Boletín UNAM-DGCS-451
Ciudad Universitaria
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del boletín
La obsesión por la corrección y el “bien decir” demuestran inseguridad
de la clase media por el llamado idioma y es un reflejo de los cambios y
ascensos de grupos sociales. Presupone la búsqueda de una nueva identidad
cultural a través de la forma de hablar, señaló la coordinadora del Centro de
Lingüística Hispánica del Instituto de Investigaciones Filológicas (IIFL) de
Paradójicamente, agregó, los llamados “errores” manifiestan la riqueza
idiomática de los hablantes, las diferentes tradiciones lingüísticas y
constituyen una ventana privilegiada para entender los procesos de construcción mental de la gramática.
Ninguna variación se produce de la nada, mencionó, y tiene un trasfondo
lingüístico que brinda datos sobre la colectividad.
De acuerdo a la norma, existe un patrón y lo que se desvía de lo deseable
se considera erróneo, pero identificar algo como error es un fenómeno de
valoración más que un hecho inherente a la lengua, explicó.
La ansiedad por la corrección proviene fundamentalmente de las clases
medias, añadió, que tienen inseguridad de la variante lingüística porque la
consideran inapropiada y se preocupan de forma excesiva, como un efecto de la
movilidad social, por asemejarse a los grupos sociales con los que quieren
identificarse.
Si esta última es horizontal, detalló, no tendrá repercusiones en el
habla, porque cada conjunto se comunica con los integrantes del mismo y no
existen muchas divergencias al interactuar con iguales.
Pero cuando hay un ascenso social, una persona puede cambiar de
comunidad, tener otro tipo de interlocutores
y acceder a formas diferentes del español, argumentó. Este encuentro con modos distintos de hablar
es radical cuando la discrepancia corresponde a
alguna lengua indígena u otro idioma.
Así, un individuo puede llegar a un lugar con habilidades lingüísticas
y tiene la opción de utilizarlas libremente o avergonzarse de ellas, señaló. De
ahí proviene la inseguridad de los estratos medios, que cuentan con muchas
variaciones o “errores” familiares, que no consideran apropiados.
Ello constituye un valor, porque para preguntarse el origen de esta
diversificación es necesario salir del campo de la lingüística y adentrarse en
el ámbito del poder, que no es equivalente al de la educación, sostuvo la
licenciada en Lengua y Literaturas Hispánicas (Lingüística Hispánica), con
De esta manera, fuistes, vinistes, dijistes
o amastes son usos comunes que corren por todo
el mundo hispano, informó. Estas formas
que se consideran errores ilustran la detección de un patrón del español: el
que todos los verbos en segunda persona terminan en s, como amar, la segunda
persona de diferentes tiempos es amas, amabas, amarás, amases.
Sin embargo, no es el caso del pretérito: fuiste o amaste, pero,
abundó, los hablantes organizan y analizan su sistema lingüístico de manera
intuitiva, encuentran el patrón, lo generalizan y por ello dicen: fuistes.
Los “errores”, que la investigadora especialista en adquisición del
lenguaje prefiere llamar “fenómenos divergentes”, son aún más interesantes en
el caso de los niños, pues los errores apuntan a la identificación de patrones
e irregularidades del idioma.
Cuando un niño dice “cabo” en lugar de “quepo”, se observa que el
infante detectó una irregularidad de la lengua sobre los verbos del paradigma
de flexión correspondiente a los verbos temer o caber, aclaró.
Los menores son ágiles constructores de la gramática, y forman patrones
a partir del reconocimiento de patrones y cuando encuentran una forma
divergente de aquéllas, la regularizan, especificó la experta, quien obtuvo el
Master of Arts in Theoretical Linguistics en MA Dissertation: On adversative conjunction, en
Por esa razón, indicó, en el caso de los niños es altamente
cuestionable hablar de errores; los sistemas de la lengua y los “fenómenos
divergentes” en el habla infantil son ventanas privilegiadas para comprender
cómo manejan y aprenden las variaciones idiomáticas.
Detrás de la caracterización de la incorrección, subyace una “creencia
primitiva, un pensamiento fantástico”, que supone que los hechos del lenguaje
comparten o se contagian de las propiedades de los hablantes que las emplean,
así como, por ejemplo, al rechazo de vocablos tabú subyace la creencia
de que una palabra puede afectar la realidad de quien la dice, acotó.
No es preocupante el uso de fenómenos divergentes, concluyó, sino que
no exista una libre exposición de las diferencias de la lengua disponible para
todos y que no haya un acceso igualitario a la diversidad lingüística, sino
sólo para aquellos que estudian. También es alarmante que sean los medios los
que sirvan como modelos de los hablantes.
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FOTO 01.
La ansiedad por la corrección en el uso del español
proviene de las clases medias, que tienen inseguridad de la variante en el lenguaje,
explicó la lingüista de