14:30  hrs. 2 de junio de 2008

  

Boletín UNAM-DGCS-348

Ciudad Universitaria

 

 

Gerardo Ceballos

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ARRIESGA LA VIABILIDAD DE MÉXICO, LA AMENAZA SOBRE LAS ÁREAS NATURALES PROTEGIDAS

 

 

Si no se toman las medidas necesarias para detener el proceso de deterioro de las 164 áreas naturales protegidas de México, podría estar en riesgo la viabilidad social, económica y política del país, advirtió el investigador del Instituto de Ecología (IE) de la UNAM, Gerardo Ceballos González.

 

Si se logran articular estrategias ambientalmente correctas, la nación tendrá mayores posibilidades de enfrentar el gran reto que tiene el planeta: el cambio climático global, porque “nunca antes en la historia de la humanidad se había tenido una amenaza tan severa, tan directa y tan de corto plazo”, sostuvo.

 

El integrante del Laboratorio de Ecología y Conservación de Fauna Silvestre del IE, reveló que, de acuerdo con algunas proyecciones, en las siguientes décadas podrían morir millones de personas a consecuencia de ese fenómeno. “Ello dependerá si se entiende que la naturaleza es la base que mantiene al tejido social, económico y político”.

 

Hasta el momento, los problemas que se han registrado han sido severos, pero aún existe la confianza de que si se toman las medidas en el planeta se podrán disminuir los impactos.

 

Empero, en México la sociedad civil, la iniciativa privada y el gobierno no tienen la suficiente conciencia acerca de la trascendencia de conservar el medio ambiente, de la importancia de la fauna, la flora y los servicios ambientales que éstos prestan.

 

El Premio Nacional al Mérito Ecológico 2005 apuntó a pesar de ello, el país ha avanzado mucho en los últimos años, pues mientras en 1994 para todas las reservas se contaba con un presupuesto inferior al millón de dólares, en la actualidad el financiamiento supera los 100 millones; además hay otros fideicomisos, como el de la Mariposa Monarca, con cinco millones de dólares para apoyar exclusivamente esa zona.

 

Por el momento, dijo Ceballos, otro de los problemas fundamentales de estos territorios re refiere a la tenencia de la tierra, pues hay parques nacionales cuyos terrenos aún tienen dueños y no han sido expropiados e indemnizados. También se deben buscar presupuestos adecuados, capacitar al personal y contar con más y mejor infraestructura.

 

Poseer estas áreas naturales es importante, pues representan la diversidad biológica del país, la herencia cultural en que han evolucionado los seres humanos, con plantas y animales que determinan la evolución.

 

Estos últimos, abundó, forman parte del engranaje natural que provee de diversos servicios ambientales, de los beneficios que se obtienen del buen funcionamiento del entorno, como la combinación de los gases de la atmósfera, la fertilidad de los suelos, la polinización, la calidad y la cantidad de agua. Pero, todo ello, depende de que esas especies no se extingan.

 

No obstante, refirió, se estima que se pierden variedades 10 mil veces más rápido de lo que normalmente sucedía.

 

Por ello, consideró fundamental que los científicos sean conscientes de que se deben desarrollar proyectos de investigación que, además de ser importantes en cuestiones básicas, sean pragmáticas y tengan aplicaciones directas para resolver los problemas del país.

 

No se puede seguir con la desvinculación “entre conservación e investigación. La ciencia debe ser la base que provea las respuestas correctas sobre lo que se debe hacer en estas áreas naturales protegidas, que además, bien utilizadas, son espacios de los que se puede obtener una gran productividad”.

 

Hoy día, México cuenta con 164 áreas naturales federales protegidas, lo que significa que tiene resguardado entre el 12 y el 14 por ciento del territorio. Es el cuarto país en el planeta con mayor número de reservas, sólo superado por Costa Rica, Estados Unidos y Australia.

 

La Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas administra: 38 reservas de la biósfera, 68 parques nacionales, cuatro monumentos naturales, siete áreas de protección de recursos naturales, 29  áreas de protección de flora y fauna, 17 santuarios y uno de otras categorías.

 

Además, la mayoría de los mamíferos y aves endémicas de México se encuentran ahí, aunque no es el caso de animales más pequeños, como reptiles, anfibios y peces, porque sus zonas de distribución son más pequeñas; se calcula que menos del 40 por ciento de estas especies se encuentran representadas en las reservas.

 

El integrante del consejo directivo de PRONATURA y del Consejo de Áreas Naturales Protegidas, subrayó que en México hay áreas protegidas amenazadas como la Selva Lacandona, con invasiones y una fuerte deforestación; otras, como la Reserva de la Biósfera Chamela-Cuixmala, donde en los últimos meses se ha buscado cancelar permisos que dio la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) para construir hoteles.

 

Los Tuxtlas, Veracruz, es otra de ellas, que cuenta con menos de 10 mil hectáreas. Además, en Janos, Chihuahua, una zona que se propone como una nueva reserva, el avance de la agricultura intensiva está acabando con el pastizal natural y con poblaciones como el bisonte y los perros de las praderas.

