Boletín
UNAM-DGCS-009
Ciudad Universitaria
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AYUDARÍA A HIPERTENSOS
·
Benjamín Domínguez, de
·
Resultado del trabajo de investigación de
universitarios que realizan con expertos del Hospital General de México
Las personas hipertensas necesitan ser capaces de producir cambios en
su estilo de vida, en particular en su funcionamiento emocional y
específicamente en los llamados mecanismos de autorregulación, señaló Benjamín
Domínguez, de
Se trata de uno de los resultados de la investigación que el
especialista y su grupo realizan de manera interdisciplinaria con expertos del
Hospital General de México, particularmente con Luis Alcocer Díaz Riveiro, jefe
de Cardiología de esa institución.
Los especialistas estudiaron un grupo de 64 individuos del Hospital
General de México, adultos hombres y mujeres de entre 28 y 75 años durante 24
meses. Fueron seleccionados de un grupo de 200 personas, quienes no habían
respondido positivamente al tratamiento farmacológico, especificó.
La capacidad para poder modificar pensamientos y conductas, es decir,
la autorregulación emocional, requiere de la actividad óptima de los llamados
mecanismos inhibitorios, que se refieren a la habilidad de algunas personas de
enojarse y de lograr serenarse en pocos segundos, expuso.
Quienes tienen problemas con su peso o forma de comer, entre otras
cosas, sufren con esos mecanismos porque no tienen el control de desear un
alimento y detenerse para no ingerirlo, explicó Benjamín Domínguez.
Todas las personas tienen esos mecanismos inhibitorios parte de la
herencia evolutiva. En el caso de los hipertensos, señaló, ya no poseen esa facultad
de utilizarlos o simplemente la perdieron.
La evidencia científica de los últimos 15 años, indicó, ha clarificado
la relación entre diversos estados emocionales y la preservación o pérdida de
la salud. En el caso concreto de la hipertensión, la cardiología ha hecho
avances importantes en su tratamiento farmacológico, pero no ha sido
suficiente.
Una de las aportaciones de los universitarios, puntualizó Domínguez, ha
sido demostrar cómo se debe estudiar, medir la enfermedad con precisión y
modificar, para beneficio de los pacientes, el componente emocional de los
enfermos.
También han expuesto que el trabajo interdisciplinario entre
cardiólogos y psicólogos tiene consecuencias prácticas: a un paciente que
aprende a autorregularse, sus medicamentos antihipertensivos lo benefician más.
El funcionamiento emocional de las personas, sobre todo cuando sufre
enfermedades crónicas, se puede estudiar de manera científica. Se miden en
forma sencilla los cambios en el pulso, la frecuencia cardiaca y el ritmo
respiratorio con un sensor que se les coloca en el dedo. Quienes presentan
mayor variabilidad entre un latido y otro son las más jóvenes y más sanas, pero
además son las que tienen una mayor autorregulación emocional.
Los datos aparecen en una computadora. Ahí la persona puede ver qué
tanto estrés produce su cuerpo en ese momento. Los resultados, que son fáciles
de entender para cualquier individuo, permiten saber cómo estaba y qué puede
hacer para sentirse mejor.
Así, esta tecnología facilita estudiar el proceso emocional de los
pacientes y mejorar los métodos no farmacológicos para enseñar a las personas
cómo producir cambios en su condición. Lo aprenden en un par de semanas, en
sesiones de cuatro a cinco horas.
Hay varios caminos para producir serenidad y aumentar la actividad
parasimpática. Un recurso es la respiración diafragmática, es decir, dejar
entrar el aire lenta y profundamente por la nariz y sacarlo pausadamente por la
boca. Con ello se disminuye la frecuencia cardiaca.
Otro mecanismo consiste en evocar sentimientos o recuerdos positivos que
hacen que el consumo de oxígeno disminuya; se gasta menos energía en un estado anímico
positivo, y finalmente, está la hipnosis.
Los cambios más sólidos se supone son a largo plazo, esto es, de seis a
14 meses después de su atención psicológica y para comprobarlo y saber a
ciencia cierta si esos conocimientos les son útiles, se hace un seguimiento de
los pacientes analizados.
También se analizan a personas jóvenes, sanas clínicamente, es decir,
prehipertensos.
Por ahora, los resultados preliminares son preocupantes. Se refuerza
que sí se pueden medir las alteraciones emocionales desde antes de que se
manifieste el problema, y sí se puede prevenir, que sería otra conclusión. Por ello, el trabajo debe hacerse antes de
que se desarrolle la enfermedad.
Se quiere hacer un manual para el público en general con el objetivo de
difundir ese tipo de conocimientos prácticos. Se ha preparado un capítulo con
todos los resultados del proyecto para hacer un libro en español, y se trabaja en
un artículo a publicarse en una revista internacional, concluyó el
investigador.
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FOTO 01
Las personas
hipertensas necesitan producir cambios en los llamados mecanismos de
autorregulación, señaló Benjamín Domínguez, de Facultad de Psicología de
FOTO 02.
Benjamín
Domínguez, investigador de