|
12:30 hrs. 5 de Julio de 2008
|
Boletín UNAM-DGCS-440
Ciudad Universitaria
María Luisa Rodríguez-Sala
|
|
Pie de foto al final
del boletín
TUVO LA NUEVA ESPAÑA,
UNA INTENSA ACTIVIDAD CIENTÍFICA
·
La especialista del IIS de la UNAM, María Luisa
Rodríguez-Sala, señaló que se cultivó la cirugía, tema de entonces que ha sido
poco estudiado no sólo en México, sino en el mundo
·
Se ha detectado que había alrededor de mil
200 cirujanos, de los que 500 no estaban adscritos a alguna institución, es
decir, explicó, ejercían por su cuenta
·
En tanto, los médicos tenían mayor estatus
socioeconómico y “no se ensuciaban las manos”, dijo
En la etapa virreinal, la Nueva España
tuvo una intensa actividad científica. Entre otras disciplinas, se cultivó la
cirugía, tema de entonces que ha sido poco estudiado no sólo en México, sino en
el mundo, indicó la especialista del Instituto de Investigaciones Sociales
(IIS) de la UNAM,
María Luisa Rodríguez-Sala.
Si bien el interés se ha
puesto en la historia de la
Medicina, es significativo conocer quiénes desempeñaron la
actividad de cirujano, qué hicieron y dónde se ocuparon, pues jugaron un papel
relevante; “como los residentes actuales, vivían en el hospital”, y se ha
encontrado “que eran muchos más de los que se pensaba”, añadió.
Se sabe que se ubicaron
dentro de la corriente europea de desarrollo de la ciencia. Botánica
y Farmacia eran algunos de los conocimientos que poseían. La gran mayoría
aprobó el examen del Real Tribunal del Protomedicato, encargado de aplicar los
exámenes correspondientes; ejercían con una licencia, donde constaba que sabían
desempeñar este arte, expuso.
Los primeros llegaron
desde el descubrimiento de América y luego, con Hernán Cortés. Se han detectado
que en la Nueva
España había “alrededor de mil 200 cirujanos”, señaló
Rodríguez-Sala, de los que 500 no estaban adscritos a ninguna institución y se
consideraban privados, es decir, ejercían por su cuenta.
Un caso excepcional,
expresó, es el de Juan de Correa, quien operó en las cárceles de la Inquisición. Su
importancia radica en que escribió la primera historia clínica de un enfermo y
fue el segundo
que la Real y
Pontificia Universidad de México contrató como disector de anatomías, fue el
profesor encargado de hacer las necropsias para la enseñanza de los estudiantes
de Medicina.
Por mucho tiempo, la
medicina y la cirugía se mantuvieron como disciplinas separadas en casi todas
las naciones, precisó Rodríguez-Sala; convergían y tenían mucho en común, pero
eran dos grupos ocupacionales diferentes.
Los galenos tenían mayor estatus socioeconómico y se decía que “no se
ensuciaban las manos”. En tanto, dijo, los cirujanos eran considerados “de
segunda”, que atendían a los enfermos “populares”, de menos ingresos. Curaban a
todos, siempre que sus enfermedades fueran de las entonces llamadas “externas”,
como las erisipelas, heridas, fracturas u otras por las que se debiese abrir el
cuerpo humano como en los casos de tumores y piedras, por ejemplo.
Unir esas actividades
–destacó la investigadora titular C, de tiempo completo definitivo; doctora en
Historia de México por la
Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM; integrante del Sistema
Nacional de Investigadores, nivel II–, fue posible
porque los cirujanos adquirieron conocimientos y convirtieron su actividad en
una profesión.
Gracias a las reformas borbónicas, realizadas bajo el mandato de Carlos
III, a mitad del siglo XVIII se establecieron en España las primeras escuelas
de cirugía. Antes de ello, refirió, quienes se dedicaban a ella no estudiaban
en ningún lado, aprendían con un cirujano experimentado, aunque sí debía
aprobarse un examen del Real Tribunal del Protomedicato y se les daba licencia para ejercer.
Desde ese momento,
agregó, contaban con una carrera, en la que se incorporaban los conocimientos
más modernos, provenientes de Francia e Inglaterra.
En la Nueva España,
imitando al Real Colegio de Cirugía de Cádiz –el primero de su tipo en España–, se abrió de 1768 a 1770 la primera Real Escuela
de Cirugía, que se fundó en la
Ciudad de México, en las instalaciones de lo que fue el
Hospital Real de los Naturales, recordó.
Cuando al fin se creó la
escuela mexicana, entonces la única en América, el cirujano adquirió el mismo
nivel que el médico, aunque se mantuvieron separados todavía por años, sostuvo
la especialista, cuyas líneas de investigación son el perfil de la ciencia y
del científico en México: pasado y presente.
Al terminar la Independencia, se
propusieron nuevas instituciones, rememoró. Se cerró la Universidad y se
estableció un nuevo sistema de instrucción pública con diferentes
establecimientos de educación superior. Entre 1834 a 1838, se consolidó la nueva Facultad de
Medicina y Cirugía. Desde entonces, al egresado se le conoce como médico
cirujano.
En el primer tomo de la investigación de Rodríguez-Sala, Los
cirujanos del mar en la
Nueva España (1572-1820) ¿miembros de un estamento
profesional o una comunidad científica?, se habla de quienes, por una u
otra razón, vinieron en los barcos o trabajaron en los puertos donde estaban
establecidos los hospitales que atendían a los marinos.
Luego de revisar fuentes
primarias –fundamentalmente españolas, las más antiguas y amplias: los archivos
General de Indias y el de la Marina Española, y de México, el Archivo General
de la Nación–, la
mayoría, casi la totalidad, embarcó y participó en las múltiples expediciones
que se hicieron en esa época, aseguró.
De hecho, a partir de la
mitad del siglo XVII al XVIII, se impuso como una de las leyes de la marina
mercante y militar española, que en cada embarcación fuera a bordo un
facultativo. El lugar más importante donde se encontraron fue el Departamento
de Marina de San Blas en Nayarit, además de la
relevancia de los puertos de Veracruz y Acapulco.
-oOo-
FOTO 1.
La especialista del IIS de la UNAM, María Luisa
Rodríguez-Sala, dijo que por mucho tiempo, la medicina y la cirugía se
mantuvieron como disciplinas separadas en casi todas las naciones.