06:00  hrs. 26 de Julio de 2008

  

Boletín UNAM-DGCS-481

Ciudad Universitaria

 

 


José Moreno de Alba

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SE IGNORA EL ORIGEN EXACTO DE LA PALABRA “CHILANGO”

 

·        El integrante del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM, José G. Moreno de Alba, aseguró que nadie sabe lo que significa ese sustantivo que causa controversias

·        No es un gentilicio ni tampoco se origina del náhuatl, explicó el también director de la Academia Mexicana de la Lengua

·        Fue utilizada para referirse a los habitantes de la Ciudad de México en la primera mitad del siglo XX

 

Los habitantes de la Ciudad de México no tienen gentilicio, aunque la  palabra “chilango” ha sido utilizada para ese fin, nadie sabe con certeza lo que significa, ni cuál es el origen de ese sustantivo que causa controversias, pues hay quienes le atribuyen una connotación despectiva, aseguró el integrante del Instituto de Investigaciones Filológicas (IIFL) de la UNAM, José G. Moreno de Alba.

 

Chilango no es un gentilicio, como se ha especulado por algunos, ni tampoco se origina del náhuatl como aseguran otros. Tampoco, tiene referencia con la palabra guachinango o chile, explicó el también director de la Academia Mexicana de la Lengua.

 

No es una palabra prehispánica y de hecho es relativamente moderna, señaló, y aunque se desconoce el origen y significado, se sabe que fue utilizada para referirse a los habitantes de la Ciudad de México en la primera mitad del siglo XX.

 

Un gentilicio es un adjetivo que designa el origen de una persona o de algo y debe referir al nombre del lugar, por ejemplo la palabra chiapaneco, lleva en su composición el nombre del lugar, Chiapas, seguido del sufijo “eco” que sí proviene del náhuatl; es un sufijo que significa lugar y sólo es utilizado en el español de México.

 

En ningún otro lugar en el que se habla español aparece este sufijo, herencia cultural de los aztecas, aunque también existen otras construcciones en el país para hacer gentilicios como: jalisciense, chihuahuense, sonorense o tabasqueño, pero todos tienen referencia al lugar, especificó. En la palabra chilango no sucede, pues no dice nada sobre la Ciudad de México

 

Investigar el origen de una palabra es una tarea ardua y compleja, sobre todo con aquellas que no tienen origen en el latín, expuso. Implica una búsqueda inmensa de la que no siempre se sale bien librado.

 

Es el caso de la palabra “chilango” que no tiene una base o una raíz visible, lo que provoca que los hablantes o incluso algunos especialistas hagan falsas etimologías, mencionó.

 

Los lingüistas distinguen dos momentos en la historia de una palabra, la innovación y el cambio; el primero se refiere a cuando el hablante inicialmente emplea la palabra y el segundo cuando el vocablo se propaga y varía.

 

De chilango se conoce el cambio, para qué sirve, cómo se usa, quiénes lo utilizan, qué matices le dan, si es ofensiva o chistosa; se puede averiguar y comprobar, pero no el origen, agregó.

 

Debido a que no tiene construcción de gentilicio, chilango es un apodo, igual que otras palabras con las que se les llama a los habitantes de un lugar, como el caso de jarocho, que tampoco presenta relación alguna con los ciudadanos del Puerto de Veracruz.

 

Los sobrenombres que provienen del latín, dijo, pueden ser afectivos u ofensivos.

 

La ausencia de  gentilicio, indicó, se debe principalmente al nombre de la ciudad, que es el mismo del país. Lo mismo sucedía con los habitantes del Estado de México, pero éstos analizaron ese problema y la Cámara de Diputados local envió una carta a la Academia Mexicana de la Lengua, para utilizar la palabra “mexiquense”.

 

Al investigador emérito del IIFL, le tocó revisar esta propuesta y su respuesta fue que la palabra estaba bien formada: México más el sufijo gentilicio “ense”, distinto de “ano”, que lo distinguía de mexicano, pero el éxito dependió que los pobladores la hicieran suya.

 

En caso contrario, en esta Ciudad, alguien propuso la palabra “mexiqueño” que también está compuesto de los elementos necesarios para formar un gentilicio; se aprobó e incluso se publicó en algunos diccionarios, pero nadie la usa; resultó un rotundo fracaso.

 

Sólo queda la palabra “defeño”, que a decir de Moreno de Alba, suena mal, aunque está relativamente bien construida porque hace referencia a las abreviaturas “D.F.” que pueden entender los mexicanos, pero quizá no los extranjeros, pues las siglas necesitan una explicación previa.

 

Además, no cumple la función de gentilicio, porque no se sabe claramente la distinción entre lo que es el Distrito Federal y qué la Ciudad de México, en la legislación, geografía, hablantes o cultura,  acentuó.

 

El especialista de la lengua recordó que aproximadamente hace 30 años se determinó por las autoridades, que los límites de la Ciudad de México son los mismos que los del Distrito Federal, que es una terrible barbaridad, calificó.

 

El éxito o la necesidad de la palabra chilango se debe a que no se ha encontrado un gentilicio para los habitantes de la Ciudad de México, concluyó.

 

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La palabra “chilango” no tiene una raíz visible, lo que provoca que los hablantes o incluso algunos especialistas hagan falsas etimologías, dijo el integrante del IIFL de la UNAM, José G. Moreno de Alba.

 

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El director de la Academia Mexicana de la Lengua, José G. Moreno de Alba, explicó que la ausencia de gentilicio se debe principalmente a que el nombre de la Ciudad de México es el mismo que el del país.