Boletín
UNAM-DGCS-308
Ciudad Universitaria
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final del boletín
En
México los pacientes que requieren un transplante de riñón deben esperar un
promedio de diez años. Por ello, muchos lo reciben en estado crítico o fallecen
durante la espera, afirmó la profesora
de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM, Marlene Santos Caballero.
Ciertamente,
en el país ha habido un incremento anual promedio de 23 por ciento en el número
de trasplantes realizados entre 2000 y 2006, de acuerdo con
La
base de datos de pacientes que han sido inscritos en el Registro Nacional de
Trasplantes desde su creación en el 2000, se compone de alrededor de 34 mil, de
los que ya se han cubierto más de 18 mil, es decir, poco más del 54 por ciento.
La
lista de espera del CENATRA indica que al mes de marzo de los más de 10 mil
órganos y tejidos que se requerían, el 43.88 por ciento era de riñón.
No
obstante, agregó Santos
Caballero,
en el país no existe una cultura de donación de órganos. La mayoría de las
veces, por motivos religiosos,
pero también por argumentos de apego a la persona fallecida o por falta de
conocimiento sobre lo que es la muerte cerebral, que no es fácil de asimilar.
En
Estados Unidos, por ejemplo, estas intervenciones son bastante comunes; en España, se hacen de donador cadáver.
En México es al revés, la mayoría procede de personas vivas.
Se requiere, por tanto,
reconoce el CENATRA, fortalecer la confianza de la población en el buen uso y
destino de los órganos donados. No obstante, no ha impedido que cada vez sean
más las personas que aceptan otorgar sus órganos al momento de su muerte.
Mientras que en el 2003
la aceptación para ser donador era cercana al 70 por ciento, en 2006, el 85 por
ciento de los entrevistados dijo estar dispuesto, según revelan encuestas y
estudios de opinión de las empresas Gallup, Alduncin y Esmas.
Cada
vez hay más casos de familiares que en forma espontánea promueven la donación
de órganos de su familiar fallecido.
Otro
problema en México tiene que ver con los ministerios públicos, dijo Marlene
Santos, sobre todo porque se retrasa la coordinación de los tiempos respecto a
la certificación de la muerte cerebral. Es difícil que los legistas otorguen el
certificado en ese sentido, porque es una responsabilidad que luego no quieren
aceptar.
Realmente
existe la posibilidad de una vida diferente para los pacientes que requieren un
transplante, dijo
Oportunidades para México
Hoy día, agregó Quijano,
se trabaja a nivel mundial, y aún en fase de experimentación, en la posibilidad
de realizar transplante únicamente de células madre.
La cirujana de
transplantes en el Hospital General del Centro Médico Nacional La Raza,
precisó que los principales órganos que se trasplantan en México son: riñón,
hígado y corazón; también se hacen de pulmones y páncreas, pero sólo en pocas
sedes hospitalarias.
En
el país, añadió, existen alrededor de 30 centros donde se realizan: en
instituciones de la Secretaría de Salud (SSa), el
Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y algunos hospitales privados.
Desafortunadamente, no están distribuidos de acuerdo a los requerimientos
nacionales.
Por
otra parte, Marlene Santos señaló que puede afirmarse que hay grandes
oportunidades para los transplantes en México, pues se cuenta con grupos médicos y quirúrgicos de alto nivel,
aunque debieran crecer para atender la demanda.
De
la situación normativa, dijo que si algún o algunos órganos no se aprovechan en
un hospital, se busca que lo hagan en otro; incluso, existen convenios con
compañías aéreas para trasladarlos lo más pronto posible.
Lo cierto, insistió, es
que debe conocerse que existen enfermedades crónicas que no tienen otra
alternativa que el transplante como la cirrosis hepática.
Por
ejemplo, los pacientes que necesitan un riñón, padecen anemia, no hacen deporte
y casi no salen de su casa, porque se cansan demasiado; su función cardiaca
está deteriorada; acumulan líquidos. Por lo que están hinchados; cuando son
niños no crecen y los huesos se desvían, pero una vez que son trasplantados,
son adolescentes o adultos, con familia, trabajadores, integrados a una vida
normal.
Algo de historia
La era de los trasplantes inicia a principios del siglo pasado, cuando
en 1901, Alexis Carrel abre la posibilidad técnica y quirúrgica de realizarlos.
Por ello, se le considera padre de esta rama del conocimiento. Pero no fue sino
hasta la década de los 60 cuando en el mundo se practicaron de manera exitosa,
auténticas hazañas médico-científicas.
México no fue la excepción, en 1963 los doctores
Cuatro años después,
se llevaron a cabo en el Instituto Nacional de la Nutrición de la SSa, en el Hospital Central Militar y en el Instituto de
Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado.
En 1985 médicos
mexicanos realizaron el primer trasplante de hígado en el país, y en 1987, otro
equipo de especialistas hizo lo propio en el caso del páncreas.
Un año significativo fue
1988, cuando en el Hospital de Especialidades del Centro Médico La Raza del
IMSS, el doctor Rubén Argüero llevó a cabo el primer
trasplante de corazón, y en 1989 sus colegas, los doctores Jaime Villalba Caloca y Patricio Santillán, efectuaron el primero de
pulmón en el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias de la SSa.
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FOTO 01
Hay grandes
oportunidades para los transplantes en México, pues se cuenta con grupos
médicos y quirúrgicos de alto nivel, aseguró la profesora de la FM de la UNAM,
Marlene Santos Caballero.
FOTO 02
El editor de la
Revista de la FM de la UNAM, Manuel Quijano Narezo, participó
en el primer trasplante de riñón hecho en México, en el entonces Centro Médico
Nacional (hoy Siglo XXI) del IMSS.
FOTO 03.
En el 2003, la
aceptación para ser donador era cercana al 70 por ciento, y en 2006, el 85 por
ciento de los entrevistados dijo estar dispuesto a ello, recalcaron especialistas
de la UNAM.