Boletín
UNAM-DGCS-778
Ciudad Universitaria
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LOS “SUSTOS” PUEDEN LLEGAR A SER PADECIMIENTOS INCAPACITANTES
En el medio popular de México y América Latina el fenómeno del “susto”
o “espanto” adopta un carácter particular, pues es considerado un padecimiento
capaz de afectar, en diferente grado, las actividades cotidianas de las
personas, afirmó Alicia Hamui Sutton, profesora de
La variante del hecho conocido en diversas partes del mundo como
“pérdida del alma”, puede definirse como un “impacto psicológico” de intensidad
variada a consecuencia de factores diversos como los de índole sobrenatural y los
circunscritos a experiencias personales que emergen como eventualidades; por lo
tanto, puede dañar a todo individuo en cualquier edad, puntualizó.
De acuerdo con diversos autores, precisó, a la vez es causa y dolencia.
“Una persona que recibe un “susto” contrae la enfermedad conocida como tal: es
decir, el padecimiento es designado con el mismo término aplicado a la vivencia
traumática”.
Quienes lo experimentan registran un ataque al estado general corpóreo que
incluso puede postrarlos en cama. Las personas se empiezan a sentir débiles,
hay decaimiento y una tendencia a querer recibir
Llegan incluso a manifestar temor a los sueños en donde se repiten
estereotipos amenazadores, sufren ataques repentinos de “locura”, fiebres
leves, diarreas, vómitos, dolores de cabeza o en el pecho. No obstante, indicó,
no son síntomas específicos, sino poco claros; eso dificulta la atención por
parte de los médicos.
Cuando el paciente llega a consulta, el facultativo no tiene una
sintomatología evidente y sólo le da vitaminas; sin embargo, ésta no es la cura
porque el problema es mucho más amplio, se habla de diversas cosmovisiones y
creencias, cuyo origen viene desde los pueblos prehispánicos, recordó.
Se trata de expresiones psicosomáticas y, sobre todo, de padecimientos
tradicionales, en donde se cree que cuando a la gente le da “susto” o “espanto”
hay una “pérdida del alma”, que sale del cuerpo y va a otros espacios, refirió
la integrante del Departamento de Medicina Familiar de
Hoy en día, dijo, es ya una creencia sincrética, donde se combinan
elementos de muchas culturas, aunque en cada región adquiere particularidades
distintas.
Por un lado, abundó, están las ideas prehispánicas, por otro las
religiosas católicas y los conocimientos médicos de la era moderna; es decir,
las personas en la actualidad no saben a ciencia cierta de dónde vienen esas
afirmaciones y cómo eran originalmente hace 500 años, pero las reproducen; además,
tienen una funcionalidad importante para explicar los procesos de
salud-enfermedad a los que se enfrentan.
Así, el diagnóstico es más doméstico que médico, pues en la sociedad
las abuelas y los padres son quienes saben cuándo alguien “ha perdido” el alma.
De hecho, hoy día quienes tratan este padecimiento siguen siendo los
curanderos, no los galenos, quienes no alcanzan a darse cuenta de su
complejidad psicosocial. De ahí la importancia de comprenderlo y tomar en
cuenta no sólo el aspecto biológico, sino también el humano, apuntó.
Para solucionarlo, resaltó, el chamán hace un ritual en donde utiliza
tanto elementos prehispánicos como católicos e incluso algunos de la medicina
alópata; en cambio, es difícil que un facultativo diagnostique “susto” o “espanto”,
más bien lo abordan como estrés, depresión u otro malestar relacionado con el
funcionamiento del cuerpo humano.
Por ello, los médicos deben entenderlo en la integralidad de la vida de
la persona y, al mismo tiempo, considerar las patologías físicas que pueda
presentar, concluyó.
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FOTO 01
Quienes padecen
de “susto” o “espanto” presentan un ataque al estado general que incluso puede
postrarlos en cama, alertó Alicia Hamui Sutton, profesora de
FOTO 02.
Quienes tratan
los “sustos” siguen siendo los curanderos, no los galenos, quienes no alcanzan
a darse cuenta de su complejidad psicosocial, aseguró la investigadora de