Boletín
UNAM-DGCS-337
Ciudad
Universitaria
Como un complemento fundamental en la investigación arqueológica, el
Laboratorio de Química Arqueológica y Conservación (LQAC), del Instituto de
Investigaciones Antropológicas (IIA) de la UNAM, corrobora o anula, con
argumentos científicos, las teorías sobre el origen de un material o sobre su
utilidad en diferentes culturas o periodos históricos, y con ello, contribuye
al rescate de monumentos prehispánicos, coloniales y modernos.
“Una de las funciones de esta tarea es ayudar a los arqueólogos en sus
investigaciones; químicamente se observan algunos de los materiales extraídos
en sus excavaciones, para obtener más información de su origen y uso. Aunque la
parte medular del trabajo es la restauración de monumentos”, dijo
Mediante análisis químicos, se identifican materiales y sustancias en
restos arqueológicos como morteros, estucos y otros artefactos. También, se
intenta detener el deterioro que tienen elementos pétreos de construcción por
efecto del agua o la erosión, o como consecuencia de su exposición a la
intemperie.
Principalmente, se atienden dos áreas: el análisis de materiales
arqueológicos, por ejemplo, de metates procedentes de Teopancazco,
en Teotihuacan (proyecto Teotihuacan:
Elite y gobierno, dirigido por
Con relación a esta última actividad, se hizo un estudio para la conservación
del Templo de Quetzalcóatl y el análisis de los pisos
estucados de La Ciudadela, en Teotihuacan, en colaboración con los arqueólogos
Julie Gazzola y
El
mejor equipo de México
Algunas de las técnicas analíticas especializadas que se utilizan en el
LQAC son la espectrofotometría de absorción atómica, la de microscopio
electrónico de barrido acoplado a una microsonda (SEM), la espectrometría de
infrarrojo, el análisis químico por fluorescencia y la difracción de rayos X, y
el estudio petrográfico de una lámina delgada.
La infraestructura físicamente no está aquí –advierte
Generalmente, cuando alguna institución como el INBA o el INAH, en coordinación
con las autoridades, planea restaurar –o ya lo hace–,
un monumento, llama a los expertos del Laboratorio para su colaboración.
“Puede tratarse de un proyecto general en el que se va a rescatar todo
el monumento, o bien un punto específico: ya se hizo el trabajo, pero algo
falló o hay problemas con alguna escultura o con los graffiti”, comentó el
ingeniero químico
No es raro que la piedra presente deterioros internos debido a los
minerales que contiene o a contaminantes como sales minerales, no perceptibles
a simple vista.
En
CU y otras ciudades del país
Los expertos del LQAC han hecho diagnósticos del deterioro de los
materiales pétreos de muchos inmuebles del patrimonio universitario, como los
murales de Juan O‘Gorman en
En la Ciudad de México han trabajado, asimismo, en la caracterización
de los componentes de piedra de las fachadas de los edificios Principal y
Guardiola del
Además, el Museo Nacional de Arte,
Por lo que se refiere a otras ciudades del país, han contribuido a la
conservación y restauración de la piedra caliza de la Casa de Francisco Montejo,
dañada por la humedad y la contaminación, en Mérida, Yucatán; las catedrales de
Zacatecas y de Oaxaca; la capilla abierta de Teposcolula, Oaxaca; el Convento
de las Capuchinas, en Lagos de Moreno, Jalisco; el claustro de la Iglesia de
Santa Rosa de Viterbo, en Querétaro; la cárcel en la que estuvo preso el cura
El año pasado, en colaboración con
Así
trabajan
Los miembros del Laboratorio primero visitan el monumento, en la que reconocen
los distintos tipos de roca de las fachadas, así como los problemas de conservación
y sus posibles causas, y localizan los sitios para realizar la toma de
muestras.
Después, determinan las propiedades físico-químicas de los distintos
tipos de piedra (color, densidad aparente, porosidad total, absorción capilar
de agua y dureza) y se les aplica el análisis químico elemental y mineralógico
por fluorescencia y difracción de rayos X, y el estudio petrográfico de una
lámina delgada.
Toda esta información la interpretan e integran en un informe técnico,
junto con algunas recomendaciones para la preservación de los materiales
pétreos.
Metates
En 2006, investigadores del IIA, encabezados por
Por lo general, son de andesita o basalto, dos piedras volcánicas
extremadamente duras, pero también porosas.
Por ciertas características y por el contexto en el que los
encontraron, los investigadores creen que esos metates no fueron empleados para
moler granos o semillas.
