12:30 hrs. 23 de Septiembre de 2007

  

Boletín UNAM-DGCS-585

Ciudad Universitaria


Amelia Farrés

Pie de foto al final del boletín

 

EVIDENTE, LA RELACIÓN ENTRE DIETA Y PREVENCIÓN, PERO CON RIESGO DE FRAUDES

 

 

Hay suficientes evidencias de que existe una relación entre la dieta y la prevención de enfermedades, y que muchos alimentos tienen elementos que han mostrado actividad benéfica para la salud. Sin embargo, también hay gran peligro de que se hagan fraudes con esos productos, indicó Amelia Farrés, profesora e investigadora de la Facultad de Química de la UNAM.

 

Durante la conferencia Alimentos funcionales: nutrición basada en evidencias, dentro del ciclo La ciencia más allá del aula, aseguró que no en todos los casos se tienen identificadas y demostradas cuáles son las sustancias activas, porque las técnicas analíticas pueden ser insuficientemente confiables para garantizar su presencia, o porque su cantidad es variable de acuerdo con las condiciones de almacenamiento de los mismos.

 

Además, faltan estudios que demuestren efectivamente que en el metabolismo estos compuestos van a funcionar, resaltó.

 

Un ejemplo, mencionó la especialista, es el vino, del cual se ha dicho que sirve para prevenir las enfermedades cardiovasculares, incluso el Alzheimer. Pero de acuerdo con el tipo de uva con el que se elaboró, las sustancias están en cantidades completamente distintas, como en el caso de la catequina, una de las más activas: “en la Chardonnay hay mucha pero en la Muscadine prácticamente nada”.

 

También existe un riesgo debido a la tendencia de utilizar pastillas ante los nutrimentos, porque si bien por una parte se gana en términos de tomar la dosis establecida, se pierden los efectos sinérgicos que causan los otros compuestos del comestible, aclaró.

 

Por tanto, comentó Amelia Farrés, es importante impulsar una legislación correcta y completa que regule los alimentos funcionales. Hasta hoy, sostuvo, en términos normativos hay gran controversia. En el caso de México, dentro de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios tiene varios años la discusión sobre la pertinencia o no de elaborar una norma nacional al respecto.

 

El problema es que sí hay diferencias en algunos reportes sobre si sirven o no, pues no todo lo que se dice sobre ellos es necesariamente falso, pero tampoco totalmente cierto; inclusive, en general, a los gobiernos les interesa que domine la cultura de prevención por sobre su curación, porque los costos de la seguridad social disminuyen, detalló.

 

De ahí que sea relevante la participación de los académicos, particularmente los involucrados en análisis de alimentos, en cuanto a dar información correcta a la sociedad. “No se puede permitir que a través de la mercadotecnia se diga qué comer”, enfatizó la especialista.

 

La investigadora del Departamento de Alimento y Biotecnología explicó que los alimentos funcionales, de acuerdo con la Asociación de Dietistas Americanos, son aquellos que además de tener un aporte de nutrimentos generan un impacto positivo en la salud física y mental del individuo.

 

El interés y la preocupación por la ingesta, recordó, es en realidad antigua. Hipócrates subrayó la necesidad de que “el alimento fuera nuestra medicina y la medicina el alimento”.

 

Lo que sí se tiene en claro, de acuerdo con la Food and Drug Administration de Estados Unidos, es que la proteína de soya, los productos bajos en grasa saturadas y colesterol, las frutas, verduras y granos que contienen fibra, particularmente la soluble, así como las dietas bajas en sodio –al disminuir la presión arterial– reducen el riesgo de enfermedades cardiovasculares, puntualizó.

 

Asimismo, que acortan el peligro de cáncer las dietas bajas en grasa total, los productos que contienen fibra; que el calcio reduce el riesgo de osteoporosis, y el ácido fólico disminuye el peligro de defectos en el tubo neural, agregó.

 

Empero, sigue en debate que las bajas en grasa total reducen el riesgo de cáncer porque se presta a muchas interpretaciones, dijo la investigadora Amelia Farrés.

 

Los alimentos funcionales han cobrado relevancia en los últimos años, concluyó, porque hay mayor conciencia del papel que la ingesta ejerce en la salud, incluso se ha crecido con las etiquetas con información nutrimental. Hay una preocupación mayor por la inocuidad y la diversidad alimentaria, y hay muchos datos a través de los medios de comunicación masiva.

 

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FOTO 01.

Hoy se sabe que reducen el riesgo de enfermedades cardiovasculares la proteína de soya, los productos bajos en grasa saturadas y colesterol, afirmó la investigadora de la UNAM Amelia Farrés.