06:00 hrs. 25 de Julio de 2007

  

Boletín UNAM-DGCS-453

Ciudad Universitaria

 

 


Luis Barba Pingaron

 Pie de fotos al final del boletín

 

SUBSISTEN BAJO LA CIUDAD DE MÉXICO CERCA DE 200 SITIOS ARQUEOLÓGICOS

 

·        Afirmó Luis Barba Pingaron, del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM

·        Aunque hoy sólo se advierten estructuras que muestran cómo fue el centro religioso y administrativo de la capital, toda la metrópoli está oculta

·        El Laboratorio de Prospección Arqueológica de esa entidad ofrece por primera vez una idea clara de la distribución de los asentamientos prehispánicos

 

Cerca de 200 sitios arqueológicos subsisten aún bajo el suelo de la Ciudad de México, y aunque hoy sólo se advierten estructuras que muestran cómo fue el centro religioso y administrativo de la capital, toda la metrópoli está oculta, señaló Luis Barba Pingaron, del Instituto de Investigaciones Antropológicas (IIA) de la UNAM.

 

Por primera vez se ofrece una idea clara de la distribución de los asentamientos prehispánicos que, a la luz de la información proporcionada por la aplicación de técnicas geofísicas recientes, coincide en muchos casos con los desniveles encontrados en los barrios y colonias tradicionales de la capital, añadió.

 

Se trata, detalló, de un grupo de procedimientos encaminados a observar lo que hay debajo, oculto a los ojos, y con base en fenómenos físicos recuperar esa información y dar una idea, cada vez más exacta, de lo enterrado: a qué profundidad, qué características y forma tiene; todo ello sin excavación.

El integrante del Laboratorio de Prospección Arqueológica de esa entidad explicó que en este espacio se hace el estudio sistemático de estas edificaciones, el cual tiene como propósito generar un inventario para planear acciones dentro de una urbe en donde múltiples  aspectos son difíciles de observar.

 

Indicó que el establecimiento de novedosas metodologías ayuda a revelar la ubicación exacta de las disposiciones que formaron parte de la traza citadina a la llegada de los españoles y, a la postre, proporcionan elementos de evaluación para detectar construcciones en el subsuelo y, en consecuencia, evitar su pérdida.

 

Este tipo de información debe ser valorada, toda vez que los planes de desarrollo deben contemplar la presencia de estos restos. “Toda ciudad debe disponer de un mapa que señale la localización de estructuras arqueológicas, porque en el momento de introducir drenaje o Metro puede afectarse algún vestigio”, apuntó.

 

Debe entenderse que muchas de las intervenciones, por efecto del comportamiento del terreno y las edificaciones en superficie, en el mejor de los casos serán un paliativo temporal, pero distarán de ofrecer una solución a largo plazo, sostuvo.

 

Luis Barba Pingaron, experto en geología arqueológica, refirió también que los nuevos métodos ayudarán a revelar la locación exacta de asentamientos humanos de la antigüedad, y permitirá comprender un poco más el funcionamiento en general de la urbe.

 

Con base en un estudio documental los especialistas registraron los desniveles en las calles de la ciudad, para producir mapas que destacaran aquellas elevaciones que, presumiblemente, representarían islotes antiguos, dijo.

 

Su concentración verifica la existencia de asientos prehispánicos. Sin embargo, la clasificación, junto con los resultados geofísicos, facilita la identificación de los conjuntos principales. Próximamente iniciará la segunda etapa del proyecto en donde estudiarán, con técnicas geofísicas, las características de cada localización, adelantó.

 

En esta parte, informó Barba Pingaron, se hará uso de equipos topográficos, magnéticos, eléctricos y de radar que determinan la presencia de elevaciones, así como las características de los restos constructivos. Las perforaciones de sondeo y las excavaciones, representan otras posibilidades para confirmar hipótesis planteadas a partir de los resultados de las primeras etapas.

 

El antropólogo universitario recordó que en la zona de Coyoacán se llevaron a cabo experimentos, encaminados a demostrar que las técnicas geofísicas de alta resolución son apropiadas para identificar sitios arqueológicos en contextos urbanos. Se hicieron mapas topográficos para registrar cuidadosamente el relieve de la zona.

 

En la superficie de la Plaza de la Conchita se hizo el gradiente magnético que superó la interferencia producida por el mobiliario urbano. Hay concordancia entre esos datos y las elevaciones cartográficas, afirmó.

 

El experto en geología arqueológica aseguró que otra técnica con buenos resultados es la de resistencia electrostática, la cual, sin necesidad de contacto con la tierra, permite tomar lecturas sobre el pavimento, expresó.

 

Esto facilitó el análisis de la mayor parte de las calles que rodean la plaza, al producirse una estrecha correspondencia entre los altos valores identificados y los cúmulos de presuntas edificaciones, manifestó Barba Pingaron.

 

Las derivaciones preliminares permiten asegurar que la mayor parte de las elevaciones topográficas registradas, son producidas por la presencia de materiales que modifican las propiedades magnéticas y eléctricas del terreno, y generan también claras reflexiones de las ondas electromagnéticas del radar.

 

En esta acción el georradar ha permitido conocer la profundidad y forma aproximada de las acumulaciones de materiales derrumbados, que producen claras reflexiones, y confirman sin lugar a dudas la existencia de restos arquitectónicos enterrados, concluyó.

 

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FOTO 01

 

Luis Barba Pingaron, del Laboratorio de Prospección Arqueológica del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, habló sobre el proyecto que aborda el estudio sistemático de sitios arqueológicos.

 

 

FOTO 02.

 

El investigador del IIA de la UNAM, Luis Barba Pingaron, explicó que las técnicas geofísicas ayudan a revelar la ubicación exacta de estructuras que formaron parte de antiguos asentamientos humanos.