14:30  hrs. 25 de Enero de 2008

  

Boletín UNAM-DGCS-050

Ciudad Universitaria

 

 

Carlos Arámburo de la Hoz

 

 

 

Pie de foto al final del boletín

 

 

PARTICIPA LA UNAM EN UNO DE LOS DESCUBRIMIENTOS CIENTÍFICOS MÁS IMPORTANTES DE LOS ÚLTIMOS TIEMPOS

 

·        El hallazgo abre una “nueva ventana” para ver el universo y una era diferente en la exploración del cosmos

·        Relaciona a los núcleos activos de las galaxias como las fuentes más probables que originan los rayos cósmicos de más alta energía que llegan a la Tierra

·        Permitirá comprobar si se cumple o no la Teoría de la Relatividad y si se violan o no los principios establecidos por Einstein

·        Intervienen en este proyecto internacional investigadores de los institutos de Geofísica y Ciencias Nucleares de la Universidad Nacional; la BUAP, UMSNH y el CINVESTAV

 

Científicos de 17 países del mundo, entre ellos México –donde participa la Universidad Nacional, realizaron un hallazgo único, de los más importantes ocurridos el año pasado, que se convierte en una “nueva ventana” para ver el universo, abre una era diferente en la exploración del cosmos y la posibilidad de estudiar a las galaxias de manera individual y novedosa.

 

Este descubrimiento relaciona a los núcleos activos de las galaxias como las fuentes más probables que originan los rayos cósmicos de más alta energía que llegan a la Tierra en forma anisotrópica, es decir, provienen de direcciones preferenciales del cielo.

 

 

Ello permitirá comprobar si se cumple o no la Teoría de la Relatividad y si se violan o no  los principios establecidos por Albert Einstein, señaló el director del Instituto de Ciencias Nucleares (ICN) de la UNAM, Alejandro Frank Hoeflich.

 

Esta investigación fue dada a conocer en la revista Science de noviembre pasado, publicación que la calificó como el tercer resultado científico de mayor relevancia de 2007 y, de ellos, la más importante en física.

 

En conferencia de prensa, el hallazgo fue presentado por el coordinador de la Investigación Científica, Carlos Arámburo de la Hoz, y los directores de los institutos de Geofísica (IGf), José Francisco Valdés Galicia, y de Ciencias Nucleares, Alejandro Frank, entidades participantes por la UNAM;  así como por Arnulfo Zepeda, por el Centro de Investigaciones y de Estudios Avanzados (CINVESTAV) del Instituto Politécnico Nacional; Humberto Salazar, de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP); Luis Manuel Villaseñor, de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH), y Luis Mier y Terán, director Adjunto de Desarrollo Científico y Académico del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT).

 

También intervinieron los investigadores Juan Carlos D´Olivo, Gustavo Medina Tanco y Lukas Nellen, del ICN.

 

Como parte de esta colaboración internacional, el equipo integrado por más de 370 investigadores e ingenieros, compartieron el financiamiento para la construcción y operación del Observatorio de Rayos Cósmicos Pierre Auger, el más grande del mundo en su tipo –ubicado en Argentina–, así como los diversos desarrollos técnicos y los análisis científicos que han llevado a este descubrimiento.

 

También representa un gran paso hacia la solución de los misterios sobre la naturaleza y origen de los rayos cósmicos de más alta energía, observados por primera vez en 1938 por el físico francés Pierre Auger. Se ha demostrado en forma incuestionable que éstos no llegan por igual de todas direcciones, pues algunas son preferenciales.

Se suma a las investigaciones que la astronomía lleva a cabo desde hace mucho tiempo sobre los rayos de baja intensidad, procedentes del Sol.

 

La contribución principal de la UNAM ha sido en el diseño de la óptica y la electrónica analógica del detector de fluorescencia; en el esbozo, instalación, método de calibración y monitoreo del detector de superficie o de partículas y en el sistema global de análisis de datos y diseño del programa computacional respectivo.

