Boletín
UNAM-DGCS-070
Ciudad Universitaria
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BUSCAN
INVESTIGADORES DE
Durante seis siglos, quienes gobernaron sucesivamente en Teotihuacan
escondieron sus caras y tumbas, no revelaron sus nombres y tampoco sus hazañas.
Pero es posible que compartieran el poder cuatro encargados de conducir los
destinos de la ciudad, establecieron investigadores de la UNAM.
En forma paralela, avanzan los estudios en el Instituto de Física para
construir un detector de muones –partículas elementales de igual carga a un electrón– que
permitirían determinar en un futuro si existen o no huecos o cámaras ocultas en
la pirámide del Sol.
Para Linda Rosa
Manzanilla Naim, del Instituto de Investigaciones
Antropológicas (IIA) de la UNAM, dar respuesta a preguntas sobre cómo se rigió
el Estado teotihuacano y su capital, es un reto intelectual para aportar piezas
al rompecabezas sobre esta urbe prehispánica, la más importante y
representativa del periodo Clásico en el altiplano central mexicano.
Es “compleja,
multiétnica y atípica”, y su esencia primordial fue la de ser la excepción en Mesoamérica. Su singularidad se hallaba, incluso, en la
vida doméstica, refirió.
Entre los mayas, por ejemplo, hubo dinastías y un soberano a la vez, de
los que se conocen nombres, proezas, palacios y entierros. Teotihuacan, en
cambio, no representó a sus señores. No se sabe “dónde vivieron, quiénes y
cuántos fueron, si diversos grupos étnicos participaron en el gobierno, ni el
lugar donde fueron enterrados”.
La también miembro de El Colegio Nacional
ha propuesto que había co-gobernantes, es decir,
cuatro encargados de llevar los destinos de la ciudad,
Cada "sección", resultado de la traza urbana con la Calzada
de los Muertos, la avenida este-oeste y la Ciudadela en el centro, poseía
linajes y animales heráldicos distintos: los felinos para el noreste; las aves
de rapiña para el noroeste; la serpiente emplumada para el sureste, y los
cánidos para el suroeste, sostuvo.
La única imagen que
existe de esos dignatarios, aclaró la universitaria, es la vasija de Las Colinas,
en Calpulalpan, donde se observa a los cuatro
personajes, alguno quizá de un grupo étnico diferente al teotihuacano, con uno
de esos animales al lado.
Resalta uno, vestido como el dios de las tormentas y el rayo, llamado Tláloc por los aztecas muchos años después, con anteojeras,
el jefe mayor, el vocero, el que hablaba a nombre de ese grupo, con un tocado
de tres borlas al lado, detalló.
Ahora es necesario encontrar sus restos. Para lograrlo, Manzanilla
plantea tres lugares posibles: el templo estatal de Teotihuacan, en este caso
la pirámide del Sol; en los edificios donde trabajaban –equivalentes al Palacio
Nacional actual–, o sea, el conjunto de Xalla, al norte de la misma edificación, o bien, en sus
residencias, en cada sector.
La pirámide del Sol y la
estructura 2 de Xalla, precisó, son las únicas que
poseen jaguares escultóricos en sus fachadas, es decir, estaban dedicadas a la
deidad que aseguraba la fertilidad de la tierra en el siguiente ciclo agrícola,
propiciaba lluvias en época de sequía o apaciguaba volcanes, entre otras
atribuciones.
A la cabeza de un
equipo multidisciplinario, la arqueóloga trabaja en los tres frentes para
resolver el misterio y, como detective, reúne evidencias que arrojen luz sobre
esa civilización que llegó a acoger hasta 125 mil personas, la Roma o
Constantinopla de entonces, el centro del mundo, que hizo partícipes de
su construcción a quienes vinieron de lejos –zapotecas, veracruzanos,
michoacanos, popolocas, guerrerenses, tlaxcaltecas y morelenses– en busca
de trabajo.
La “radiografía” de la
pirámide
La pirámide del Sol
constituye la estructura de mayor tamaño en Teotihuacan, ciudad inscrita en la
lista de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1987, y es la segunda más
grande en México, sólo superada por
Ocupa un volumen
aproximado de un millón de metros cúbicos y su parte externa se subdivide en
cinco cuerpos. Presenta un túnel construido por los teotihuacanos a ocho metros
de profundidad que llega al centro de la base, junto con otros tres excavados
por arqueólogos como Manuel Gamio, quien en 1922
perforó el primero, y descubrió que no hay estructuras internas que indiquen
superposición de edificios, como es común en otros monumentos mesoamericanos.
Excepto por ese corredor no debe haber huecos porque, a diferencia de
edificaciones con diversas etapas constructivas, como la de la Luna en la misma
megalópolis, es una acumulación de tierra revestida de piedra. Eso significa,
según la hipótesis de Manzanilla, que ahí no existe una cámara o espacio con
una ofrenda o entierro importante.
No obstante, es necesario asegurarse de que ese cuerpo, al que
ascienden cada año millón y medio millón de turistas, no persiguió albergar
entierros, sino ser sede ideológica o símbolo del poder estatal.
