausencia de
centros de salud especializados, entre otros.
Según el académico invitado de
A pesar del
incremento, el 80 por ciento de los infantes se recupera y es necesario acudir
a una terapia integral que permita, a los padres y enfermos, reincorporarse a
la sociedad, y enfrentar la discriminación, que posiblemente sufrirán una vez
que superen la patología.
Sobre el mismo asunto,
la investigadora de
Por esa razón, las consultas
psicológicas ayudan a los pequeños y a sus familiares, a encarar los procesos
que implica la lucha contra estas alteraciones.
Enfermedad de la pobreza
De esos males, el retinoblastoma, o cáncer
de la pobreza, como lo refirió Martínez Ávalos, de
El primer supuesto dicta
que se relaciona con una cepa del virus de papiloma humano, principal causa de
muerte en mujeres mexicanas. Por otra parte, se piensa que la deficiencia de
zinc, en la gestación, aumenta la posibilidad de que el bebé adquiera la alteración,
pues el elemento se encuentra principalmente en la carne, “alimento ausente en
la dieta de las madres, por su alto costo” agregó.
Es posible que la afección
inicie en el útero y por eso es importante, una vez manifestado el embarazo,
realizar un ultrasonido, que no sólo revela el sexo del nonato, sino posibles trastornos,
prevenibles con la detección y diagnóstico oportuno.
En el ámbito médico,
se argumenta que el aumento en el número de menores con carcinomas se debe al crecimiento
de la población, al ser inversamente proporcional por el número de habitantes;
“sin embargo es tan alta la incidencia, que no se justifica la hipótesis” afirmó
el coordinador nacional de Oncología Pediátrica de
Según datos del
Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), al 2008 había más de 106
millones de mexicanos, la edad mediana según
el II Conteo de Población y Vivienda 2005, era de 24 años y 31.5 de la
población tenía menos de 15 años.
En la actualidad, en el
país se invierten 30 dólares por habitante en salud, en El Salvador y Nicaragua
apenas dos, mientras que en Estados Unidos la cifra sube a 191, y en Japón alcanza
los 400.
El cáncer, más frecuente en
nuestro medio ambiente
Los factores que
incrementan la posibilidad de padecer algún tumor es la base genética, pues
todos los seres vivos tienen información para adquirirlo.
Cuando el sistema
inmunológico, encargado de destruir células malignas, pierde el control, se
incrementan los elementos cancerígenos a grado tal, que el cuerpo ya no puede
regularlos y se generan los carcinomas.
Otros factores que
contribuyen son las emisiones de Rayos X y las ionizantes, como radioterapias,
pues pueden provocar un trastorno mutagénico. “En hospitales pediátricos del
país, no protegen los genitales de los niños cuando les aplican radiaciones,
algo que no sucede en naciones desarrolladas” afirmó Martínez Ávalos.
También los campos
electromagnéticos provocan tumores, por lo que la distancia entre una
subestación de energía y un ser humano debe ser de seis metros. Las baterías de
los coches, las pilas, solventes y pinturas también contribuyen.
Los carcinomas
pediátricos varían de acuerdo al tipo de células implicadas y el grado de
crecimiento; los más frecuentes son la leucemia, el del sistema nervioso central
(SNC), los linfomas no Hodgkin, enfermedad de Hodgkin, retinoblastoma, tumor de
Wilms y el de células germinales.
Un mal sin síntomas aparentes
La prevención resulta
fundamental para una detección temprana que permita un diagnóstico oportuno; en
el 85 por ciento de los casos, las manifestaciones que presentan los pequeños no
tienen razón aparente, “los padres ni siquiera sospechan, o no saben que el niño
puede tener cáncer; y menos que se cura”, señaló Martínez Ávalos.
La sintomatología común
es fiebre prolongada, masa abdominal anormal o inflamada, palidez, pérdida de
energía y de peso en forma rápida, dolores de cabeza persistentes, acompañados
de vómito. También se forman hematomas con facilidad, se presenta sangrado,
pérdida del equilibrio, cambio repentino en el comportamiento, hinchazón de la
cabeza, brillo blanco en los ojos, y pérdida o disminución de la vista.
Un juego que reincorpora a la vida
Lo ideal es contar con
un equipo multidisciplinario donde participen enfermeras, grupos de radiólogos,
patólogos, rehabilitadores, trabajadoras sociales, psicólogos y, principalmente,
el apoyo de los padres.
Al respecto, la
investigadora de
“No sólo se trabaja
con los niños para que entiendan y manejen el padecimiento, también con los progenitores,
pues están desprotegidos emocionalmente, suelen descuidar a su pareja, sufren
crisis emocionales y económicas; al igual que los hermanos del infante, que
suelen sentirse desplazados”, explicó.
La vida en medio de la desesperanza
“Mi hijo se puso
amarillo, le empezó a crecer el estómago y a las dos semanas tuvo una infección
en la garganta; lo llevé al pediatra y le recetó penicilina, con eso se puso
peor, pues le faltó la respiración.
“Luego lo llevé al
hospital y me dijeron que iba grave, con taquicardia, el hígado inflamado,
manchas rojas en la piel, bajo en hemoglobina y plaquetas, y con un oído
reventado”, relató Alma Rosa Razo Fuentes, madre de Efraín.
A los dos años de
edad, al pequeño le diagnosticaron leucemia aguda linfoblástica, cáncer en la
sangre y la médula ósea, el más común en los niños.
Después de un año y
cuatro meses de tratamiento, Efraín ha mostrado mejorías, ha recuperado su
peso, puede caminar, retomó su pigmentación normal, se le desinflamó el hígado,
y la médula ósea se está limpiando. Ahora Alma sabe que el carcinoma sí tiene
cura, aunque es difícil aceptarlo, y enfrentarlo.
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Foto 01
Foto 02.
Andrómeda
Valencia, investigadora de