Boletín
UNAM-DGCS-232
Ciudad Universitaria
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final del boletín
NO HAY UNA DEMOSTRACIÓN
CIENTÍFICA DE
No hay pruebas
científicas ni empíricas de la existencia de los “niños índigo”; además, ni
pediatras, psicólogos o profesores pueden identificarlos, y la evidencia de su
realidad no es fehaciente, señaló el académico de
Ello echa por tierra las
teorías de autores como Lee Carroll y Jean Tober, sobre una nueva “especie”,
que tiene la tarea de impulsar cambios fundamentales en
Se trata de supuestos
entes especiales y superdotados, identificados como especímenes superiores en
la evolución, con habilidades y características que superan por mucho a los
infantes estándar, resaltó el especialista en desarrollo educativo en
México.
Se les llama “índigo”
debido al supuesto color azul que estos infantes poseen en el aura, pero al
hacer un análisis psicológico, pedagógico o socio-antropológico a partir de una
categoría tan esotérica como el karma, su condición se convierte en un asunto
contradictorio, pues no es posible una demostración empírica. Entonces, la
situación se reduce tan sólo a un acto de fe, aclaró el también jefe del
Departamento de Enseñanza de la ENTS.
De acuerdo con los
exponentes de esta teoría índigo, aparecida en los años noventa, su origen es
carnal y divino o incluso extraterrestre. Así pues, serán aquellos que han
evolucionado de manera diferente e incluso se afirma que han experimentado
cambios en la estructura del ADN, detalló Castillo Trápala.
Entre las principales
características que se les adjudican también, destaca una gran sensibilidad, un
exceso de energía, fácil distracción, necesidad de tener cerca adultos
emocionalmente estables y seguros, resistencia a la autoridad basada en el
rigor y la imposición, y preferencia a formas de aprendizaje distintas a las
acostumbradas o normales, dijo.
La imagen de los “niños índigo” nace a partir de que los escritores referidos inventaron una “buena historia”, que difundieron por el mundo. Hoy, explicó, muchos se han involucrado con estos planteamientos, debido a que, en ocasiones, los grupos humanos entran en crisis y tienden a creer en aspectos inexplicables a partir de actos de fe.
Según los mismos autores, un infante inquieto, que cuestiona el mundo y que nada le conforma, se convierte en índigo, además de que se les relaciona con la medicina alternativa. Incluso se les ha llegado a atribuir una virtud de “sanadores”, agregó.
Por otra parte, Castillo Trápala mencionó que Nancy Ann Tappe, autora
del libro Understanding your love to color (Comprendiendo el amor a través del color), afirma
poseer la virtud de distinguir las auras y al identificar su tonalidad puede
diagnosticar si se trata o no de un “niño índigo”.
El especialista indicó que otra característica atribuida son conductas que manifiestan problemas interactivos como trastornos de déficit de atención, autismo y, en algunos otros casos, hiperactividad.
Asimismo, Lee Carroll y Jean Tober sostienen que estos infantes “vienen al mundo con un sentimiento de realeza, son ególatras, tienen un sentimiento de merecer estar aquí y se ofenden cuando otros no comparten esa idea; tienen problemas con la autoridad absoluta”, apuntó.
No obstante, Castillo Trápala insistió en que ningún hospital ni revista científica o pediátrica ha reportado la existencia verídica de pequeños superdotados.
Empero, en cualquiera de los casos, todos los niños deben ser tratados como “niños índigo”, esto es, con respeto, tolerancia, atención y dedicación, concluyó.
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FOTO 01.
El académico de la ENTS de la UNAM,