Boletín
UNAM-DGCS-055
Ciudad Universitaria
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final del boletín
PROVOCAN CONTAMINANTES DE
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El
especialista del CCA de
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Un
incremento de 10 partes por millón de ozono aumenta la tasa de mortalidad en
0.8 por ciento, y un alza de 10 microgramos sobre metro cúbico de PM10, en uno
por ciento
·
Se
han obtenido datos reveladores sobre los contaminantes orgánicos en la
atmósfera y su impacto en la salud, detalló la coordinadora del PUMA, Irma
Aurora Rosas Pérez
Todos los días se respiran miles de elementos tóxicos en
el aire de
Hasta la fecha, en la capital
sólo se monitorean los niveles de contaminantes criterio: partículas en
suspensión (PM, por sus siglas en inglés), bióxido de azufre y de nitrógeno,
plomo, monóxido de carbono y ozono, debido a la dificultad y costo de estudiar
otros elementos, indicó por su parte, el jefe del Departamento de Salud y
Ambiente del Programa Universitario de Medio Ambiente (PUMA), Álvaro Román Osornio Vargas.
En este sentido,
No obstante, se sabe que
existen otros elementos difíciles de cuantificar. No obstante, el proyecto Megacity Initiative: Local and Global Research (MILAGRO) –dirigido por Luisa y
Esta iniciativa busca medir
los efectos que
Por ejemplo, se encontró que
la atmósfera de la capital es altamente reactiva comparada con otras urbes,
como Nueva York. Aquí, el compuesto denominado
radical OH tiene mayor frecuencia que en otros lados, apuntó.
Las emisiones de ozono afectan
el desarrollo de plantas y bosques, y provocan la reducción en la producción de
madera y en
A diferencia del ozono, que no
es cancerígeno, se han localizado otros componentes que sí lo son, como el caso
del formaldehído. Este elemento es uno de los principales contaminantes y se
genera por la combustión y la quema de biomasa, señaló.
Se calcula que en la ciudad el
30 por ciento de ese compuesto proviene de los vehículos, una cantidad igual de
la fotoquímica y otra tercera parte de las emisiones que están fuera del área
urbana y proceden de los bosques, que emiten Isopreno,
uno de sus precursores, expuso.
El riesgo por la exposición a
este componente es de 61 casos por millón de habitantes, y se traduce en la
pérdida de 67 días de vida por año de un individuo. No obstante, destacó, el
mayor peligro no se encuentra en las calles o en zonas al aire libre, sino en
lugares cerrados como las oficinas. Ahí, la amenaza es 13 veces mayor que en
otros puntos, aseguró.
Aunque los índices de ozono
han bajado considerablemente y se calcula que se han salvado aproximadamente
230 mil habitantes con la aplicación de medidas de prevención necesarias,
controlar un tóxico significa aumentar otro, destacó.
Por ejemplo, cambiar los
combustibles por otros ecológicos reduciría el nivel de hidrocarburos, pero
daría pie a un aumento en aldehídos y entre ellos, el formaldehído, reveló.
Otro elemento que se ha
estudiado con detenimiento es el manganeso, presente en sales y otros
compuestos que, al inhalarse, dañan al sistema nervioso y hacen que decrezca la
capacidad de razonamiento. Por fortuna, expresó, no genera emisiones
importantes en el DF, porque no se aplicó en las gasolinas.
Uno de los elementos más
perjudiciales es la dioxina, producida por la incineración de compuestos de
cloro; basta una cantidad mínima de polvo para acabar con la vida de una
persona, aunque se encuentra en la atmósfera en cantidades bajas, refirió.
Por su parte, Álvaro Osornio, insistió en que la asociación entre contaminación
del aire y riesgo de desarrollar cáncer, principalmente de pulmón, es una
evidencia reciente de los efectos contaminantes, pero aún no hay una legislación al respecto.
El especialista hizo énfasis
en que los efectos de la polución orgánica no crean nuevas enfermedades, pero
sí agravan las existentes y reducen la calidad de vida.
El reto, puntualizó, es
concentrarse en un solo elemento y recabar la información necesaria para
controlar sus efectos y procesos relacionados.
El problema es que en México
no se han implementado mayores medidas para atender esta situación, a
diferencia, por ejemplo, de EE UU, en donde se han detectado 189 compuestos
peligrosos de los que 33 son los más cancerígenos, como el formaldehído y el
benceno, resaltó.
Irma Rosas planteó que el
control de estos contaminantes es difícil por varios aspectos, pues no existe
la tecnología necesaria para cuantificar sus daños y lo que se sabe es gracias
al proyecto MILAGRO. Sin embargo, es necesario un estudio enfocado
exclusivamente a ello y destinar más profesionales de la química orgánica para encontrar
y aplicar medidas urgentes.
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Álvaro Osornio, del Programa Universitario de Medio Ambiente de
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La atmósfera de
la capital es altamente reactiva comparada con otras urbes, como Nueva York, informó Irma Rosas, coordinadora del PUMA de
FOTO 03.
Todos los días se
respiran miles de elementos tóxicos en el aire de