Para ello, científicos del Instituto de Física (IF), encabezados por
Arturo Menchaca, avanzan en la construcción de un
detector de muones, partículas elementales inestables
de carga eléctrica igual a la del electrón y con una corta vida media, de tan
sólo una millonésima de segundo, que viajan a una velocidad cercana a
Los muones, explicó el especialista, son
resultado de la interacción entre los rayos cósmicos de origen extrasolar y la atmósfera terrestre. Son los únicos capaces
de atravesar toda la pirámide; no obstante, al hacerlo, pierden energía. Por
ello, este aparato sólo podrá captar alrededor de 16 muones
por segundo, a pesar de que su capacidad es cuando menos 10 veces mayor.
El experimento se basa en que si de alguna dirección de la pirámide
llegan más muones hasta ese instrumento, querría
decir que hay menos densidad de materia en una parte del edificio, es decir, un
hueco o cámara oculta.
Lo primero, explicó Menchaca, es
determinar que lo registrado sea en
realidad un
muon y no otro tipo de radiación, como rayos gamma
producto del decaimiento del uranio que hay en
El científico señaló que “trabajamos todos los días en el detector y se
avanza en la calibración del instrumento". Se busca la certidumbre de que
el aparato funciona correctamente para que, una vez colocado en la base de la
pirámide, arroje datos correctos.
Linda R. Manzanilla ha excavado Xalla durante
siete temporadas, sitio equivalente en tamaño a la pirámide del Sol e inmediato
al norte de ella. Se ha averiguado “que era un lugar donde los gobernantes
posiblemente se reunían a trabajar y a hacer ceremonias conjuntas",
detalló.
La plaza principal, al centro, tiene cuatro estructuras, cada una a
cada rumbo del universo o punto cardinal, e iconografía distinta, informó; la
del este refiere al dios de las tormentas y el rayo y, por tanto, a jaguares.
Eso revela que de los cuatro co-gobernantes, el de
las anteojeras se ubicaba ahí.
"Supongo que se reunían en Xalla para
decidir sobre asuntos de Estado y a hacer rituales. Realizaban extracciones de
corazón con cuchillos curvos, lo mismo que ceremonias de fuego nuevo". No
obstante, abundó, hasta ahora no se ha encontrado evidencia de entierros,
aunque se ha excavado sólo ocho por ciento del conjunto.
La clave para entender Teotihuacan, aseguró Manzanilla, es comprender
cómo funcionan los barrios. Por eso, los esfuerzos de investigación también se
orientan a ello y responden cuestiones de cómo las elites nobles de ese nivel
organizaron la mano de obra multiétnica.
Con las excavaciones y un proyecto interdisciplinario ya se tiene una
idea clara del barrio de Teopancazco, al sur de
Mediante estudios de isótopos de estroncio en esqueletos, en colaboración
con el doctor Peter Schaaf
del Instituto de Geofísica (IGF), se encontraron diferencias entre molares y
fémures. Quiere decir que de pequeños tuvieron una dieta y murieron en
Teotihuacan con otro tipo de alimentación, especificó.
Ahí, dijo, tienen como emblema el pez. Con el grupo de paleozoología
del IIA (particularmente el biólogo Bernardo Rodríguez) se han identificado 12
variedades del Golfo de México: mojarras, tiburones, bobos, huauchinango, ronco,
jurel, cocodrilos, erizos de mar, cangrejos marinos y tortugas.
La nobleza no sólo era provista de tales recursos, sino que llegaron
con artesanos especializados, como los sastres que cosían varios objetos
marinos a sus mantas de algodón. Además, tenían maneras de deformar el cráneo y
mutilar los dientes. Eran los "sacerdotes del océano", los que venían
del mar, y todo mundo en Teotihuacan los reconocía por su vestimenta
particular.
Luego de adquirir un gran poderío económico, el barrio fue controlado
por el Estado teotihuacano entre los años 350 o 400. En su iconografía
desaparecen los peces y destaca el jaguar, símbolo del dios de las tormentas.
Con sus estudios,
Manzanilla también comienza a resolver el enigma de cómo y por qué llegó el fin
de Teotihuacan, luego de 550 años de estabilidad política suministrada por el co-gobierno. “El Estado empezó a tener más control sobre
los barrios, y a éstos no les gustó”. Con ayuda del IGF (particularmente de
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FOTO 01
Científicos de la
UNAM estiman que había cuatro co-gobernantes en
Teotihuacan, encargados de llevar los destinos de la ciudad, que no fueron
incorporados en textos ni murales por ser una entidad colectiva.
FOTO 02
La pirámide del
Sol y la estructura 2 de Xalla en Teotihuacan,
destacan expertos de la UNAM, son las únicas que poseen jaguares escultóricos
en sus fachadas.
FOTO 03
Cada
"sección" de Teotihuacan poseía linajes y animales heráldicos
distintos: los felinos para el noreste; las aves de rapiña, el noroeste; la
serpiente emplumada, el sureste, y los cánidos, el suroeste.
FOTO 04.
La pirámide del
Sol constituye la estructura de mayor tamaño en Teotihuacan, ciudad inscrita en
la lista de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1987, señalan estudios
de la UNAM.
FOTO 05
Linda Manzanilla,
del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, busca dar respuesta
a preguntas sobre cómo se rigió el Estado teotihuacano y su capital.
FOTO 06
Científicos del
Instituto de Física de la UNAM, encabezados por Arturo Menchaca,
avanzan en la construcción de un detector de muones
para definir si hay cámaras ocultas en la Pirámide del Sol.