Boletín
UNAM-DGCS-773
Ciudad Universitaria
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Feggy Ostrosky-Solís, académica de
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La directora del Laboratorio de Neuropsicología y
Psicofisiología, dijo que en ese espacio estudian las emociones mediante
estudios de neuroimagen precursores en México
Las conductas violentas son cada vez más comunes en la sociedad y se
consideran en la actualidad como un alarmante problema de salud pública, afirmó
Feggy Ostrosky-Solís, directora del Laboratorio de Neuropsicología y
Psicofisiología de
La académica señaló que estos comportamientos se presentan en
diferentes niveles, que van desde el abuso doméstico hasta el crimen en las
calles y los homicidios. Ante la posibilidad de ser una de sus víctimas, la
población vive en un miedo constante, con un impacto en su calidad de vida.
Ostrosky-Solís recordó que en su Laboratorio llevan varios años
investigando la parte de neurobiología de la violencia y han estudiado las
emociones a través de aspectos neuropsicológicos y electrofisiológicos,
mediante análisis de neuroimagen.
Dichos trabajos son precursores en México y forman parte de una
tendencia mundial. Sin embargo, reconoció, hay poca información sobre qué
sucede en el cerebro de estas personas, qué los mueve a dañar a sus familiares
o a personas extrañas, y cómo estos impulsos pueden prevenirse o controlarse.
Explicó que la violencia es un factor que determina todas las
actividades, desde los lugares frecuentados, el tiempo de permanencia en ellos,
el tipo de seguridad buscado, cómo es la vestimenta, a qué hora se sale de casa
e incluso dónde y cuándo se trabaja.
En sus exploraciones, la académica comentó que buscan contestar qué es
lo que pasa dentro del cerebro de los multi homicidas y asesinos seriales, cómo
se desarrollan estas personalidades, y si existen regiones específicas que
causan esta alteración.
Además, añadió, determinar si hay algún centro del encéfalo que regule
la conducta social, cómo interactúan las zonas anatómicas con el ambiente en el
crecimiento para permitir que emerja un razonamiento moral y cuáles son los
mecanismos subyacentes a la toma de decisiones.
“La línea divisoria entre lo normal y lo patológico es tenue. El
cerebro es la frágil morada del alma y esto señala que existe un fino límite
entre la salud mental y la enfermedad”, indicó.
Es decir, agregó, todos experimentan tristeza y preocupación, pero
cuando éstas son excesivas e inapropiadas a las circunstancias es cuando deriva
en mórbido. Entonces, se distingue entre miedo y fobia; entre tristeza y
depresión; entre alegría y manía, y entre agresión y brutalidad.
Especialista en la relación entre el cerebro y la conducta humana,
Ostrosky-Solís aseveró que las emociones son importantes y juegan un papel
fundamental en el comportamiento violento; muchos de esos individuos actúan
motivados por fuertes sobreexcitaciones.
“Una aproximación en este Laboratorio es investigar estos fenómenos, y
se advierte que desde el punto de vista biológico tienen un sustrato orgánico
en el cerebro, que en muchos casos está bien localizado y estudiado”, apuntó la
investigadora.
Feggy Ostrosky-Solís, autora del libro Mentes asesinas. La violencia en
tu cerebro, expuso que en el ser humano existen múltiples tipos de emociones y,
al igual que los colores primarios, van a producir un rango infinito de
tonalidades, un conjunto de pulsiones básicas que cuando se mezclan producen
sentimientos complejos.
Entre las primarias figuran, ejemplificó, la felicidad, tristeza, ira,
asco y miedo. Es interesante conocer que los celos serían una mezcla de miedo e
ira, y el amor –en un reduccionismo– podría ser una mixtura de confianza más
alegría, y el desencanto una mezcla de sorpresa y tristeza.
El ser humano tiene una enorme capacidad de generarlas en este nivel y
también otras complejas, determinadas por la culpa, vergüenza, orgullo, envidia
y, sobre todo, emociones morales, concluyó
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Las conductas
violentas son cada vez más comunes en la sociedad y se consideran en la
actualidad como un alarmante problema de salud pública, afirmó la investigadora
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La violencia es
un factor que determina todas las actividades, señaló Feggy Ostrosky-Solís,
directora del Laboratorio de Neuropsicología y Psicofisiología de