12:30 hrs. 4 de Agosto de 2007

  

Boletín UNAM-DGCS-473

Ciudad Universitaria

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DISEÑAN EN LA UNAM MODELO PARA ELIMINAR PLAGAS DE ROEDORES O CONTROLAR SU CRECIMIENTO

 

·        Se centra en la transmisión social de información sobre preferencias alimenticias, prototipo creado por Astrid Posadas, de la Facultad de Medicina

·        Con ello se podrían evitar pérdidas de cosechas en el campo mexicano e incluso en otros países

·        La experiencia o familiarización con olores reduce la neofobia o miedo intenso a todo lo nuevo, en este caso a la incorporación de nuevos elementos en la dieta

·        El periódico británico The Guardian publicó un reporte acerca de los hallazgos de Posadas Andrews

 

Un modelo animal de transmisión social de información sobre preferencias alimenticias, diseñado por Astrid Posadas Andrews, de la Facultad de Medicina de la UNAM, podría ayudar a exterminar plagas de roedores o al menos controlar su crecimiento poblacional, lo cual evitaría pérdida de cosechas en el campo mexicano.

 

La investigadora universitaria encontró que en experimentos llevados a cabo con animales para saber cómo desarrollan sus predilecciones o aversiones en los comestibles, la experiencia o familiarización con los olores reduce la neofobia o miedo intenso a todo lo nuevo, en este caso, a la incorporación de nuevos elementos en la dieta.

 

“Los roedores –explicó la psicóloga experimental– se transmiten información vía la olfacción, es decir, mediante la acción de oler diversas partículas que hay en secreciones y excreciones en el hocico y la cola”.

En uno de esos experimentos se impregnó con un determinado aroma el hábitat (una caja) de los roedores. Cuando éstos tuvieron que elegir entre varios olores, prefirieron el que les era familiar, o sea, el de la caja.

 

En su entorno natural, dichos animales desarrollan esta preferencia por medio de otro miembro de la especie, ya que tienen aversión a lo nuevo. Así, mandan a un emisario, no al líder del grupo, a explorar el alimento encontrado. Éste va, come y vuelve... Después de dos o tres ensayos, si no fallece, todos los demás van e ingieren. Pero si el emisario desaparece, el grupo asocia alimento-olor-muerte y ya no lo consume.

 

“Las crías –agregó Posadas Andrews– siguen a la madre a los lugares donde ésta come. De esa manera, se familiarizan con cada uno de ellos, con lo que degustan y con los olores que despiden”.

 

El modelo de transmisión social de información sobre preferencias alimenticias en roedores –experimentado por Posadas Andrews como parte de su doctorado en psicología experimental, en la Universidad de Sussex, Inglaterra– podría tener aplicación en México.

 

De hecho, el periódico británico The Guardian publicó un reporte acerca de los hallazgos de Posadas Andrews. Además, investigadores del área de agricultura de Medio Oriente, en particular de Israel, solicitaron sobretiros de dicha edición, pues consideraron que el prototipo de la universitaria se puede aplicar en sus países para proteger las cosechas.

 

En virtud de que viven en grupos pequeños, los roedores de cada conjunto desarrollan preferencias diferentes, lo cual hace que sea extremadamente difícil exterminar o controlar las plagas de estos animales.

 

Sin embargo, se pueden aprovechar sus inclinaciones alimenticias y engañarlos, al impregnar con olores familiares un veneno-alimento que ellos comerían. Ello permitiría eliminar o regular grupos de roedores para favorecer los cultivos y proteger las cosechas.

 

Posadas Andrews señaló que “a la industria cuyo giro es el control de plagas de roedores le podría ser de mucha utilidad para elaborar productos que exterminen a esos animales con un poco más de estrategia.”

 

El modelo animal de transmisión de información social sobre preferencias alimenticias fue resultado de un estudio sobre los hábitos de alimentación y la farmacología del hambre y la sed.

 

En este caso, la investigadora experimentó con benzodiacepinas (ansiolíticos) en modelos de ingesta de alimento en condiciones de familiaridad y novedad en varias especies (pichones y ratas).

 

De este modo, Posadas Andrews trató de responder al interés que había entonces (finales de los años 70) en Inglaterra por saber qué efectos secundarios tenían los ansiolíticos en los obesos.

 

En ese país había un problema serio de sobrepeso por consumo excesivo de harinas refinadas. Para tranquilizarlos, se les prescribía un ansiolítico. Posadas Andrews exploró en un modelo animal qué podría estar pasando con aquellos y descubrió que el ansiolítico les estimulaba el apetito.

 

Encontró evidencia de que el efecto de las benzodiacepinas es semejante, en varios patrones alimenticios, al de la privación de alimento: ambos aumentan la cantidad de comestible digerido, acortan la latencia para comer, incrementan el tiempo comiendo y restringen el repertorio conductual del animal.

 

Ahora bien, los mecanismos en ambos no son necesariamente los mismos: el efecto de las benzodiacepinas induce, además, masticación (mordisqueo de madera). “En el animal, el mordisqueo se parece a la gula. En el humano, sin embargo, es un fenómeno más complejo. El mismo estrés induce una mayor hambre (masticación). La tensión es un componente de la obesidad, pero también el sabor. La sal y el azúcar propician la adicción a la comida chatarra”, concluyó.

 

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FOTO 01

Un modelo animal diseñado en la Facultad de Medicina de la UNAM, ayudaría a exterminar plagas de roedores o controlar su crecimiento, lo cual evitaría pérdida de cosechas en el campo mexicano.

 

FOTO 02

Astrid Posadas Andrews, de la Facultad de Medicina de la UNAM, creó un modelo animal de transmisión social de información sobre preferencias alimenticias, para exterminar plagas de roedores.

 

FOTO 03.

Los roedores, explicaron científicos de la UNAM, se transmiten información vía la olfacción, pues tienen miedo a todo lo nuevo, en este caso, a la incorporación de nuevos alimentos a la dieta.