 

Gerardo Ceballos mencionó que esperan que con motivo del Día Mundial del Medio Ambiente, el próximo 5 de junio, otras áreas sean reconocidas como tales. Hay otras más como la selva seca de Sinaloa, donde se requiere preservar ese tipo de ecosistemas. Hay ambientes que podrían salvaguardarse, porque son importantes para mantener la diversidad biológica, tienen poca gente y proveen servicios ambientales.

 

El biólogo dijo que un ejemplo cercano a la Ciudad de México es el Ajusco y los bosques del Desierto de los Leones, algunos de ellos protegidos, que sucumben ante el avance de la mancha urbana, la proliferación de los asentamientos ilegales y la contaminación. Son espacios fundamentales para mantener la viabilidad de la urbe, porque la proveen de agua, del microclima y son el espacio natural donde se desenvuelven plantas y animales endémicos.

 

El camino de la UNAM

La UNAM y el IE han mantenido una gran participación en la investigación básica y aplicada sobre el tema. Este Instituto cuenta con uno de los grupos que más lucha han dado en torno a la conservación de las reservas, señaló Ceballos.

 

Además, hay especialistas que trabajan en diversas áreas naturales protegidas como la Selva Lacandona, Chamela-Cuixmala, Ciénegas del Lerma, Los Tuxtlas, Janos y Cuatro Ciénegas, con investigación de primer nivel, a fin de aplicarla para resolver problemas y mantener estos reservorios.

 

Incluso, acotó, en el Laboratorio de Ecología y Conservación de Fauna Silvestre del IE, se han propuesto algunas reservas como Chamela-Cuixmala, Santuario, islas e islotes de la Bahía de Chamela y las Ciénegas del Lerma, entre otras.

 

Una área natural protegida, explicó, es una forma de manejo del territorio nacional. El fin es mantener la diversidad de fauna y flora; son espacios para preservar la belleza escénica.

 

En el planeta, la primera área natural protegida designada fue el Parque Nacional Yellowstone, en EU, allá por 1860. En México, se comenzaron a preservar a finales del siglo XIX, cuando se decretó al Desierto de los Leones como un bosque de importancia, porque proveía de agua al Distrito Federal. Este movimiento tomó fuerza en el sexenio del entonces presidente Lázaro Cárdenas, quien decretó varios parques nacionales.

 

Posteriormente, añadió, en 1994 se consolidó el Sistema Nacional de Áreas Protegidas en México, con la creación de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, cuando se empezó a articular una política de conservación de espacios naturales en el territorio.

 

Actualmente, existen varios tipos de áreas naturales protegidas: parques nacionales, reservas de la biósfera, santuarios de fauna y flora, y superficies de protección de fauna y flora. Hay reservas en el ámbito estatal y municipal, y en los últimos años ha habido un interés creciente por tener algunas particulares, por parte de la iniciativa privada o hasta de campesinos.

 

En los próximos años seguramente seguirán siendo decretadas más áreas naturales protegidas, opinó Gerardo Ceballos, pero cada vez será más difícil porque hay más gente y más problemas para ello. Pero incluso, las zonas afuera de ellas deben ser manejadas de mejor manera, para que no se dañe la flora y la fauna.

 

Por ejemplo, abundó, los bosques que rodean la Ciudad de México si se mantienen de forma adecuada, aunque no sean reservas, pueden contener muchas especies de plantas y animales. De lo contrario, podrían transformarse en islas; es decir, rodeadas por un paisaje dominado por actividades humanas.

 

En el largo plazo, puntualizó, las poblaciones de plantas y animales de las islas tienden a extinguirse, porque no son áreas suficientemente grandes para mantenerlas. En muchos casos estos fragmentos de vegetación no tienen la extensión adecuada para sostener a esas poblaciones y pueden desaparecer.

 

Por el contrario, si afuera de las áreas protegidas existe un paisaje menos agresivo, muchas especies pueden circular y comunicarse con otras reservas. Sería ideal que en lugar de convertirlas en islas estuvieran conectadas por paisajes donde las actividades del ser humano fueran productivas.

 

De hecho, concluyó, existen casos en los que estas zonas ya son prácticamente islotes, como el del Parque Nacional Izta-Popo, un macizo forestal aislado de otros. Si una especie de venado quisiera cruzar del Popocatépetl o el Iztaccíhuatl hacia La Malinche, el Pico de Orizaba o el Nevado de Toluca encontraría grandes dificultades.

 

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El experto del IE de la UNAM, Gerardo Ceballos González, advirtió que de no tomar las medidas para mitigar el deterioro de las 164 áreas naturales protegidas de México, podría estar en riesgo el país.

 

 

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Las áreas naturales protegidas son importantes, pues representan la diversidad biológica del país, con plantas y animales que determinan la evolución, dijo el especialista de la UNAM, Gerardo Ceballos.

 

 

FOTO 03.

 

Hoy existen varios tipos de áreas protegidas: parques nacionales, reservas de la biósfera, santuarios y superficies de protección de fauna y flora, señaló Gerardo Ceballos, del IE de la UNAM.