12:30 hrs. 19 de Agosto de 2007

  

Boletín UNAM-DGCS-508

Ciudad Universitaria


Susana Magallón

Pie de  foto al final del boletín

 

FECHAN EN LA UNAM ORGANISMOS BIOLÓGICOS PARA DETERMINAR SUS CARACTERÍSTICAS

 

·        Señaló Susana Magallón, investigadora del Instituto de Biología de la UNAM

·        Permite saber si hay correlación entre procesos y diversificación, así como determinar las causas de su distribución y caracteres morfológicos, dijo

·        Dictó la conferencia ¿Cómo ayudan los fósiles al reloj molecular? Experimentos con plantas vivientes y extintas

 

Fechar grupos biológicos es importante para conocer la edad de los organismos, determinar las causas de su distribución geográfica o precisar el tiempo de ciertos caracteres y síndromes morfológicos, afirmó Susana Magallón, del Instituto de Biología de la UNAM.

 

Al dictar la conferencia ¿Cómo ayudan los fósiles al reloj molecular? Experimentos con plantas vivientes y extintas, la experta añadió que ello permite saber si hay correlación entre procesos y diversificación biológica, por ejemplo la influencia de la aridificación del territorio mexicano sobre la transformación de las cactáceas o agaváceas, o bien, obtener información de grupos alterados a consecuencia de la transición de otros.

 

En el marco de la III Semana de Paleobiología, organizada por la Facultad de Ciencias, explicó que se ha usado al registro fósil para datar y no fue sino a partir de 1960 cuando se propuso la idea del “reloj molecular”, basado en la idea de que la diferencia genética entre los descendientes de un ancestro común aumenta conforme transcurre el tiempo.

 

Eso también sugiere que la tasa de cambio entre genes y proteínas es constante. “Si se considera un árbol filogenético, la distancia genética entre dos especies va a ser linealmente proporcional al tiempo de divergencia”, agregó.

 

La idea es que hay dos variedades, A y B, que descendieron de un solo ejemplar, se puede evaluar su diferencia genética al tomar secuencias de algún gene, compararlas y especificar cuántas discrepancias hay entre ambas. Sería la suma de los cambios acumulados, como resultado de la tasa de sustitución molecular por el periodo transcurrido, apuntó.

 

No obstante, aclaró la experta, en el reloj molecular hay fuentes de error. Pueden presentarse problemas en la estimación de las relaciones filogenéticas, además de que diferentes linajes tienen diversos indicadores.

 

Es decir, no es universal. Por ello, desde hace 10 años se han propuesto métodos llamados de “reloj molecular relajado”, los cuales incorporan el hecho de que diferentes familias poseen disímiles reglas de sustitución e información auxiliar de otras fuentes para ayudarse en la estimación de edades; la más común es el registro fósil, puntualizó.

 

En específico, la universitaria ha tratado de estimar la antigüedad de las angiospermas o plantas con flor. Refirió que en la biota existen  grandes grupos de vegetales con semilla: cícadas, gnetales, ginkobiloba y coníferas, que en total agrupan a menos de 800 especies. En cambio, las que florean suman más de 270 mil conocidas, aunque su número real podría ser de más de 400 mil.

 

Su primer recuento data del Cretácico Inferior, hace 136 millones de años, y conforman el fundamento estructural de todos los ecosistemas terrestres de la actualidad. Además, desde el punto de vista morfológico, representan innovaciones reproductivas  que incluyen a las flores, la estructura de los sacos polínicos en anteras, y el carpelo, órgano que encierra a los óvulos, detalló.

 

Susana Magallón se propuso evaluar la variación en los estimados de la edad de las angiospermas derivados de diferentes datos moleculares, y el efecto de incluir a los fósiles como auxiliares en la estimación de la edad utilizando un método de reloj molecular relajado.

 

Así, determinó que incorporar a estos últimos disminuye de forma considerable los intervalos de modificación y proporciona edades congruentes con los propios restos. Además, “las estimadas para las angiospermas resultan más antiguas que su primera aparición en el registro fósil”, refirió.

 

Ello, abundó, porque el asiento más antiguo está dado por polen con características únicas y exclusivas de ese grupo, de hace alrededor de 135 millones de años. No obstante, con el estudio del reloj relajado se obtienen edades anteriores, de 180 a 220 millones de años.

 

Mencionó que descubrimientos paleobotánicos han revolucionado el conocimiento de la historia temprana de las angiospermas; son los llamados mesofósiles, estructuras tridimensionales preservadas como carbonizaciones, encontradas a partir de 1980.

 

Se han hallado en los intervalos estratigráficos que abarcan el Cretácico Inferior y Superior, que corresponden a la etapa de su primera aparición en la anotación fósil. Se han ubicado en márgenes de las orillas de los ríos, en afloramientos arcillosos.

 

“Se han obtenido muestras de 84 millones de años, donde se pueden ver las partes más internas de la flor. La calidad de información que ofrecen es inmejorable y permiten identificaciones precisas”, concluyó.

 

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FOTO 01

Susana Magallón, del Instituto de Biología de la UNAM, precisó que fechar grupos biológicos ayuda a conocer la edad de los organismos, determinar su distribución, caracteres y síndromes morfológicos.

 

FOTO 02.

El asiento más antiguo de investigadores de la UNAM está dado por polen con características únicas y exclusivas, con el estudio del reloj relajado, de 180 a 220 millones de años.