Boletín
UNAM-DGCS-120
Ciudad Universitaria
Pie de foto al
final del boletín
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Afirmó Ileana
Petra Micu, especialista en psiquiatría y salud
mental de
·
El 40 por ciento de los mexicanos ha
padecido esta enfermedad, aseguró
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Las emociones negativas han sido
satanizadas, consideró Benjamín Domínguez Trejo, psicólogo de
La depresión es un problema de salud pública que ha padecido,
por lo menos alguna vez en su vida, el 40 por ciento de los mexicanos, y que
puede derivar en suicidio. Se prevé que será la principal causa de enfermedades
de morbilidad en el 2020, alertó Ileana Petra Micu, del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de
Sin embargo, para Benjamín Domínguez Trejo, doctor en psicología
general experimental de
No obstante, el especialista de
Este estado,
explicó Ileana Petra, es una enfermedad en la que
baja el talante, lo cual afecta el desempeño de
Tras aclarar que
hay depresiones que duran horas o pocos días, “hay gente que está deprimida
toda la vida”, y enfatizó que éste ya es un problema de salud pública, que ha
llegado a padecer el 40 por ciento de la población nacional, con un cuadro que
amerita atención, y que en poco más de una década se contempla “sea la
principal causa de morbilidad”.
Con la depresión
grave, apuntó, “la gente que piensa en el suicidio –un millón de personas
terminan con su vida cada año en el mundo–, duerme o
come mucho o poco y cambia sus hábitos”. Este padecimiento heredado tiene una
edad inicial entre los 24 y 28 años, cuando su manifestación es más frecuente.
La depresión se
presenta alrededor de los 45 ó 50 años, asociada muchas veces con la
menopausia, por sus implicaciones hormonales y cambios físicos. También comentó
que los infantes no están a salvo, pero ya hay tratamientos de acuerdo a su
edad y seriedad del problema. Además, ya existen antidepresivos que no son
adictivos.
Domínguez Trejo
expresó que cuando se habla de depresión se trata de “un rótulo”, y afirmó que
las emociones negativas, la tristeza, la ira y el resentimiento, entre otras,
“han sido satanizadas y nos han convencido de que tenemos que suprimirlas,
esconderlas, curarlas o medicarlas”.
Empero, explicó
que estados como el dolor, tienen la función de proteger la integridad física;
la tristeza, obliga a hacer un balance de la vida. “La emociones positivas o
negativas, tienen un elevadísimo papel adaptativo. Se
necesita sentir igualmente tristeza que felicidad, dolor que alivio, ira que
alegría”.
Tras 25 años de
investigaciones junto a un equipo integrado por académicos y alumnos en torno a
las emociones negativas y su relación con el dolor crónico y el estrés, sobre
todo con enfermos terminales, dijo que todos tienen inquietudes como parte misma
de la evolución.
El cuerpo y la
mente no están separados, manifestó, sino que mantienen una estrecha relación,
con cambios autonómicos en lo físico y cognoscitivos en el pensamiento. Precisó
que los estudios realizados a pacientes con dolor crónico, indican cambios en
la temperatura de la piel y la frecuencia cardiaca.
Domínguez Trejo
indicó que, de acuerdo a los trabajos realizados por el Grupo de Investigación
Mente-Cuerpo de
“Mientras más
oxígeno se consume, más se envejece, más se debilita, se desgasta físicamente;
el estrés envejece. Conocer los estados emocionales y la salud, deja claro que
algunos sentimientos pueden contribuir a que la persona se enferme más. La
tristeza ligera puede ser suficiente para cambiar la frecuencia cardiaca, incluso
cuando se duerme”, dijo.
Más adelante,
destacó que “ahora ya se sabe en qué parte del cerebro se generan
principalmente las actividades emocionales, en la ínsula, en lo que
técnicamente se llama “interocepción”, que es la
producción de los sentimientos. Las personas más activas en esta zona, son más
hábiles para organizar su vida personal, y a las de menor acción, les es más
difícil convivir con otros”.
Junto a su grupo
de trabajo con servicio comunitario al sector salud, refirió, han perfeccionado
mecanismos para que “en un minuto se pueda medir con exactitud si una persona
tiene una alta sensibilidad a cambios emocionales”.
Apoyados por
sistemas modernos, “se ve la variabilidad de la tasa cardiaca, que es una
ventana al funcionamiento emocional. Lo que ocurre durante un latido y otro, se
pensó que era siempre igual, hoy se sabe que no”.
Los cambios que
ocurren entre una palpitación y otra están determinados por el sistema
simpático y parasimpático, es decir, detalló, están estrechamente relacionados
con las emociones.
Con la
adaptación de programas se sabe inmediatamente si requiere atención
especializada o sólo unas sugerencias. La variabilidad es sinónimo de salud,
concluyó.
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FOTO 01.
Benjamín
Domínguez, de la FP de la UNAM, afirmó que los estados de angustia, ansiedad
o sufrimiento, entre otros, provocan una respuesta fisiológica y
cerebral, aunque han sido “satanizados”.