13:30  hrs. 11 de Agosto de 2008

  

Boletín UNAM-DGCS-513

Ciudad Universitaria

 

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EL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL DE 1968, DECISIVO EN LA TRANSICIÓN POLÍTICA

 

 

 

 

El movimiento del 68 fue “un parteaguas” en la historia de la nación, decisivo para la transición política y social, pues representa el primer episodio en el que se colocó a la vanguardia a nivel internacional; desde entonces, la autoridad ya no es la misma ni los movimientos sociales tampoco, expresó en la UNAM el especialista Sergio Aguayo Quezada, en la conferencia magistral en el marco de los 40 años del Movimiento Estudiantil del 68.

 

En la sala de conferencias del Centro Cultural Universitario Tlatelolco, el primer investigador independiente que tuvo acceso a los archivos de la Secretaría de Gobernación, con los que conformó el libro 1968: los archivos de la violencia –texto disponible en su página Web para descargar gratuitamente–, comentó algunos hechos de esta época.

 

 

El integrante del Sistema Nacional de Investigadores con nivel III, expuso –al participar en otra de las conferencias del programa de actividades, organizado por esta casa de estudios para conmemorar el 2 de octubre de 1968–, que es necesaria una visión prospectiva para comprender y analizar con objetividad este fenómeno, que aceleró un sinnúmero de fuerzas, que moldearon una evolución que aún se vive y se padece.

 

La historia política de México de los últimos 40 años se podría explicar por un gigantesco delta por el que desembocan tres ríos que se comunican por arroyos subterráneos o visibles, pero que se separan notablemente, ilustró.

 

El primero de ellos, indicó, es el debilitamiento en los sesenta del bloque histórico que gobernó México desde 1929 –cuando se consolida la Revolución– y, sobre todo, en el 68; ese proceso fue gradual y sutil, a veces imperceptible.

 

El segundo río, sería la forma como ha crecido la autonomía de las personas o los grupos políticos, pues al mismo tiempo que se agotaba la dominación que ejercía por la fuerza y convencimiento del viejo gobernante, aumentó la libertad en todos los ámbitos nacionales, expuso.

 

Un tercer caudal indispensable para la comprensión de la historia de la transición y particularmente el 68, es el factor externo, pues, por muchas razones, el país estuvo aislado —después de la intervención estadounidense del 1846—,  por mucho tiempo y no tenía intención de conocer como influye el factor internacional.

 

Al respecto, el académico declaró que si esta lucha ha sido tan larga se debe principalmente al apoyo de un sinnúmero de alianzas de fuerzas que iban desde Washington hasta la Cuba revolucionaria, que apoyó a gobernantes priístas.

 

El 68 jugó un papel clave para la evolución de este sistema. En 1965 se  expresaron las fuerzas que intervinieron en este fenómeno y se presentaron los primeros síntomas de debilidad, recordó.

 

El entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz representa la cúspide del autoritarismo mexicano, porque era obsesivo en los detalles y estaba decidido a que nadie pusiera en duda su autoridad, argumentó.

 

Paralelamente, el 20 de noviembre de 1964 inició el movimiento de los médicos: cinco mil facultativos y enfermeras decidieron manifestarse solicitando mejores condiciones de vida; fue una lucha pacífica, pero de gran importancia, pues duró casi un año.

 

Hubo hechos significativos: el asalto al cuartel de Ciudad Madera, Chihuahua, en septiembre de 1965; los panistas entonces continuaban abanderando las elecciones justas, y el trabajo de los intelectuales, insuficientemente atendidos en la historia del cambio en el país.

 

En el periodo de Díaz Ordaz, los pensadores sufrieron un descuido que los llevó a buscar nuevas formas para intervenir en las páginas editoriales de los periódicos, y la creación de instituciones que retaron la visión del mundo dominante, donde fueron precursores en la relación de México con el extranjero.

 

El movimiento tuvo gran difusión internacional gracias a las 14 agencias de prensa y los 62 corresponsales que estaban en la plaza de Tlatelolco, donde se realizaban las conferencias. Fue en ese momento cuando el presidente ya no pudo ignorar más el asunto y actuó de la peor manera, explicó.

 

El efecto que causó en la población fue la desaprobación del Ejecutivo y el sistema autoritario, lo que derivó en retar al autoritarismo, concluyó.

 

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FOTO 01.

 

El entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz representa la cúspide del autoritarismo mexicano, al estar decidido a que nadie pusiera en duda su autoridad, afirmó en la UNAM el experto Sergio Aguayo Quezada.

 

 

FOTO 02

 

El especialista Sergio Aguayo Quezada dictó una de las conferencias magistrales de los 40 años del Movimiento Estudiantil del 68, con que la UNAM conmemora el 2 de octubre de 1968.