Boletín
UNAM-DGCS-472
Ciudad Universitaria
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final del boletín
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Gerardo
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La mitad de los jóvenes que abusan de
las drogas provienen de núcleos disfuncionales; por tanto, no necesariamente es
un factor de riesgo, dijo
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Participó en el ciclo de
videoconferencias
La familia constituye un
factor de protección contra las adicciones. “Lo es porque siempre que se vive
un problema se acude a ella”, afirmó Gerardo
Al dictar
En la Casa de las Humanidades recalcó que, en términos reales, la mitad
de los jóvenes que abusan de las drogas provienen de familias disfuncionales;
por tanto, no necesariamente es un factor de riesgo; de hecho, muchos de ellos
se acercan a algún consanguíneo en busca de consejo o ayuda, y así se puede
evitar o postergar una adicción de consecuencias fatales.
No obstante, puntualizó, también se debe reconocer que en su seno hay
elementos potencialmente dañinos, los cuales valdría reconocer y aprovechar
para dar solución a estas dependencias. En términos generales, uno de ellos
tiene que ver con el acceso a las drogas y su interacción con espacios que
aumentan su presencia.
Son aquellos elementos interpersonales, sociales, de influencia
ambiental e individuales en entornos clave: la familia, escuela, la comunidad
donde se desenvuelven niños y jóvenes y que incrementan la probabilidad de caer
en alguna adicción. En cambio, los de protección evitan estas conductas o que
alguna persona se inicie en el consumo de tóxicos, señaló.
Mencionó que dos de los grandes motivos por los cuales la gente usa y
abusa de estupefacientes son los sociales, es decir, identificarse con un grupo
o pertenecer al mismo, y los fisiológicos, cuando alguien deja de tomar una
sustancia a la cual ya acostumbró a su organismo, éste le va a mandar señales
de alteración.
A grandes rasgos muchos de estos problemas pueden clasificarse en
cuatro grandes rubros: daños a la salud, rupturas con distintos agentes de
socialización, problemas con la ley y dificultades emocionales. De hecho,
afecta todas las áreas de la vida: individuo, familia, pareja, amigos,
comunidad y salud, precisó.
Muchos de los factores de riesgo se producen precisamente por disfunciones
familiares; entre ellos el abuso infantil, violencia y maltrato; presencia de
padres con escasas habilidades paterno-filiales; deficiencias en la
comunicación; alcoholismo y uso de otras drogas por parte de padres, hermanos o
pares, apuntó.
Otros, agregó, son crisis y núcleos rígidos; pérdida de autoridad
moral; percepción de baja capacidad académica y poco interés por la escuela;
limitadas expectativas respecto de los hijos; conducta represiva por parte de
uno de los padres y permisiva por el otro; inducción de sentimientos de culpa
como mecanismo materno de control; prácticas inconsistentes en reglas de
conducción doméstica; escaso involucramiento en las actividades de los vástagos
y falta de disciplina.
Concretamente, en las familias mexicanas hay antecedentes de consumo de
drogas y alcohol en la tercera generación y en los papás, especialmente en el
varón y hermanos. No obstante, indicó, el primero no es el único síntoma, también se puede
apreciar indicios de violencia, depresión, separación, abandono de hogar y de
tipo económico.
Refirió que se enfrenta esta problemática a través de mecanismos
naturales, es decir, “cómo se cree que debe ser la solución, lo cual complica
más la adicción en lugar de darle respuesta”. Así, la primera reacción es de
tristeza, frustración, impotencia, decepción y llanto.
Por su parte,
En ese sentido, detalló, su estudio debe ser integral y
multidisciplinario. Es necesario comprender que es un sistema formado
por personas de ambos sexos, con o sin lazos de consanguinidad, en cuya
evolución y continuidad histórica se asignan roles o papeles a cada uno de sus
integrantes.
Al igual que todos los entramados vivos, tiene su propio desarrollo y
evolución, es decir, un ciclo vital a través del tiempo, en el cual quienes lo
conforman pasan por diversas fases.
Por ello, para lograr la estabilidad del núcleo es preciso hacer
ajustes y modificaciones. De este modo se conseguirá mantener la armonía y el
equilibrio que requiere cada uno de sus miembros para su propio crecimiento,
concluyó.
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FOTO 01.
Gerardo
FOTO 02
Asistentes al
ciclo de videoconferencias
FOTO 03
La familia es una
entidad viviente que nace, crece, se reproduce y muere, afirmó en la UNAM