06:00  hrs. 31 de Diciembre de 2007

  

Boletín UNAM-DGCS-778

Ciudad Universitaria

 

 

 

 


Alicia Hamui

Pie de fotos al final del boletín

 

 

LOS “SUSTOS” PUEDEN LLEGAR A SER PADECIMIENTOS INCAPACITANTES

 

 

En el medio popular de México y América Latina el fenómeno del “susto” o “espanto” adopta un carácter particular, pues es considerado un padecimiento capaz de afectar, en diferente grado, las actividades cotidianas de las personas, afirmó Alicia Hamui Sutton, profesora de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM.

 

La variante del hecho conocido en diversas partes del mundo como “pérdida del alma”, puede definirse como un “impacto psicológico” de intensidad variada a consecuencia de factores diversos como los de índole sobrenatural y los circunscritos a experiencias personales que emergen como eventualidades; por lo tanto, puede dañar a todo individuo en cualquier edad, puntualizó.

 

De acuerdo con diversos autores, precisó, a la vez es causa y dolencia. “Una persona que recibe un “susto” contrae la enfermedad conocida como tal: es decir, el padecimiento es designado con el mismo término aplicado a la vivencia traumática”.

 

Quienes lo experimentan registran un ataque al estado general corpóreo que incluso puede postrarlos en cama. Las personas se empiezan a sentir débiles, hay decaimiento y una tendencia a querer recibir el Sol, lo cual se asocia a la creencia de que cuando “se pierde el alma” uno se queda frío y el cuerpo busca el equilibrio; también, todo el tiempo se registra cansancio, tristeza y angustia; tienden a dormir muchas horas, están irritables, les cuesta trabajo caminar y en ocasiones tienen desvanecimientos, detalló.

 

Llegan incluso a manifestar temor a los sueños en donde se repiten estereotipos amenazadores, sufren ataques repentinos de “locura”, fiebres leves, diarreas, vómitos, dolores de cabeza o en el pecho. No obstante, indicó, no son síntomas específicos, sino poco claros; eso dificulta la atención por parte de los médicos.

 

Cuando el paciente llega a consulta, el facultativo no tiene una sintomatología evidente y sólo le da vitaminas; sin embargo, ésta no es la cura porque el problema es mucho más amplio, se habla de diversas cosmovisiones y creencias, cuyo origen viene desde los pueblos prehispánicos, recordó.

 

Se trata de expresiones psicosomáticas y, sobre todo, de padecimientos tradicionales, en donde se cree que cuando a la gente le da “susto” o “espanto” hay una “pérdida del alma”, que sale del cuerpo y va a otros espacios, refirió la integrante del Departamento de Medicina Familiar de la FM.

 

Hoy en día, dijo, es ya una creencia sincrética, donde se combinan elementos de muchas culturas, aunque en cada región adquiere particularidades distintas.

 

Por un lado, abundó, están las ideas prehispánicas, por otro las religiosas católicas y los conocimientos médicos de la era moderna; es decir, las personas en la actualidad no saben a ciencia cierta de dónde vienen esas afirmaciones y cómo eran originalmente hace 500 años, pero las reproducen; además, tienen una funcionalidad importante para explicar los procesos de salud-enfermedad a los que se  enfrentan.

 

Así, el diagnóstico es más doméstico que médico, pues en la sociedad las abuelas y los padres son quienes saben cuándo alguien “ha perdido” el alma. De hecho, hoy día quienes tratan este padecimiento siguen siendo los curanderos, no los galenos, quienes no alcanzan a darse cuenta de su complejidad psicosocial. De ahí la importancia de comprenderlo y tomar en cuenta no sólo el aspecto biológico, sino también el humano, apuntó.

 

Para solucionarlo, resaltó, el chamán hace un ritual en donde utiliza tanto elementos prehispánicos como católicos e incluso algunos de la medicina alópata; en cambio, es difícil que un facultativo diagnostique “susto” o “espanto”, más bien lo abordan como estrés, depresión u otro malestar relacionado con el funcionamiento del cuerpo humano.

 

Por ello, los médicos deben entenderlo en la integralidad de la vida de la persona y, al mismo tiempo, considerar las patologías físicas que pueda presentar, concluyó.

 

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FOTO 01

Quienes padecen de “susto” o “espanto” presentan un ataque al estado general que incluso puede postrarlos en cama, alertó Alicia Hamui Sutton, profesora de la FM de la UNAM.

 

FOTO 02.

Quienes tratan los “sustos” siguen siendo los curanderos, no los galenos, quienes no alcanzan a darse cuenta de su complejidad psicosocial, aseguró la investigadora de la UNAM Alicia Hamui Sutton.