12:30 hrs. 4 de Agosto de 2007

  

Boletín UNAM-DGCS-472

Ciudad Universitaria

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CONSTITUYE LA FAMILIA FACTOR DE PROTECCIÓN  CONTRA LAS ADICCIONES

 

·        Gerardo Salvador Vázquez Vera, integrante del Programa de Conductas Adictivas de la Facultad de Psicología de la UNAM

·        La mitad de los jóvenes que abusan de las drogas provienen de núcleos disfuncionales; por tanto, no necesariamente es un factor de riesgo, dijo

·        Participó en el ciclo de videoconferencias La Familia Mexicana y sus Problemas, donde también intervino la psicoterapeuta María del Carmen López Espinosa

 

La familia constituye un factor de protección contra las adicciones. “Lo es porque siempre que se vive un problema se acude a ella”, afirmó Gerardo Salvador Vázquez Vera, integrante del Programa de Conductas Adictivas de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM.

 

Al dictar la videoconferencia Familia y adicciones dentro del ciclo La Familia Mexicana y sus Problemas, destacó que de esa manera este núcleo sigue siendo uno de los principales escenarios o espacios de apoyo psicológico y social, de interacción de las personas.

 

En la Casa de las Humanidades recalcó que, en términos reales, la mitad de los jóvenes que abusan de las drogas provienen de familias disfuncionales; por tanto, no necesariamente es un factor de riesgo; de hecho, muchos de ellos se acercan a algún consanguíneo en busca de consejo o ayuda, y así se puede evitar o postergar una adicción de consecuencias fatales.

 

No obstante, puntualizó, también se debe reconocer que en su seno hay elementos potencialmente dañinos, los cuales valdría reconocer y aprovechar para dar solución a estas dependencias. En términos generales, uno de ellos tiene que ver con el acceso a las drogas y su interacción con espacios que aumentan su presencia.

 

Son aquellos elementos interpersonales, sociales, de influencia ambiental e individuales en entornos clave: la familia, escuela, la comunidad donde se desenvuelven niños y jóvenes y que incrementan la probabilidad de caer en alguna adicción. En cambio, los de protección evitan estas conductas o que alguna persona se inicie en el consumo de tóxicos, señaló.

 

Mencionó que dos de los grandes motivos por los cuales la gente usa y abusa de estupefacientes son los sociales, es decir, identificarse con un grupo o pertenecer al mismo, y los fisiológicos, cuando alguien deja de tomar una sustancia a la cual ya acostumbró a su organismo, éste le va a mandar señales de alteración.

 

A grandes rasgos muchos de estos problemas pueden clasificarse en cuatro grandes rubros: daños a la salud, rupturas con distintos agentes de socialización, problemas con la ley y dificultades emocionales. De hecho, afecta todas las áreas de la vida: individuo, familia, pareja, amigos, comunidad y salud, precisó.

 

Muchos de los factores de riesgo se producen precisamente por disfunciones familiares; entre ellos el abuso infantil, violencia y maltrato; presencia de padres con escasas habilidades paterno-filiales; deficiencias en la comunicación; alcoholismo y uso de otras drogas por parte de padres, hermanos o pares, apuntó.

 

Otros, agregó, son crisis y núcleos rígidos; pérdida de autoridad moral; percepción de baja capacidad académica y poco interés por la escuela; limitadas expectativas respecto de los hijos; conducta represiva por parte de uno de los padres y permisiva por el otro; inducción de sentimientos de culpa como mecanismo materno de control; prácticas inconsistentes en reglas de conducción doméstica; escaso involucramiento en las actividades de los vástagos y falta de disciplina.

 

Concretamente, en las familias mexicanas hay antecedentes de consumo de drogas y alcohol en la tercera generación y en los papás, especialmente en el varón y hermanos. No obstante, indicó, el primero  no es el único síntoma, también se puede apreciar indicios de violencia, depresión, separación, abandono de hogar y de tipo económico.

 

Refirió que se enfrenta esta problemática a través de mecanismos naturales, es decir, “cómo se cree que debe ser la solución, lo cual complica más la adicción en lugar de darle respuesta”. Así, la primera reacción es de tristeza, frustración, impotencia, decepción y llanto.

 

Por su parte, la terapeuta María del Carmen López Espinosa dictó la conferencia La historia familiar y su problemática, donde consideró que la familia es una entidad viviente, con un ciclo vital único e irrepetible, el cual pasa por cuatro etapas: nace, crece, se reproduce y muere.

 

En ese sentido, detalló, su estudio debe ser integral y multidisciplinario. Es necesario comprender que es un sistema formado por personas de ambos sexos, con o sin lazos de consanguinidad, en cuya evolución y continuidad histórica se asignan roles o papeles a cada uno de sus integrantes.

 

Al igual que todos los entramados vivos, tiene su propio desarrollo y evolución, es decir, un ciclo vital a través del tiempo, en el cual quienes lo conforman pasan por diversas fases.

 

Por ello, para lograr la estabilidad del núcleo es preciso hacer ajustes y modificaciones. De este modo se conseguirá mantener la armonía y el equilibrio que requiere cada uno de sus miembros para su propio crecimiento, concluyó.

 

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FOTO 01.

Gerardo Salvador Vázquez, de la FP de la UNAM, aseguró que la familia constituye un factor de protección contra las adicciones, un espacio de apoyo psicológico y social, de interacción de las personas.

 

FOTO 02

Asistentes al ciclo de videoconferencias La Familia Mexicana y sus Problemas, en la Casa de las Humanidades de la UNAM, donde se analizaron diversas situaciones que afectan a este núcleo social.

 

FOTO 03

La familia es una entidad viviente que nace, crece, se reproduce y muere, afirmó en la UNAM la terapeuta María del Carmen López Espinosa, al dictar la conferencia La historia familiar y su problemática.