 

Además, en el manejo del Observatorio, que se hace a control remoto desde el edificio de operaciones, en el mismo campo de despliegue del detector, y en la recopilación de información, entre muchos otros aspectos.

 

La intervención de alumnos en este proyecto ha dado lugar a numerosas tesis de licenciatura, maestría y doctorado, en las instituciones nacionales involucradas.

 

José Valdés ejemplificó que la energía contenida en un rayo cósmico de alta intensidad equivale a 10 a la 20 electronvolts, es decir, 10 con 20 ceros.

 

“Esta energía es la de una pelota de tenis a 160 kilómetros por hora. Si se compara una pelota de tenis con un protón, que probablemente sean los rayos cósmicos, es como si comparara una gota de agua con tres mil veces  el agua de todos los océanos de la Tierra”, anotó.

 

Los estudios forman parte de una alianza internacional en la que todos los países miembros han contribuido para sufragar el costo total de la construcción del Observatorio, que asciende a 54 millones de dólares. México aportó un tercio de los mil 600 tanques requeridos por el detector de superficie o de partículas. El total de unidades está basado en tanques de polietileno rotomoldeado.

 

La construcción del Observatorio de Rayos Cósmicos Pierre Auger inició en 1999 y, aunque no se ha concluido, genera datos en forma estable desde enero de 2004. Hoy, ya están instalados y en funcionamiento los 24 telescopios de fluorescencia y más de mil 500 de los mil 600 detectores de superficie o de partículas.

 

Los especialistas explicaron que los rayos cósmicos son protones y núcleos atómicos que viajan a través del universo a velocidades cercanas a la luz. Cuando ingresan a la atmósfera superior de nuestro planeta colisionan con moléculas del aire y producen una cascada de partículas secundarias que, en su conjunto, se conoce como “chubasco atmosférico”. Cuando éste llega a la superficie alcanza extensiones de 40 kilómetros cuadrados o más.

 

Los científicos encontraron que las fuentes de partículas de alta energía no se distribuyen de manera uniforme en todo el cielo, sino que los resultados vinculan a los Núcleos Activos de Galaxias (AGN, por sus siglas en inglés) como posible origen de esas misteriosas partículas.

 

Los  AGN, según se sabe, son alimentados por agujeros negros que absorben grandes cantidades de materia. A pesar de que la mayoría de las galaxias poseen en su interior esos hoyos, sólo una pequeña fracción tiene un núcleo de este tipo.

 

Estos objetos son considerados sitios probables para la producción de partículas de alta energía, pues “engullen” el gas, polvo y otras formas encontradas en las galaxias que los hospedan, y emiten grandes cantidades de energía en forma de radiación y partículas.

 

Estas últimas pueden alcanzar energías que superan 100 millones de veces las que se pueden lograr con el acelerador más poderoso de la Tierra. Empero, el mecanismo exacto por el que ocurre es aún un enigma.

 

Carlos Arámburo de la Hoz subrayó, en su intervención, que esta investigación es testimonio de la competencia de los científicos mexicanos y prueba la calidad de las tareas que se hacen en las instituciones públicas del país.

 

Se requiere mayor financiamiento destinado a la investigación científica. Han sido las universidades públicas donde, fundamentalmente, y aunque no de manera exclusiva, se lleva a cabo la mayor parte del trabajo científico de México, manifestó. Para que una nación tenga viabilidad, añadió, es indispensable el fortalecimiento de esta actividad. No se trata de un gasto sino de una inversión, redondeó.

 

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PIES DE FOTO

 

FOTO 01.

 

Humberto Salazar, Alejandro Frank, Luis Mier y Terán, Carlos Arámburo de la Hoz, José Valdés Galicia y Arnulfo Zepeda, presentaron en la UNAM el descubrimiento sobre los rayos cósmicos.

 

FOTO 02

 

Carlos Arámburo de la Hoz, José Valdés Galicia y Arnulfo Zepeda, explican el hallazgo internacional sobre los rayos cósmicos realizado en el Observatorio Pierre Auger, en Argentina.