"El primero que se observó en el Laboratorio, tenía la superficie
teñida de rojo –explicó
Asimismo, los expertos del Laboratorio detectaron en los metates restos
de fibras vegetales y de una laca que los teotihuacanos obtenían de la
cochinilla (un insecto), que les permitía darle un acabado brillante a su
indumentaria o a su cerámica.
Debido a que en la mencionada habitación había, además, agujas de
hueso, los investigadores piensan que pudo haber sido una sastrería, en la que
se diseñaban indumentarias ceremoniales.
Templo
de Quetzalcóatl
En 2003, los integrantes del LQAC asesoraron a los arqueólogos Julie Gazzola y
Al hacer el diagnóstico, concluyó que su desperfecto se podía atribuir
principalmente al ascenso capilar del agua del subsuelo y a la cristalización
de las sales solubles que transporta.
En la temporada de lluvias cae una gran cantidad de líquido en esa zona
arqueológica, una mayor parte se filtra al subsuelo, donde hay una capa de
tepetate. Como éste es impermeable, el agua queda almacenada, y por el efecto
capilar empieza a subir por los basamentos, formados por mampostería de lodo y
piedra; sale por la fachada pero, como viene del subsuelo, trae sales disueltas
que se depositan en la superficie de la piedra y la fracturan.
Hace algunas décadas, en intervenciones anteriores, se cubrió el Templo
de Quetzalcóatl con una coraza de concreto, con el
fin de evitar que se saturara en la época de lluvias.
Baba
de nopal como aglutinante
En otro estudio anterior sobre los pisos de La Ciudadela, en
Teotihuacan, los investigadores del IIA encontraron también mucílago –o baba– de nopal, que se obtiene dejando reposar en agua
pequeños trozos de esta planta.
Los teotihuacanos lo aprovechaban como aglutinante y se lo agregaban a
los estucos y a las pinturas murales, o lo utilizaban en la preparación de
enlucidos en paredes y fachadas, de tal manera que éstas adquirían cierto grado
de dureza e impermeabilidad.
Pisos estucados
En el proyecto de restauración del Templo de Quetzalcóatl
surgió otro dedicado al estudio de los pisos estucados de La Ciudadela, en ese
mismo lugar.
Los investigadores concluyeron que se debían restituir los pisos que se
habían perdido en grandes porciones. Pero no sabían con exactitud su
composición.
Gracias a otros análisis se establecieron las proporciones de cal y
arena en el estuco. Al estudiar con más detenimiento el firme, se descubrió el
empleo de mucílago de nopal como aglutinante (éste también pudo hacerlo
impermeable y reforzar su estructura).
Mascarones
mayas
En 1999, en la excavación en la zona arqueológica maya de El Tigre, en
Campeche, el doctor
El estuco es un material constructivo, compuesto de cal y arena de tipo
calizo, en el caso de la zona maya.
Al ser expuesto a la intemperie, el estuco de los mascarones empieza a
deteriorarse. El procedimiento usual para consolidarlo consiste en bañarlo con
una solución diluida de agua de cal (si es concentrada, entonces no penetra el
material).
Ahora bien, para obtener un efecto visible debe aplicarse de
manera lenta, entre 50 y 100 veces, pero
en las condiciones de la zona maya este método era demasiado lento, por lo que
no se podría terminar la consolidación del estuco antes de mucho tiempo.
Las pruebas en el Laboratorio mostraron que se obtenían mejores
resultados con el carbonato de bario. Una o dos aplicaciones eran suficientes para
consolidar el estuco con mejores resultados que con 50 ó 100 capas de agua de
cal.
Desde que se aplicó el carbonato de bario para consolidarlo
(2001-2002), el estuco de los mascarones mayas de la zona arqueológica de El
Tigre se encuentra estable.
“Este método no está demasiado estudiado.
Es necesario evaluarlo a largo plazo y determinar si tendrá otras
consecuencias. En restauración, ningún procedimiento o producto es cien por ciento seguro. Materiales como el carbonato de
bario pueden ofrecer buenos resultados, pero si se aplican mal, generan problemas,
debido a la cristalización de sales solubles. No se debe olvidar que el estuco
es frágil, pues sólo es cal”.
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FOTO 01.
En el templo de Quetzalcóatl
de Teotihuacan, los especialistas del IIA de la UNAM descubrieron, mediante
estudios científicos, que el deterioro se debía al infiltramiento
de agua.
FOTO 02
FOTO 03
El Laboratorio de Química Arqueológica y Conservación
del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, ayuda a los
arqueólogos en sus tareas para identificar los materiales constructivos.