06:00  hrs. 04 de Enero de 2008

  

Boletín UNAM-DGCS-008

Ciudad Universitaria

 

 

 

 

 


Ricardo Urbina

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AFECTA AL SEIS POR CIENTO DE LA POBLACIÓN TRASTORNOS DE ANSIEDAD

 

·        Principalmente a la población entre los 20 y 40 años, aunque las mujeres lo manifiestan más, destacó Ricardo Urbina Méndez, profesor de la Facultad de Medicina de la UNAM

·        La ansiedad tiende a la cronicidad, a presentar comorbilidades como depresión o abuso en el consumo alcohol y de otras sustancias, alertó

·        Se convierte en          enfermedad cuando causa sufrimiento, cuando la gente llega a un nivel donde tiene miedo de morirse, de tener  un infarto o volverse loco, indicó

 

Las crisis por trastornos de ansiedad afectan de dos a seis por ciento de la población entre los 20 y 40 años, aunque las mujeres lo manifiestan más que los hombres, afirmó Ricardo Urbina Méndez, profesor de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM.

 

En casos graves, precisó, este padecimiento desencadena limitaciones extremas, pues quienes las padecen dejan de asistir al trabajo o escuela por temor a presentar un ataque de angustia o bien desarrollan dependencia a una persona, familiar o amigo, con quien se sienten seguros.

 

La ansiedad tiende a la cronicidad, a presentar comorbilidades como depresión o abuso en el consumo alcohol y otras sustancias, alertó. Sus padecimientos se caracterizan por un estado de agitación, y se pueden manifestar de diversas maneras, como crisis de angustia o pánico, agorafobia o temor a lugares abiertos, estrés, trastorno obsesivo compulsivo e insomnio o mucho sueño, debido al desgaste emocional.

 

Por lo regular, al acudir a la consulta, los pacientes lo explican como sentirse nervioso, demasiado inquieto o desesperado, puntualizó. En realidad, puede ser un estado presentado con regularidad y a veces no se sabe qué es; por ejemplo, la gente que siente malestar cuando va a salir, cuando se detiene mucho el autobús o si hay tráfico. Ahí se pueden detectar ciertos niveles de ansiedad pero son controlables, ya que la mayoría de los seres humanos reaccionan en esos momentos.

 

Todos viven con angustia, que al fin es un mecanismo de defensa. “Si una persona tiene un asunto no resuelto, de índole psicológica, este fenómeno le dice: ahí tienes el problema, pero no lo has terminado; de hecho, la mayoría de la gente no los desahoga, pero si se acumula durante toda la vida, llega un momento en el que va a haber un resquebrajamiento de la personalidad”, destacó.

 

Cabe preguntarse en qué momento deja de ser común y se convierte en enfermedad; cuando causa sufrimiento, es decir, no sólo consiste en sudar o transpirar, tener respiración acelerada o taquicardia, sino que se llega a un nivel donde se tiene miedo de morir, de tener un infarto o volverse loco, recalcó.

 

La angustia, detalló, se presenta por igual en hombres que en mujeres, aunque por lo regular el primero no lo reconoce y lo atribuye a presiones laborales, al estrés. “Ahora aparece sobre todo en jóvenes, a partir de los 20 y hasta los 40 años de edad; esa es la mayor persistencia”.

 

Ese segmento puede buscar calmar este estado a través de la ingesta de alcohol, medicamentos no preescritos y drogas. Los adultos lo alivian a través de tranquilizantes, pero no se consiguen si no es por prescripción médica, o lo pueden manifestar metiéndose de lleno en el trabajo, lo cual se conoce como workalcoholic, o haciendo ejercicio físico excesivo, señaló.

 

En las mujeres, acotó, hay otras condicionantes porque ahí aparecen los problemas hormonales: la tensión premenstrual, el embarazo, la menopausia y el climaterio.

 

La angustia está ligada a la depresión frecuente y, en ese sentido, es difícil diagnosticar cuál es cuál. Así, se puede decir que hay ansiedad depresiva o depresión ansiosa y ambas constituyen los motivos más frecuentes de consulta en el primer nivel de atención, es decir, los médicos generales y familiares se enfrentan a muchos pacientes con estos trastornos, que se expresan a través de síntomas físicos como cefalea, dolores musculares y articulares, apuntó.

 

En realidad, subrayó, actualmente muchos facultativos no saben diagnosticar las crisis de angustia y piensan que los enfermos son hipocondríacos y en realidad están ansiosos. Pero, en realidad, no fueron bien interrogados y son sometidos a estudios de laboratorio inútiles.

 

El primer paso para el diagnóstico y tratamiento de la ansiedad es descartar la presencia de un padecimiento orgánico o enfermedad psiquiátrica. Es indispensable elaborar una historia clínica completa y un análisis minucioso con síntomas; antecedentes psiquiátricos, médicos, generales, personales, como respuestas del paciente ante episodios importantes de su vida y a situaciones vitales; adicciones; cómo ha sido su vida laboral, social y familiar; medicaciones indicadas o autoinducidas; examen físico completo y mental, recomendó.

 

Es importante tomar en cuenta, comentó, que tanto la ansiedad como la frecuencia de las crisis varían en cada individuo, pues algunos tienden a presentar síntomas cardiovasculares como palpitaciones, dolor torácico y parestesias o sensación anormal de hormigueo, adormecimiento o ardor.

 

Otros se quejan de despersonalización, miedo a perder el control, y a enloquecer, pero es característico que el enfermo genere ansiedad anticipatoria a la crisis de angustia y conducta variable de evitación. En ese sentido, el médico debe explicar a la familia y al paciente las características primordiales y que estos episodios no ponen en peligro su vida, concluyó.

 

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FOTO 01.

Los trastornos de ansiedad principalmente afectan población entre los 20 y 40 años, aunque las mujeres lo manifiestan más, destacó Ricardo Urbina Méndez, profesor de la FM de la UNAM.

 

FOTO 02

Al llegar a casos extremos la ansiedad tiende a presentar comorbilidades como depresión o abuso en el consumo alcohol y otras sustancias, alertó el académico de la UNAM Ricardo Méndez Urbina.