Boletín
UNAM-DGCS-121
Ciudad Universitaria
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EL EMBARAZO ADOLESCENTE,
UN PROBLEMA DE SALUD PÚBLICA Y DE GRAN IMPACTO SOCIAL
·
De cada cuatro nacimientos en México, uno
corresponde a esta condición
·
Para
·
Debe dejar de ser un asunto de competencia
exclusivamente femenina. La información y la responsabilidad también deben
dirigirse al varón, opinó
Los embarazos en adolescentes, además de constituir un problema
de salud pública, son un fenómeno de gran impacto social. Las jóvenes en esa
condición enfrentan, en muchas ocasiones, un entorno adverso: el rechazo
familiar, la expulsión de la escuela o la pérdida de la red social de
amistades, con la consecuente depresión, aislamiento y baja autoestima,
consideraron especialistas de la UNAM.
Inicio de la vida sexual
En la adolescencia no se es niño ni adulto. En ese lapso, los
chicos no sólo buscan identidad y emancipación, sino que se creen inmunes a
todo, del tipo "a mí no me va a pasar", incluso al contagio de
enfermedades o embarazos no deseados, dijo la psicóloga.
Entre los eventos que marcan la vida de los individuos, “la
primera unión sexual y el nacimiento del
primer hijo tienen especial significación", expresó Carlos Welti Chanes,
del Instituto de Investigaciones Sociales.
Dichas acciones –señala en La salud reproductiva en México.
Análisis de
En el embarazo temprano, explicó García Méndez, influyen
múltiples factores. La familia es uno de ellos. En el hogar no se habla de
sexualidad; se cree que "entre menos sepan, menos tentaciones"
tendrán los jóvenes.
El hecho es que a los 19 años, más de la mitad de las mujeres ya
ha tenido su primera relación coital. Es a partir de los 15 que la proporción
aumenta en casi 10 por ciento. "Es notorio que al cumplir 18 años se
produce otro importante incremento en los porcentajes de chicas que se inician
sexualmente, precisamente cuando la población adquiere la ciudadanía",
detalló Welti.
Los jóvenes "aprenden" del tema con los amigos, en
películas pornográficas o Internet, cuando no son los medios más adecuados para
obtener información. En ninguno de ellos se mencionan las consecuencias de esta
conducta, como la transmisión de enfermedades, afirmó la experta.
De las infecciones que con más frecuencia se adquieren y de las que
poco se habla son el virus del papiloma humano (VPH), que puede producir
cáncer, y
En el embarazo, las dos primeras enfermedades referidas pueden
desencadenar daños en el producto. Además, una chica con uno de estos
padecimientos no tendrá un parto natural, sino una cesárea. A esos males se
suman otros, como el herpes simple e, incluso, la gonorrea o la sífilis,
"que siguen presentes y producen malformaciones congénitas o abortos en
los primeros meses de gestación”, advirtió.
Un problema adicional es que las futuras madres prematuras
esconden su condición y pasan meses sin atención médica. Son embarazos no
planeados y mucho menos aceptados; la paciente no acude a consulta sino “hasta
que se le nota”, en el quinto o sexto mes, y no se realizan estudios para
determinar la salud del gestado. Muchas, incluso, son atendidas hasta el parto,
con los riesgos que implica, abundó Zepeda.
En el momento en que una jovencita queda preñada, en cualquier
hospital deja de ser atendida por pediatría o medicina del adolescente, y pasa
al servicio de ginecología y obstetricia. Ahí, la tratan como si fuera adulta,
y no lo es física ni emocionalmente”. En este sentido, sugirió un cambio en los
sistemas de salud.
Aún en el siglo XXI, otro fenómeno es la llamada "prueba de
amor". En el caso de las mujeres, detalló Welti, el amor aparece como
justificación para tener relaciones sexuales con el novio. En terapia se
observa a muchas niñas que en su "primera vez" quedan encintas,
aseguró Mirna García.
Ellas no piden el uso del preservativo porque les preocupa lo
que sus parejas van a pensar: que son libertinas, malas o que se acuestan con
otros. Ni siquiera se rigen por la etapa en que son más fértiles, desconocen su
período menstrual, "y así se la juegan, como una moneda al aire",
sentenció.
Un elemento más es el nivel educativo de las muchachas. Entre
menor sea, existe mayor posibilidad de un embarazo no deseado, sostuvo la
académica.
La escolaridad, aseveró Welti, reduce las probabilidades de
tener la primera relación sexual en
La educación también reduce el riesgo de tener hijos a edades
tempranas, de manera que antes de cumplir 20 años, casi seis de cada 10 mujeres
que no asistieron a la escuela han tenido su primer hijo; en contraste, de las
que alcanzaron por lo menos el nivel medio superior, esa proporción se reduce a
poco más de una de cada 10.
Incluso, la edad al primer hijo se encuentra estrechamente
relacionada con las condiciones socioeconómicas de la población femenina,
expresó Welti. Los estados de Chiapas y Oaxaca muestran los mayores porcentajes
de mujeres que ya han sido madres a los 15 años de edad.
En cualquier caso, coincidieron los especialistas, el nacimiento
de un hijo limita las posibilidades de desarrollo personal de las adolescentes.
Entre las mujeres que se embarazaron por primera vez entre los 15 y los 19
años, sólo el 14 por ciento estudiaba; sin embargo, más del 60 por ciento de
ellas dejó de hacerlo.
Además, el retraso en el inicio de la maternidad tiene un claro
efecto sobre la fecundidad total. A nivel nacional, las mujeres que tuvieron a
su primer bebé en la adolescencia tienen alrededor de tres hijos más que las
que fueron madres por primera vez después de los 20 años.
Así, la mejor recomendación es prevenir el embarazo mediante el
uso de cualquiera de los métodos anticonceptivos disponibles. Para las que ya
están embarazadas, es aconsejable ponerse bajo control médico y buscar el apoyo
de
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El inicio de la
vida sexual tiene implicaciones en la vida futura de los adolescentes y los
embarazos no deseados los obligan a asumir nuevos papeles, afirmaron
especialistas de la UNAM.